Quienes me siguen saben que mi concepto de liderazgo es muy amplio. No solo son líderes aquellos políticos que llegan a un puesto relevante en el gobierno de sus respectivos países o los empresarios que alcanzan las más altas responsabilidades en una gran corporación. Hoy les traigo a una amiga singular: su nombre tal vez no es muy conocido por el gran público... ni falta que le hace. Pero la labor que lleva desarrollando desde hace más de veinte años merece todo el respeto, cariño, admiración, y por supuesto, apoyo.
Concordia, en unión de su hermana Virginia, vendió todo cuanto poseía: su casa en Madrid, sus pertenencias, sus ahorros... y llegó a Andalucía para consagrarse en cuerpo y alma al cuidado de una especie animal, los caballos, que son los grandes olvidados de una sociedad que se fija solo en las mascotas más corrientes, perros y gatos, pero ignora que hay otros animales que sufren terribles abandonos, malos tratos y toda la crueldad de la que solo algunos seres humanos, malnacidos, son capaces de desplegar.
Concordia es una mujer que habla con pasión de su labor, de lo que ha conseguido y también de lo mucho que le queda por alcanzar... a ella y a la Asociación que preside, CYD Santa María, que se dedica a recoger a estos caballos y a cuidarles, alimentarles y darles la asistencia médica que unos desalmados dueños les negaron un mal día. En estas fecha solidarias me ha parecido pertinente presentarles, en mi café dominical, a esta mujer admirable y hablarles de su Asociación y de su encomiable trabajo.
P.- Lo primero que debo hacer, pensando sobre todo en nuestros lectores, es interesarme por quiénes son ustedes exactamente y a qué se dedican.
R.- Mi nombre es Concordia Márquez. Hace ya más de veinte años llegué a Andalucía y comprobé el trato que se les daba a los équidos en esta comunidad. Vendí todo lo que poseía y compré una finca para dar albergue a caballos abandonados y maltratados con el fin de que fueran depositados en ella tras denunciar a sus maltratadores. Obviamente me arruiné física y económicamente y pasados unos años mi familia se vino conmigo a Málaga tras vender su casa en Madrid. Para ello, mi hermana Virginia tuvo que dejar atrás su vida y su trabajo como periodista. Ella y yo fundamos lo que hoy constituye la Asociación CYD Santa María. Nos dedicamos a la mejora de la vida de los équidos, no ya en Andalucía, sino en toda España. Nuestro Albergue se convirtió en 2018 en Santuario donde se recogen caballos a punto de morir y se les dota de lo necesario para vivir una vida digna y feliz con nosotras el tiempo que les quede. La Asociación es la más fuerte de España en la defensa de los derechos de los equinos, ya que es la que más denuncias legales tramita a lo largo del año. Nuestro Santuario es el más grande de España y de los mayores de Europa y no recibimos subvención ni ayuda alguna por parte de la Administración Pública.
P.- ¿Hay realmente un problema tan grave en nuestro país de maltrato de equinos? ¿A qué se debe?
R.- A diferencia de una mascota de menor tamaño, el caballo, durante toda su vida ha sido un “instrumento de trabajo y/u ocio”. Jamás se te ocurriría demandar una serie de quehaceres a un perro o a un gato y llevarlo al matadero cuando no pueda cumplir tus objetivos. Al caballo, pese a que puede ser tan cariñoso, fiel y leal como un perro, no se le permite estar dentro de casa. Los caballos de nuestro Santuario estarían la mayoría en el sofá de nuestra casa si por tamaño fuera posible. El único tiempo que pasas con el caballo es aquel en el que te brinda una satisfacción, que es a la hora de montarlo o de engancharlo a un carro. Cuando ya no puede llevarte sobre su lomo, se decide que es muy caro de mantener para no sacarle ningún “provecho” y, o bien se vende a algún tratante haciendo de su vida un infierno, o bien acaba por ser sacrificado, y en el peor de los casos, enviado al matadero sin que el animal entienda absolutamente nada. Por desgracia, hemos visto casos de cómo se encuentran los animales que son trasladados al matadero, a veces después de llevar años junto a sus familias, y como los transportes eran ilegales, lo que te encuentras es realmente una imagen que, por desgracia, jamás volverás a poder borrar de tu cabeza.
P.- Llevan ustedes más de diez años luchando por crear un modelo legal y ético para poner coto a estas terribles situaciones. Imagino que habrán ido consiguiendo muchos de sus objetivos pero que les quedará por delante un largo camino por recorrer.
R.- En el año 2010 y gracias a un programa de televisión, denunciamos lo que estaba ocurriendo con los caballos en España. Ante la cámara, explicamos con claridad una regla de tres simple: había más caballos llevados al matadero que “demanda” real de su carne por lo que era del todo lógico deducir que la carne sobrante se encontraba en las hamburguesas, en los canelones, o entro tipo de productos insospechados y que la gente consumía a diario sin saberlo. Y que el gran problema no residía en que se estuvieran comiendo un caballo sin ser conscientes de ello, sino en la medicación que pudieran estar ingiriendo. Ante la misma cámara manifestamos que si alguien tenía en su poder pruebas de que estuviéramos mintiendo, por favor, que nos denunciaran. Obviamente no fue así y a las pocas semanas saltó en toda Europa el gran escándalo de la carne medicada de caballo, que fue encontrada en muchas pruebas que hizo Sanidad. Gracias a este acontecimiento fuimos llamadas por el Consejo de Estado para ayudar a elaborar una Ley que defendiera a los equinos y les otorgara unos derechos como animal doméstico de compañía. También incluía las pautas para poder tener un équido y el hábitat que debería poseer dentro de las instalaciones que los albergaran. Pudimos defender nuestra propuesta ante la cámara de los diputados, y gracias a Dios, fue aprobado el que hoy en día es el Real Decreto 804/2011 que da fuerza a los agentes del orden, protectoras y ciudadanos para poder exigir que se cumplan una serie de normas que protegen a estos animales, sin los cuales el hombre jamás habría podido llegar por sí solo hasta donde está. Por desgracia, aún queda mucho camino por recorrer, sobre todo por la pasividad de las administraciones públicas, que no acatan las leyes de protección animal como debieran. Nuestro mayor enemigo a la hora de proteger estos animales no es el crimen, sino el castigo.
Jamás se te ocurriría demandar una serie de quehaceres a un perro o a un gato y llevarlo al matadero cuando no pueda cumplir tus objetivos
P.- Estamos familiarizados con el maltrato a los perros o gatos, mascotas domésticas habituales... pero no tanto hacia los caballos. Y claro, si se maltrata a un perro, o a un gato... ¿por qué pensar que no se va a maltratar a un caballo?
R.- Estamos familiarizados con el maltrato a otras mascotas por el simple hecho de verlas por las calles. Si saliéramos más al campo dejando a nuestros cónyuges -o sea, ordenadores y móviles- en casa, veríamos con horror a cientos de caballos en los márgenes de carreteras o caminos secundarios, atados bajo el sol o la lluvia, famélicos y sin atención y en ocasiones con heridas espantosas que nadie atiende. El gran problema de estos animales es que no saben gritar para quejarse. El relincho que emiten es únicamente de llamada. Si apaleamos a un perro, sus aullidos se oyen a kilómetros de distancia, pero si matamos a un caballo a palos, no saldrá ni un lamento de su boca. Esto hace que muchas veces el maltrato sádico que se da a estos animales sea mucho peor, ya que los maltratadores son conocedores de esta circunstancia etológica.
P.- Le confieso que, de muy niño, a mí me gustaba mucho el circo. Y como a todo niño ver a los elefantes, tigres... y a los caballos. Ya como adulto he sabido que en muchas ocasiones sufren, cosa que pocos espectadores conocen. ¿Habría que regular este aspecto?
R.- Hay un refrán humano que todo el mundo entiende y que es: “No hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti”. Considerando que cualquiera de los animales que usted menciona han nacido para vivir de una forma totalmente diferente a la que pueden vivir estando en un circo, la respuesta es clara. Y por favor, lo que sí quiero aclarar es que las palabras en su pregunta de “en muchas ocasiones…” ¡habría que modificarlas para siempre! No importa que su dueño les “quiera” más o menos -o eso diga-, sólo hay que ser un poco razonable para entender que los viajes en camiones, trenes o aviones de forma constante, el cambio de entorno, los gritos, las luces… la falta de una “guarida” estable a la que volver cada día y los estúpidos ejercicios contra natura que les obligan a realizar, causan un sufrimiento grave en cualquier animal que no sea el hombre.
Se siguen abandonando cientos de caballos, miles en un año, lo que pasa es que ya no es noticia
P.- Recuerdo, cuando se iniciaron los años más duros de la crisis, allá por 2008, 2009, haber leído -entonces sí- algunos reportajes durísimos explicando que la tenencia de caballos se había convertido en una moda, en un “capricho caro” de nuevos ricos, surgidos al calor de la burbuja de los años anteriores. En unos casos se trataba de una sola persona y en otros, por el elevado coste del mantenimiento de estos animales, la adquisición se hacía a cargo de un grupo de amigos o compañeros. Lo cierto es que, cuando muchos se arruinaron y prescindieron por tanto de gastos, unas de las primeras víctimas fueron estos pobres animales, a los que abandonaron. Recuerdo también haber visto imágenes terribles de equinos vagando solos por algunas praderas cercanas a Madrid o a Guadalajara, en condiciones lamentables, con sus pobres huesos a la vista. ¿Esto sigue sucediendo?
R.- El ser humano busca excusas para todo y además se autoengaña con una facilidad pasmosa. Que hubiera crisis o no yo no lo sé, porque vivo en una permanente desde hace veinte años, pero jamás he abandonado a un miembro de mi familia por mal que lo haya pasado. Lo que le puedo decir es que cuando denunciábamos a los propietarios de caballos famélicos o muertos por inanición siempre daban la misma excusa: la de “la crisis”. Lo cierto es que comprobábamos que ellos seguían conservando sus puestos de trabajo, conduciendo los mismos coches y manteniendo sus chalecitos o pisitos vacacionales. Al parecer, los que solucionaban el problema de la crisis en estas familias eran solamente los caballos. Jamás me creí entonces que se abandonara o se matara un caballo por la crisis y sigo sin creérmelo ahora. De hecho, no se puede decir que ahora seamos los reyes del Mambo, y sin embargo, la situación, en la actualidad, sigue siendo la misma. Quiero decir, que nadie se piense, por favor, que porque ahora no salgamos en la televisión el panorama ha mejorado. Se siguen abandonando cientos de caballos, miles en un año, lo que pasa es que ya no es noticia.
P.- Nunca nos cansaremos de repetir que un animal no es un juguete, ¿verdad? Y que cuando se adquiere, ha de ser con responsabilidad.
R.- La Unión Europea ya hace tiempo que ha declarado a los animales como seres sintientes, pero el problema es que no hay ninguna Ley a nivel mundial que pueda declarar al ser humano como animal pensante.
Jamás me creí entonces que se abandonara o se matara un caballo por la crisis y sigo sin creérmelo ahora
P.- ¿Existe sensibilidad en España respecto al maltrato animal? Estos días vemos imágenes terribles en las redes sociales de malnacidos que tiran a perros por la ventana o, el otro día sin ir más lejos, apalean hasta la muerte a un zorro. Sé que esto provoca una ola de indignación siempre, a tenor de los hilos de Twitter... pero no sé si es postureo o responde a una sensibilidad real.
R.- Estas acciones han existido siempre. Lo que ocurre es que ahora, con las redes sociales, se ha incrementado el conocimiento de las mismas por parte de la población. Pero en realidad es un arma de doble filo. Para serle sincera y aún siendo la presidenta de esta Asociación, yo no tengo ni una red social con mi nombre. Nuestras redes las llevan nuestros poquísimos pero magníficos voluntarios. A mí, como encargada de las denuncias del CYD, las redes no me sirven de nada en los casos de maltrato. Bueno, mentira, me sirven para fastidiarme el trabajo y hacérmelo más difícil. Es muy fácil hacer escribiendo unas líneas, pero no es fácil sentarse en el banquillo para ejercer la acusación. Es fácil poner emoticonos con caritas lacrimógenas, pero muy difícil soportar las lágrimas mientras intentas leer el microchip a un cadáver.
P.- Lo cierto es que avances sí que ha habido… las leyes se han endurecido. Hace veinte años hubiera sido impensable que alguien tuviera responsabilidad penal por apalear, matar o incluso abandonar a un animal y ahora esto sí es una realidad ¿Qué más hace falta en este sentido?
R.- Que se cumplan las leyes. ¿De qué nos sirve que se endurezcan las leyes si ni siquiera las anteriores se cumplen? Muy poca gente sabe que, aparte de que los ayuntamientos en todo el territorio nacional incumplen sistemáticamente la legislación vigente en cuanto a sus obligaciones con los derechos de los animales, la Administración competente para imponer las penas y/o multas por faltas o delitos a las personas que hayan cometido algún tipo de delito contra los animales, no obligan a éstas al pago de las sanciones correspondientes. Estos organismos son: Ayuntamientos, Ministerio de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente, Gobernación y Juzgados. Lo crea o no, las multas no se están cobrando salvo pocas excepciones y respecto a los caballos, son irrisorias. Maltratadores y personas que abandonan animales se están riendo de los jueces, de las fuerzas del orden, de los alcaldes… ¡y estos, tan tranquilos! Para mí es mucho más culpable ahora mismo la Administración que el propio criminal. Preferiría que anularan las leyes que no saben hacer cumplir y reinara la anarquía que diera libertad a los defensores de los animales a responder con la misma moneda. Es fácil hacerle daño a un animal, pero eso sólo lo hace un cobarde. Veríamos cómo se comportaría ante un humano “sumamente cabreado”.
Preferiría que anularan las leyes que no saben hacer cumplir y reinara la anarquía que diera libertad a los defensores de los animales a responder con la misma moneda
P.- El Partido Animalista, el PACMA, tiene en España alrededor de 400.000 votantes que le son extraordinariamente fieles. Le confieso que me gustaría ver a alguno de sus miembros algún día en las instituciones... ¿llegará ese día?
R.- No entiendo de política gracias a Dios, pero imagino que para que eso sucediera tendrían que aliarse con algún otro partido… y se “armó el Belén”. Sinceramente, no, no creo que eso suceda, al menos en un futuro inmediato. Un día tuve la inmensa desgracia de asistir a un pleno de un ayuntamiento, en concreto el del pueblo de Alhaurín de la Torre en Málaga y jamás he sentido tanta vergüenza ajena. Tuve que asistir para intentar paralizar la asistencia de los ponies de feria en las fiestas populares y lo que vi y oí allí me produjo náuseas. No veo a un ser humano con buenos sentimientos e inteligente en el Gobierno, la verdad.
P.- Dígame qué se puede hacer para colaborar con ustedes o apadrinar a un animal.
R.- Aparte de rezar, para que podamos seguir actuando como hasta ahora –sobre todo para que tengamos salud- necesitamos medios económicos. A veces, la gente sólo piensa en el material necesario para mantener los animales que tenemos, pero pocos se plantean lo que cuesta una denuncia contra un criminal. El mantenimiento de un lugar tan grande como éste… y cientos de cosas más. Necesitamos patrocinadores, que apoyen nuestra causa, como lo hace piensos Altube desde hace años, que dona todo el pienso de los caballos más débiles y enfermos. Para nosotros son imprescindibles también los padrinos que colaboren de forma mensual con la cantidad que ellos deseen. No hay una cantidad mínima, lo subrayo. TODA ayuda es bienvenida y necesaria; gente que se anime a pagar una factura veterinaria o la de un proveedor de paja o heno; voluntarios que con sus manos ayuden a nuestros animales sobre todo dándoles el amor que se merecen. Nuestros animales están muy enfermos, viejos o con lesiones crónicas debido a las antiguas palizas y malos tratos. Apadrinar a uno de ellos por la cantidad que se desee, no sólo es una ayuda para nosotros, es un gesto de amor universal que será devuelto, seguro.
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