No todo está perdido. Los demócratas aún pueden ganar las presidenciales de 2020, si bien el presidente, Donald Trump, es hoy por hoy el favorito. Los presidentes en Estados Unidos siempre lo son. Pero a Trump, el impensable ganador de 2016, la fortuna, y la economía, le sonríen. ¿Qué tendrán que hacer los demócratas en estos escasos nueve meses hasta la votación del 3 de noviembre para impedir que Trump se quede en la Casa Blanca?
Xavier Peytibi, autor de Las campañas conectadas. Comunicación política en campaña electoral, destaca que han de lograr “un supercandidato con épica, que movilice a las minorías que se quedaron en casa en 2016. Solo así podrían ganar”.
En su obra, Peytibi explica cómo se hace campaña desde el gobierno y desde la oposición. “Para ganar necesitan no solo ejercer de oposición, sino también mostrarse como alternativa de gobierno y ser una alternativa creíble. Si solo se critica a Trump, constantemente, en una sociedad ya polarizada, no se logran los votantes indecisos y la campaña no puede funcionar", señala Peytibi, consultor de comunicación política y pública en Ideograma.
El punto de partida de Trump, desde la Casa Blanca, ya le favorece.
Desde principios del siglo XX solo cuatro de los 19 presidentes de EEUU han perdido la reelección. En 1932 el republicano Herbert Hoover perdió frente al demócrata Franklin D. Roosevelt. En 1976 Gerald Ford, que había sustituido a Richard Nixon tras su renuncia por el Watergate, perdió frente al demócrata Jimmy Carter.
En 1980 sería Carter quien no sería reelegido frente al republicano Ronald Reagan. La crisis de la embajada de Teherán remató las escasas opciones de Carter. En 1992 el demócrata Bill Clinton, dotado de un extraordinario carisma, se impuso a George W. Bush.
Las campañas conectadas arranca precisamente el 15 de octubre de 1992, cuando por primera vez se celebró un debate presidencial con votantes indecisos que hacían sus propias preguntas a los aspirantes, lo que se denomina town hall. Participaron el presidente George W. Bush, el candidato demócrata Bill Clinton, gobernador de Arkansas, y el millonario independiente Ross Perot.
Hay dos momentos memorables de ese debate que determinaron quién lo ganó (Clinton) y quién lo perdió (Bush).
El presidente mostró su impaciencia mirando el reloj un par de veces cuando una de las asistentes le pregunta sobre cómo iba a resolver los problemas de la deuda sin experiencia sobre dificultades económicas. Luego divagó a la hora de responder. Esa imagen mirando el reloj fue crucial para generar una percepción negativa del entonces presidente.
Sin embargo, Bill Clinton se acercó a la mujer, adoptó una posición de escucha, y expuso después su experiencia como gobernador de un estado pequeño donde conoce a gente que ha sufrido dificultades. Empatizó con esa ciudadana. Al final del debate se quedó hablando con los asistentes. Todo quedó grabado en televisión.
"Toda persuasión hacia los indecisos depende de todas las percepciones creadas y de la memoria que dejan los candidatos en las personas", apunta Peytibi.
En la actualidad la campaña de Clinton habría utilizado esas imágenes con la ciudadana preocupada por la deuda para reforzar a su candidato. Es lo que Peytibi denomina "campaña conectada", una campaña que combina la cercanía al votante, con el fin de conseguir ser percibido positivamente y recordado, y la difusión de sus acciones en redes sociales para llegar aún a más público.
Trump lo hace muy bien, a juicio de Peytibi: “Si está, digamos en Kentucky, se relaciona con gente en la calle y sube imágenes y videos constantemente, y difunde también infografías en las que se detalla cómo ha mejorado la vida en ese estado durante su mandato. Ejerce de gobierno-candidato, un candidato en campaña permanente”.
Trump no deja nunca de hacer campaña. Tiene un mensaje que no cambia, sea cierto o no lo que dice. Intenta hacer lo que prometió, aunque sea poco realista. Y no se rinde", dice Peytibi
“No deja nunca de hacer campaña. Trump tiene un mensaje que no cambia, sea o no cierto lo que dice. Solo habla a su público, no piensa en todos los votantes. Intenta hacer lo que prometió, aunque sea poco realista. Y no se rinde”, explica. Y añade: “Trump habla directamente a su público, sin mediadores. Sin duda se ha beneficiado también de la ola populista; apareció en el momento adecuado”.
De ahí que el autor de Seis historias que explican la victoria de Trump sostenga que lo más probable es que Trump gane de nuevo. “Difícilmente se puede neutralizar a Trump. Ha estado tres años en el gobierno y no ha perdido empuje. La economía ha mejorado, especialmente para sus votantes, de modo que no dejarán de apoyarlo. Y su equipo sabe bien dónde ganó y por qué lo hizo en 2016. Los demócratas deben reforzar esos swing states donde ganó Trump hace cuatro años si quieren tener opciones”.
Esos swing states son Michigan, Pensilvania, Wisconsin, Florida, Arizona y Carolina del Norte.
Las opciones demócratas
La carrera para elegir al candidato demócrata acaba de comenzar este 3 de febrero con los caucus (asamblea ciudadana) de Iowa. Ha sido un arranque caótico debido a un error con un nuevo sistema que han empleado los voluntarios encargados del recuento con una aplicación móvil.
Lo habitual es conocer el resultado en unas horas y en esta ocasión el proceso se ha demorado días. El caucus se celebró el lunes 3 de febrero y hasta bien avanzado el jueves 6 no se ha conocido el ganador.
La imagen que han dado los demócratas ha sido nefasta, justo cuando más necesitaban atraer la atención de los estadounidenses hacia su campaña. Trump estaba exultante por este desbarajuste en las filas rivales y así lo mostró en su red social favorita, Twitter. “Gran victoria para nosotros en Iowa esta noche. Gracias”.
Los medios en lugar de resaltar cómo Pete Buttigieg ha conseguido su objetivo de empezar como candidato revelación, en la estela de Barack Obama en 2008, han arremetido contra la organización de los demócratas por permitir semejante escándalo. El colmo fue cuando el Comité Nacional Demócrata, a falta de un 3% de los votos, abogaba por un nuevo recuento.
Finalmente, en Iowa ha ganado el ex alcalde de South Bend, Indiana, Pete Buttigieg, con un 26,2% de los votos, seguido muy de cerca por el veterano Bernie Sanders, senador por Vermont, con un 26,1%. En tercer lugar ha quedado la senadora Elizabeth Warren, y en cuarto, el ex vicepresidente Joe Biden, en teoría el candidato con más posibilidades frente a Trump.
“Pete Buttigieg ha hecho un buen papel en Iowa, como pronosticaban las encuestas. Buttigieg ha apostado por los cuatro primeros estados, los dos primeros (Iowa y New Hampshire) con mucha más población blanca. La mala suerte es que con Obama y Trump funcionó el boom mediático pero ahora de lo que se habla es del caos del recuento. Puede que no le sirva de nada esta victoria si no obtiene buenos resultados en New Hampshire, Nevada y Carolina del Sur”, afirma Xavier Peytibi.
Buttigieg tiene buen mensaje, buena presencia, y una buena historia. Y cuenta con una extraordinaria red de activistas", señala el autor de 'Las campañas conectadas'
Es pronto para saber si estamos ante un nuevo Obama. “Tiene un buen mensaje, una buena presencia, y una buena historia. Es héroe de guerra. Su pareja, un hombre, es buena comunicando. Y muy importante: cuenta con una extraordinaria red de activistas. En Iowa era muy importante generar relaciones y Buttigieg es muy bueno en el cara a cara”, añade el autor de Las campañas conectadas.
“Ha estado más días que nadie en Iowa, y ha estado en la calle. Genera imágenes positivas, en contacto con la gente, siempre con una sonrisa”, comenta sobre el ganador del caucus.
Después de Iowa quedan destacados cuatro aspirantes demócratas (Buttigieg, Sanders, Warren y Biden) a quienes habría que sumar a Michael Bloomberg, que ha apostado todo al Supermartes. El ex alcalde de Nueva York, millonario, ha invertido más dinero en un mes que el resto de los aspirantes demócratas sumados a Trump.
El martes 3 de marzo hay primarias una veintena de estados, entre ellos Texas y California, que suponen un 40% de los votos electorales en juego.
Solo contra Trump no sirve
“Buttigieg, Warren y Sanders han de diferenciar claramente sus mensajes. Biden, como Obama, tiene más capacidad para movilizar a las minorías. En 2016 Hillary Clinton no lo logró. Entender el mensaje es lo que genera memorabilidad. No sirve un mensaje que se base únicamente en criticar a Trump. Contra Trump exclusivamente no ganarán. Necesitan un mensaje que movilice a la gente para votarles”, dice Peytibi.
Hasta julio no se conocerá oficialmente el nombre del candidato demócrata que disputará la Casa Blanca a Donald Trump, que aspira a la reelección en una posición muy ventajosa, una vez superado el impeachment.
Los demócratas apostaron por quemar todos sus cartuchos contra Trump con el juicio político al presidente por el Ucraniagate, aunque sabían que no saldría adelante ya que no cuentan con mayoría en el Senado, donde se emite el veredicto final.
Esta semana Trump ha sido exonerado de los cargos de abuso de poder y obstrucción al Congreso. Ha presumido de su éxito en fotos con periódicos en los que se veía en grandes titulares: “Acquited (absuelto)”.
“Cada uno ha jugado con sus mensajes. Los demócratas querían colocar en el imaginario de los estadounidenses que en los tratos de Trump con Ucrania había algo raro y que solo ha podido salvarle la mayoría republicana en el Senado. Trump ha insistido en que es víctima de un complot. La sociedad estadounidense está tan polarizada que cada público cree a su líder, a su partido. Los demócratas han usado este arma con la esperanza de que su mensaje cale en los independientes”, apunta el politólogo, cofundador de Beers&Politics, una plataforma de apasionados de la política y la comunicación política que cuenta con 35.000 seguidores mensuales.
Si bien los demócratas parten en clara desventaja frente a un Trump confiado en su triunfo, aún podrían tener posibilidades porque queda mucho tiempo para la votación el 3 de noviembre.
“Necesitan un candidato potente, con una narrativa personal de cambio, con propuestas concretas para las minorías, con el fin de que se movilicen en esta ocasión, y también precisan una buena segmentación electoral. La clave de la victoria demócrata sería la movilización de las minorías”, concluye Xavier Peytibi. Las minorías, afroamericanos e hispanos, son más reticentes a acudir a votar que los todavía mayoritarios blancos.
Si pudiera crearse un candidato ideal capaz de catapultar a los demócratas a la Casa Blanca, tendría mucho de ese Bill Clinton que se acerca a los votantes con un mensaje de cambio y esperanza, de la novedad que suponía que una mujer como Hillary rompiera el techo de cristal, y del Obama que hizo posible por primera vez, y contra todo pronóstico, que un afroamericano fuera presidente de EEUU. ¿Un sueño? Si es posible en algún lugar del mundo, es en América.
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