Faltan dos semanas para que EEUU elija a su próximo presidente. Un vistazo rápido a la media de las encuestas (con Hillary Clinton 6,1 puntos de ventaja) y a los periódicos de las últimas semanas, con nuevos casos de mujeres denunciando maltratos por parte de Donald Trump, podría hacer pensar que su campaña está liquidada. Más cuando altos cargos del Partido Republicano le han retirado su apoyo.
Los insultos de Trump a las mujeres y a otros colectivos decisivos han acabado por hartar al ala moderada de los republicanos, que sabe que estos serán los comicios con un electorado más diverso de la historia de EEUU. Por primera vez, tres de cada 10 votantes serán hispanos, afroamericanos, o pertenecientes a otras minorías étnicas, de acuerdo con el PewResearch Center.
Tampoco ayuda a la causa republicana la actuación de su candidato en el último debate presidencial. Trump, que a lo largo de la campaña ha venido sugiriendo (sin pruebas) que podría haber fraude electoral y que la elección estaba amañada a favor de su rival, rehusó decir si aceptaría los resultados. Una actitud que ha provocado un terremoto político y mediático en un país para el cual la calidad de su democracia es motivo de orgullo nacional.
Trump no gusta, pero Hillary tampoco convence"
Los jefes de la campaña del excéntrico multimillonario le llevan a lugares tan simbólicos como Gettysburg, para revestirle del aura de Lincoln y mejorar su imagen. Sin embargo, Donald vuelve a ser Trump, y la presentación del pasado sábado de su programa de gobierno para los 100 primeros días se vio eclipsada por su anuncio de llevar a los tribunales a las mujeres que le han acusado.
En cualquier otro ciclo electoral, el resultado estaría claro. Pero esta es la elección más atípica de las últimas décadas en EEUU, y hay margen para las sorpresas, por dos motivos. El primero es que Trump no gusta, pero Hillary tampoco convence. La reciente filtración de WikiLeaks de correos electrónicos refuerza el argumento trumpiano (y de la izquierda del Partido Demócrata) de que Clinton no es de fiar. Según la media de los sondeos, el 53,4% de los encuestados tiene una opinión desfavorable de Hillary, una cifra muy alta.
En segundo lugar, hay que recordar que Trump ha desafiado (con éxito) al conventionalwisdom, esas reglas de la política tradicional que decían que era imposible que ganara las primarias. Estado tras estado ha demostrado que conecta con una parte importante del electorado, cansado de políticos tradicionales y sus “tejemanejes”. En este sentido, Hillary como nadie encaja en el perfil.
A día de hoy, parece imposible que Trump pueda ganar. Pero no se le puede dar por muerto en su carrera hacia la Casa Blanca. Todavía no se puede descartar que el 9 de noviembre América y el mundo se despierten con un problema mayúsculo.
David Iglesias es periodista, consultor de Comunicación en GAD3.
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