Alemania es el país de Europa donde pactar con la ultraderecha es anatema. La ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), que tiene representación en los parlamentos de los 16 Länder (Estados federados) y desde 2017 en el Parlamento federal, está vetada como socio de gobierno. La Unión (CDU y CSU), que gobiernan en gran coalición con el Partido Socialdemócrata en Berlín, ha trazado un cordón sanitario para impedir normalizar a esta formación de ultraderecha.
La esencia democristiana de la Unión frena cualquier tentación cortoplacista de acercamiento a la ultraderecha. El principal antídoto contra cualquier posibilidad de alianza con Alternativa para Alemania (AfD) se llama Angela Merkel. La canciller federal sigue llevando en la sombra las riendas del partido, aunque ya tiene sucesora, Annegret Kramp-Karrenbauer (AKK), en este momento muy debilitada. Merkel es la quintaesencia del espíritu democristiano de este Volkspartei.
"Merkel es fundamental. Es el componente de cohesión que sostiene a las partes de la CDU que se enfrenta actualmente: los más ultraconservadores y los merkelianos o centristas. Merkel ha disciplinado el partido desde 2005", afirma Franco delle Donne, coautor, junto a Andreu Jerez, de Factor AfD. El retorno de la ultraderecha a Alemania. Durante mucho tiempo Merkel ni siquiera nombraba a Alternativa.
Merkel es fundamental. Es el componente de cohesión que sostiene a las partes de la CDU: los más ultras y los centristas", dice Franco delle Donne
En sus intervenciones, la canciller Merkel es muy clara. En un acto organizado por Ostsee Zeitung, el verano pasado en Stralsund, cuando es interpelada por un dirigente local de AfD, Merkel defiende que el hecho de que Alternativa para Alemania pueda defender sus ideas aprueba que la democracia alemana funciona.
Argumenta sobre la política migratoria que ha defendido cómo Alemania ha de ser un país humanitario que es responsable y cuyo bienestar también depende del bienestar de los otros. Y concluye tajante sobre las decisiones de los tribunales: "La política no puede corregir a los tribunales. Eso sería el fin de la democracia. La democracia se basa en la independencia de las instituciones". Esas son las líneas rojas de Merkel.
Los democristianos alemanes ven a AfD como "un partido anti alemán". Así de claro lo expone Paul Ziemak, secretario general de la CDU, en un artículo que ha publicado este miércoles Der Spiegel. "Las coaliciones o cualquier tipo de cooperación con AfD queda totalmente descartada. Sería una traición a nuestros valores democristianos".
Merkel es detestada por los dirigentes ultraderechistas como símbolo de una política de "tolerancia" con los extranjeros, especialmente con los musulmanes a quienes consideran un auténtico peligro público, que pone en peligro a su juicio la identidad alemana.
De ahí que el secretario general de la CDU se refiere en primer lugar a qué significa ser alemán. "Para gente como Höcke, Gauland, Urban o Jongen [dirigentes de AfD], solo puede ser alemán quien es étnicamente alemán. La AfD habla de la homogeneidad del pueblo. Así empezaron en 1933. Para todos los demócratas y los democristianos la dignidad del ser humano es inviolable. Quien cuestiona este principio se coloca contra nuestra Constitución federal".
Es decir, la ley alemana defiende la dignidad de los seres humanos y el supremacismo va contra este principio básico, que supone un pilar para la CDU, de raíz democristiana.
La alusión a 1933 es clave. Tras ganar las elecciones de julio de 1932 pero no poder gobernar, mantuvieron la presión en las calles hasta que el general Kurt von Schleicher dimitió el 28 de enero de 1933. El presidente Hindenburg, aconsejado por el conservador Franz von Papen, entregó la cancillería a Adolf Hitler.
En Alemania todo lo que huela a extrema derecha da mucho vértigo. La CDU ha defendido que se creen cordones sanitarios en torno a la CDU", afirma Miguel Otero
"En Alemania todo lo que es nazismo, Hitler y lo que ocurrió en 1933 se ve con mucho recelo y con mucho rechazo. Todo lo que huela a extrema derecha da mucho vértigo. La CDU ha defendido que se creen cordones sanitarios en torno a la AfD. Es una posición muy clara", afirma Miguel Otero Iglesias, investigador senior del Real Instituto Elcano.
"Ahora hay cierto debate en Turingia y a nivel local puede haber alguna cooperación, pero se mantiene la línea dura. Alguno de sus dirigentes ha dicho que ni siquiera es aceptable tomar café con ellos", añade Otero.
El debate en Turingia ha surgido después de que Alternativa para Alemania desplazara a la CDU del segundo puesto en las elecciones regionales celebradas el pasado 27 de octubre.
Björn Höcke, un Hitler 2.0
Björn Höcke, que forma parte del sector más extremista de la ya extremista AfD, ha conseguido un gran éxito. Die Linke, es decir, la extrema izquierda, renovó su victoria con el 29,7% de los votos, pero la AfD superó a la CDU al obtener un 23,8%, y la CDU un 22,5%.
Este político que fundó Die Flügel (el ala), la facción más radical de AfD, aboga por que Alemania dé un giro de 180 grados a la hora de afrontar su Historia. Calificó de "vergüenza" el Monumento en homenaje a las víctimas del Holocausto, erigido en Berlín, cerca del Parlamento y la Cancillería.
En la campaña electoral en Turingia no ha tenido reparos en recurrir a los lemas que esgrimieron los que hace 30 años se manifestaron contra el régimen comunista de la RDA. Decían los que presionaron hasta que derribaron el Muro de Berlín: "Wir sind das Volk (somos el pueblo)". Al utilizar ahora ese lema pretende apropiarse de ese espíritu en este 30 aniversario de aquel movimiento por la libertad. Höcke no tuvo nada que ver con aquellas protestas, ni movió jamás un dedo contra el régimen comunista.
Höcke ha ofrecido que Alternativa se abstenga para facilitar un gobierno entre liberales y la CDU. Un grupo de diputados de la CDU, en total 17, ha firmado una carta en la que llama a mantener conversaciones con "todos los partidos electos democráticamente al parlamento regional de Turingia".
Los firmantes son cercanos al diputado regional Michael Heym. Es la voz discrepante con la CDU de Merkel. Recientemente ha dicho: "No se le hace ningún favor a la democracia si se aleja a una cuarta parte de los votantes". El artículo del secretario general de la CDU en Der Spiegel se dirige a quienes como Heym pueden tener alguna duda.
Para Paul Ziemak, secretario general de la CDU, el líder de Alternativa para Alemania en Turingia, Björn Höcke, es "un nazi y la AfD con él al frente llevan camino de convertirse en un NPD 2.0". El NPD es el Partido Nacionaldemócrata de Alemania, neonazi confeso.
Otra cuestión que remarca Ziemak es cómo Alternativa para Alemania trata de deslegitimar a los políticos y las instituciones de la República Federal. "Deslegitiman nuestro Estado y nuestro sistema político. Eso no es ni cívico ni conservador. Es práctica una política de odio al Estado".
El "beso del diablo"
A su vez, subraya el secretario general de la CDU cómo Alternativa para Alemania quiere retrotraer Alemania al pasado. Critica su antieuropeísmo, su nostalgia del marco alemán, una política que nada tiene que ver con lo que defendían Konrad Adenauer y Helmut Kohl.
Asegura que el objetivo de Alternativa es destruir a la CDU y la CSU (su socio bávaro), no cooperar ni pactar con ellos. Hay quienes, como el politólogo Werner Patzelt, aseguran que ese acercamiento sería para la Unión como "el beso del diablo". En resumen, para Ziemak AfD es un partido anti alemán, porque pone en cuestión la Constitución federal.
La CDU es un partido que defiende la economía social de mercado, un Estado del bienestar en el que esté bien articulada la política social", señala Otero
"La CDU se distancia hasta ahora de Alternativa para Alemania por su definición democristiana. Pese a la caída de votos, representa el centro político. No intenta ese acercamiento a la desesperada, aunque empieza a tejerse una conexión muy lentamente", señala el politólogo Franco delle Donne.
Los merkelianos defienden esa CDU como un Volkspartei (partido del pueblo) situado en el centro (die Mitte), es decir, socialcristiano, liberal y conservador.
"La CDU es un partido que defiende la economía social de mercado. Defienden un Estado del bienestar en el que esté bien articulada la política social", apunta Miguel Otero.
En el programa aprobado en el congreso de la CDU de 2018 el partido de Merkel descarta la negociación con la ultraderecha. Quienes defiendan la cooperación se exponen a ser expulsados.
Alternativa agita el odio al extranjero, a quien dibujan como un parásito que aprovecha lo que debería estar destinado a los nacionales. Son muestras de xenofobia, especialmente de islamofobia, que escuchamos en España en los mensajes de Vox.
Este partido populista, que señala a la élite de Berlín con el dedo como causante de todos los males de quienes han perdido calidad de vida, de ultraderecha, nació como una formación anti euro.
Dio un giro identitario que cobró especial fuerza en el verano de 2015, cuando la canciller, Angela Merkel, aceptó que entraran en Alemania cerca de un millón de inmigrantes, muchos de ellos personas que huían de la cruenta guerra de Siria.
Ese mensaje no solo caló en los cinco Länder que antes formaban parte de Alemania Oriental. También en regiones ricas del oeste como Baden-Württemberg, donde muchos alemanes veían su bienestar amenazado.
En 1986, Franz Josef Strauss, el titánico líder de la Unión Social Cristiana (CSU, la versión bávara de la CDU), expuso una de las leyes no escritas básicas de la política alemana. Sostenía Strauss que "a la derecha de la CSU, no debe haber una fuerza democráticamente legitimada". Si la Unión tolera o negocia con Alternativa para Alemania la estaría bendiciendo. Y sería contradictorio con su base cristiana.
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