No son muchas las ocasiones en las que tengo la oportunidad de conocer a una de esas personas a quienes yo catalogo como líderes integrales. Productos humanos excepcionales que brillarían en cualquier ámbito de actividad. El personaje que hoy les propongo es uno de ellos. No voy a cometer la torpeza de recordar su impresionante curriculum porque es de sobra conocido. Economista de formación, por su afición a las matemáticas, no siguió precisamente un camino sencillo ni rectilíneo hasta llegar a las que serían sus más altas responsabilidades. Y es que, su primer sueldo, lo explica con orgullo, lo percibió como monitor de esquí, deporte que adora y en el que hubiera trabajado incluso gratis.
Después vinieron otros empleos, clásicos en un chico joven a quien sus padres envían a Londres, como empleado de una pizzería. Su pasión por las motos y su formación, también humanística, terminan de conformar una compleja arquitectura mental que ha hecho de Marcos de Quinto el hombre que es hoy. A sus sesenta y un años, tras haber llegado a la cúpula mundial de Coca Cola, compañía en la que ha pasado treinta y siete años, ha decidido dar un paso definitivo: saltar a la actividad pública de la mano de Albert Rivera.
Con la vida resuelta, feliz y enamorado al lado de su mujer, con la que espera un bebé, Marcos de Quinto sentía la necesidad de hacer algo por España, por su país. "No he venido a resolver mi vida sino más bien a complicármela", dice con seriedad pero a la vez con entusiasmo. Explica que, el haber gestionado una empresa con más de 120.000 trabajadores en todo el mundo y 28.000 millones de facturación le otorga una sobradísima capacidad para volcar ahora su experiencia, no en favor de una corporación privada, sino de sus compatriotas. Sus ideas son tan claras y la exposición que hace de las mismas tan precisa que no puedo por menos que desearle suerte. Hoy tengo el honor de tomar mi café con Marcos de Quinto.
Pregunta.- ¿Cómo se le ocurrió dar el salto a la política, después de una larga carrera repleta de éxitos y que le ha convertido en uno de los directivos españoles que más alto ha llegado en el mundo de las multinacionales?
Respuesta.- La política me ha interesado desde siempre. He mantenido, eso sí, un cierto agnosticismo respecto a la no militancia en ningún partido, pero he seguido muy de cerca la política. Me ocurre lo mismo que con el fútbol. Tampoco he sido nunca socio de ningún equipo, aunque en este caso, no lo sigo tan de cerca. Hubo un momento en el que, tras ver a mi alrededor tanta gente quejándose de muchas cosas que tienen que ver con la política, yo mismo quejándome también, pensé que ahora que llevaba una vida algo más relajada, tras haber dejado Coca Cola después de 37 años, tenía la posibilidad de dejar de quejarme... de dar el paso y tratar de hacer algo, modestamente, para tratar de mejorar las cosas.
Me quedo al menos con la conciencia tranquila de intentar hacer algo por mi país. Eso es todo. Debo decir que me ha sorprendido una cosa, tal vez es lo primero que me ha llamado la atención: el hecho de que mi paso sorprendiera. Me ha resultado curioso.
Yo soy un gestor que ha gestionado una empresa cuyos ingresos netos eran de 28.000 millones de euros. Mucho más que cualquier comunidad autónoma. Una empresa que tenía 120.000 empleados operando en más de 200 países. Soy una persona con 37 años de experiencia, como digo, que no habiéndolo hecho mal, percibe que hay gente a la que le sorprende mi paso. Mal estamos para que, sin embargo, no solo no sorprenda, sino que se acepte que otros, que nunca han gestionado nada, puedan, por ejemplo, presidir Correos, que tiene 50.000 empleados y compite con Amazon. No sé qué visión tendrá este hombre (el nuevo presidente de Correos) sobre ese segmento y dónde quiere colocar Correos. Es escandaloso.
P.- ¿Qué opina del enchufismo? Porque ha tocado usted un tema clave de los que quería abordar en esta entrevista. España, lo estamos viendo, tanto con gobiernos socialistas como populares, ha destacado siempre por un rasgo vergonzoso como ha sido la enorme tendencia de colocar a dedo, en el caso del último gobierno del PSOE hasta 500 nombres, como el que acaba de mencionar de Correos. ¿Qué puede hacer Ciudadanos para poner fin al enchufismo y a la falta de meritocracia
R.- Haciendo reformas. En el programa de Ciudadanos proponemos una ley antidedazo que impida que esto se produzca. Queremos que a todos los cargos de empresas públicas se acceda por méritos y que la gente se presente con sus currículums y su cualificación para desempeñarlos. Durante los últimos cuarenta años se nos ha estado engañando con todo eso de los rojos y los azules... y como tú has dicho, da igual. Yo pongo siempre esta metáfora: es como que España fuera un coche en el que lo que han ido haciendo es cambiarse el volante... 'Ahora me toca a mí, ahora a ti'. Cada cuatro u ochos años uno pasaba al asiento del copiloto y el otro al del conductor. Pero nunca abrían el capó para decidir qué piezas había que cambiar. Ha dado igual que haya gobernado el PSOE o el PP, porque al no haber hecho reformas todo ha seguido de la misma manera. Gobernara el PSOE o el PP, 'la banca siempre ganaba', es decir, el nacionalismo excluyente siempre ganaba. Que ganaba el PSOE, les daban un montón de dinero para asegurarles la gobernabilidad. Que ganaba el PP, sabían que les darían cuponazos u otras cosas. Eso no cambiaba. El CGPJ exactamente igual: ganase quien ganase, se lo iban a repartir entre ellos. Queremos hacer reformas para que también eso cambie. Incluso proponemos que el Fiscal General del Estado, elegido por el gobierno, sea refrendado en el Parlamento por todos los grupos y su mandato sea de seis años y no de cuatro. Podría poner miles de ejemplos. En las empresas públicas colocan a los suyos y forman sus chiringuitos. Queremos que cambie ese sistema. No que el mismo sea usado por unos o por otros. Por eso la cuestión no son azules o rojos sino inmovilistas que están usando este sistema o reformistas. Ciudadanos no está metido en esto.
P.- Ya, pero se dice que, por mucho que alguien, o un nuevo partido en este caso llegue con ideas o con ganas de cambiar las cosas, la maquinaria es tan brutal que los nuevos actores de la política se diluyen también entre los tentáculos de la burocracia hasta hacer prácticamente inevitable que la política fagocite las capacidades de liderazgo que personas, como por ejemplo alguien como usted, trae desde fuera. ¿Cómo se puede evitar esto?
R.- Al final, son las personas. La política en sí misma no existe. Cuántas más personas la ejerzan y que no sean vicarias de los sistemas o que la tengan como una profesión, será todo más sencillo. Ahora parece que soy como una rara avis, cuando no debería ser así. En 1978, casi todos los que ocupaban los escaños del primer parlamento, eran profesionales: médicos, arquitectos u obreros del metal. Daba igual. Pero era gente que venía con su trabajo porque habían ejercido la política, la mayoría de ellos, en la clandestinidad. No se podía vivir de la política sino todo lo contrario; podías ser perseguido por ello. Los pocos que quedaban que podían haber vivido de ella eran los que provenían del Movimiento Nacional. El parlamento estaba, de esta forma, conformado por una representación de la sociedad civil. A día de hoy, soy yo el que parece que soy algo parecido a un intruso, o un extraño. Pues no; los intrusos son quienes se apropiaron luego de esos sillones en el Congreso, y que creen que esos sillones les pertenecen, no gente como yo. Me refiero también a los profesores de política de determinada universidad que creen que por haber estudiado Ciencias Políticas son los mejores para conducir este país.
En las empresas públicas colocan a los suyos y forman sus chiringuitos, queremos que cambie ese sistema
Yo creo que haber gestionado una empresa también te da muchos créditos para poder gestionar bien un país, porque no difiere tanto una cosa de la otra. Para gestionar una empresa, o un país, lo primero que tienes que saber es quiénes son los clientes. Y muchas veces los políticos han pensado que los clientes son solo sus militantes o sus votantes, como se ve en Cataluña, con los independentistas. No. Los clientes son los ciudadanos y es muy importante saber qué tú estás para servir a tus clientes, no tus clientes para servirte a ti. Y que los partidos no están para quitarnos el dinero, sino que somos nosotros (los electores) quienes les financiamos a ellos. Lo segundo que es necesario es un propósito. Los políticos estamos aquí para mejorar la vida de la gente, para no complicársela, para hacerles más felices.
Después hay que saber qué producto se vende. Necesitan educación, necesitan sanidad, necesitan protección para cuando lleguen los malos tiempos¿Y qué precio pongo? Pues unos impuestos moderados.
P.- Una de las cosas que hago, señor De Quinto, cuando selecciono o entreno a directivos, es la de no entrar en ninguna empresa cuyos valores no se compartan. O viceversa, que sus valores encajen en los de la empresa. En su caso: ¿cuáles son los valores de Ciudadanos que le han convencido para casar su visión con la de Albert Rivera?
R.- Una persona entra en la empresa en la que puede entrar. Esto lo primero. Luego ya, desde dentro, tú puedes ser parte, porque las empresas no existen, sino que son realidades 'inventadas'. Las empresas son un apunte en un libro, pero están compuestas de gente. las empresas no piensan, piensan las personas. Solo en la medida en la que tú avanzas en ella tú puedes hacer el cambio de esa empresa y decidir si se avanza por aquí o por otro lado. En ese sentido creo en la gente y en la gente que puede cambiar las empresas desde dentro. No creo en los grandes valores de las empresas que están rotulados en las recepciones de las grandes corporaciones, porque acerca de eso que está grabado en mármol en las casas matrices, le podría decir muchas cosas. Lo publico de hecho en mi libro, que sale a la luz el 30 de abril, aunque no quiero hablar mucho sobre él (risas)… Le puedo recordar lo que estaba escrito en Lehman Brothers o en otras. Las empresas no tienen valores, los tienen los ejecutivos. Y si un ejecutivo cambia diecisiete veces en su vida... ¿usted cree que cambia sus valores? Mire, los valores se adquieren a muy corta edad, entre los 7 y los 15 años. Y si uno es un sinvergüenza, da igual por donde se mueva.
En mi caso, yendo ya a su pregunta, en cuanto a mis valores personales, me declaro un ferviente defensor de la libertad. Para mí es lo más importante junto a la justicia y a la igualdad de oportunidades, que no es lo mismo que el igualitarismo. Cuando tú crees en la libertad puedes ejercerla de distintas maneras. Puedes trabajar sábados y domingos y matarte por algo porque te interesa y, probablemente, te vaya bien. O vivir la vida confortablemente con el menor esfuerzo. También es legítimo. No lo critico. Lo que critico es que, el que haya optado por lo segundo quiera vivir igual que el otro. Eso sí lo critico. Dicho esto, cuando yo miraba a la derecha, a los partidos conservadores de nuestro país, me di cuenta de que su discurso habla mucho de libertad económica, pero que suele traducirse en capitalismo de amiguetes, con autopistas u otros tinglados montados. ¿Por qué lo llaman libertad económica cuando quieren decir capitalismo de amiguetes? Cuando pasamos al terreno de las libertades propias de las personas, estos partidos siempre han ido arrastrando los pies. Cuando se ha hablado del matrimonio de personas del mismo sexo, del aborto, o de otras cosas. En suma, entendí que esa gente no reflejaba mi pensamiento.
Cuando miraba a mi izquierda, me encontraba con gente que respecto al emprendimiento o la libertad económica eran absolutamente intervencionistas. Pero no era eso lo peor, sino que, cuando aparecía cualquier empresario o emprendedor de éxito, parecía que había que acabar con ellos. Decía Olof Palme, que era socialista: 'Estoy en contra de que la izquierda quiera acabar con los ricos, lo que hay es que acabar con los pobres'. Aquí tenemos todavía esa izquierda intervencionista y que solo presumen de la libertad en lo que se refiere a las conquistas individuales, pero cuando rascas un poco es mentira. Lo es porque no le gusta que la gente sea librepensante y que entienden su dogmatismo de manera excluyente y creen que se debe pensar tal como piensan ellos porque si no, estás fuera. Se ve por ejemplo en el caso del feminismo; solo lo es tal como ellos lo entienden: excluyente e indisociado del anticapitalismo. Pretenden hacer un nuevo catecismo y yo estoy en contra de las teocracias. Y lo que he encontrado es una teocracia conservadora, a la derecha, y otra a la izquierda. ¿Cuál era el único partido que defiende el liberalismo económico y a la vez defiende los derechos individuales con seriedad y rigor? Mire, es muy interesante el apartado de la gestación subrogada. Rivera y Ciudadanos han puesto, a este respecto, un espejo tanto frente a la derecha como a la izquierda. Si no hay explotación, ¿por qué alguien tiene que decirle a alguien que no puede hacer algo? Un liberal no puede prohibirlo. Por eso me encuentro, por resumir, en una formación que, dentro de las que hay, defiende ambas cosas. Me siento cómodo.
Cuando yo miraba a los partidos conservadores de nuestro país, me di cuenta de que su discurso habla mucho de libertad económica, pero que suele traducirse en capitalismo de amiguetes
P.- Le pregunto ahora sobre los debates: ¿No le parece vergonzoso, comparándonos con otros países, el hecho de que un presidente decida si va o no a un debate televisivo y de paso pretenda influir en si estos van a tener lugar o no?
R.- Me hace gracia lo que decía hace algún tiempo un tal Pedro comparado con lo que dice ahora otro tal Pedro que se parece mucho al actual. El programa del PSOE incluía la regulación de los debates, y dos días antes de que surgiera la polémica, lo quitaron. Curiosamente. Todo esto es una falta de respeto a la inteligencia. Los ciudadanos tienen derecho a que los políticos que quieren gobernar debatan entre ellos. Es muy cómodo hacer una entrevista en un medio afín o dar un speech en un acto con los tuyos. Pero llega un momento, como en los juicios, en que se necesitan careos para ver quien está en posesión de la verdad. La ausencia de debates es como un juicio en el que todos son acusados y por tanto pueden mentir, a diferencia de los testigos. Un juicio en el que no hay careos. Imagínese que es usted juez y se tiene que enfrentar a esa realidad. Los ciudadanos, que somos esos jueces, debemos exigir una prueba de confrontación. Por tanto, esto debería estar legislado. Pero mientras no esté en ley, la opción es que, si no hubiera querido asistir Sánchez finalmente, se coloca una foto o un maniquí y que los demás hubieran hablado sin él. Es un ejemplo... o un cara a cara de Albert Rivera, que fue el primero en pedirlo, con una figura de Sánchez. Lo que no se puede es, porque uno no quiera debatir, hurtar ese espacio al resto.
Yo creo que haber gestionado una empresa también te da muchos créditos para poder gestionar bien un país, porque no difiere tanto una cosa de la otra
P.- ¿Qué foto tiene de España en este momento? Usted, que ha viajado por todo el mundo, si tuviera que hacer un retrato fiel, ¿ cómo nos definiría?
R.- España sigue siendo el país más maravilloso del mundo. Con diferencia. Y he vivido en muchos. Muchas de las personas que he conocido en lugares muy diversos me lo confirman. Y queremos que siga siendo así. Por nuestra esperanza de vida, por nuestra sanidad o por nuestra seguridad que es de las más altas del mundo aunque nos quejemos. Que siga siendo el mejor país del mundo para formar una familia, para trabajar en él, para ser autónomo y para construir un proyecto de vida, en suma. Me deja alucinado que haya tanta gente en política que no crea en España. El otro día escuché en una emisora referirse al bloque progresista y al bloque conservador. Y cuando hablaban del primero yo pensaba: '¡Pero qué narices es esto del bloque progresista! Si lo piensa bien está, por un lado la oligarquía catalana del 3%, el PRI vasco [PNV], que lleva gobernando allí toda la vida igual que el PRI mexicano, los herederos de Bildu que nunca abrían la boca cuando le pegaban un tiro en la nuca a alguien que no pensaba como ellos, los que añoran un modelo económico chavista... y el PSOE.
En vez de colocarles la etiqueta de progresistas deberíamos poner otra. Lo digo yo que vengo del campo de la econometría y me dedico al análisis multidimensional y a analizar ejes, y me pongo a pensar: '¿Qué tienen en común esta gente tan variopinta?' Pues tienen en común el hecho de que cuando ven una bandera de España o se habla del rey Felipe VI les ocurre lo mismo que a los vampiros cuando ven un crucifijo o una ristra de ajos. Son insolidarios y quieren perpetuar los privilegios en función de en qué sitio se haya nacido. No tienen cariño alguno hacia España y hacia su historia, con una ignorancia tremenda, y tampoco tienen claro su modelo de país porque unos dicen plurinacional y otros dicen otra cosa. En resumen: son desafectos de España, no progresistas.
Es horroroso que quieran gobernar España gentes que no tienen respeto ni cariño hacia esto. Yo soy miembro del Queen Sofia Spanish Institute de Nueva York y hay un desconocimiento grande allí de lo que es España, en EEUU ahora están tirando estatuas de Colón … pero que esta gente (los llamados progresistas), que son españoles, hayan comprado la Leyenda Negra y que estén incidiendo sobre eso... en fin. Gentes que ignoran que, en 1510, Fernando el católico autorizó los matrimonios mestizos y que todos los indios en América pasaban a ser españoles de pleno derecho. ¡Los ingleses nunca! Y en los EEUU, solo en 1964 se promulga una ley en su Congreso que declara anticonstitucional que cualquier estado pudiera prohibirlos. Es decirque, hasta ese año, no era anticonstitucional prohibir esos matrimonios mestizos y había estados que lo hacían. Quiero decir que no todos los derechos civiles son conquistas anglosajonas... ¡que ya Fernando el Católico había avanzado! Si los españoles no conocemos nuestra propia historia e impedimos ser ninguneados no vamos bien. Necesitamos gente que crea en España, que apueste por su futuro y que conozca nuestra historia, no a estos indocumentados que quieren gobernarnos bajo otros parámetros.
P.- ¿Qué opina del intento de ese bloque al que nos referíamos, en esta campaña, de juntar en el mismo saco de las derechas a partidos como el suyo o los que lideran Casado o Abascal?
R.- Al igual que le decía sobre el bloque progresista, niego la mayor. Ellos están juntos, pero por lo que están de acuerdo, que es todo lo que acabo de explicar. Su consenso en cuanto a la antiespañolidad. Respondiendo a su pregunta, yo no me considero conservador. Ni nadie en Ciudadanos. Conservador es, por volver a mi ejemplo inicial, el que quisiera seguirse cambiando el volante y que las cosas no cambiaran. El único partido que trata de hacer reformas es Ciudadanos, y eso es lo contrario a ser conservador. No sé lo que serán otros, pero desde luego, nosotros no. Somos los únicos que proponemos reformas para salir de este bucle.
A Pedro Sánchez le tocó la lotería con la moción de censura y se echó en brazos de Iglesias, Torra y Rufián
Lógicamente, la maquinaria propagandística que trata de colocarnos, porque ese es el interés del PSOE, solo habla de la foto de Colón, por ejemplo. Nosotros, el 8 de octubre de 2017, estuvimos en una manifestación en Barcelona, tras la declaración del Rey Felipe VI, por la unidad de España. Allí sí estuvo el PSOE... ¡qué curioso! Aún estaba a favor del artículo 155. Allí estuvo también el PP. Estuvimos también en el orgullo gay. Ahí no estuvo el PP, pero sí estuvo el PSOE. Estuvimos en Colón y allí no vimos al PSOE, pero sí al PP y también se acercó el nuevo partido. Y el 8 de marzo, estuvimos en la manifestación del día de la mujer. Ahí no vino el PP, pero nosotros sí acudimos… ¡Que nos saquen el álbum completo!
Estamos donde creemos que tenemos que estar. En Colón y en el día de la mujer. Es un mero interés propagandístico el sacar solo una foto. Nunca hemos dejado el centro, somos radicales de centro. Eso no significa equidistancia, ni con la corrupción ni tampoco a la hora de defender la Constitución. Estamos en el centro y no nos hemos movido a la derecha, como pretende hacer creer el PSOE con su maquinaria publicitaria. Y como somos de centro, hemos pactado con la derecha moderada y con la izquierda moderada. Mientras cumplieran unos u otros ciertos condicionantes, nos daba igual uno u otro. Eso no es ser veleta... eso es no ser sectarios. Mientras que no haya imputados y se sea constitucionalista, nosotros podemos pactar. ¿Qué ha pasado ahora? Hemos dicho que podíamos pactar con el centro izquierda moderado, pero cuando hemos mirado hacia ese lado... ¡se habían ido! No había nadie. Se habían ido a los brazos de Podemos y de los independentistas. A ver si el 28 de abril les enviamos al rincón de pensar y ya, en la oposición, recapacitan, incluso con un Congreso Extraordinario, y ojalá se iluminen y vuelvan con un nuevo liderazgo a ocupar ese espacio de centro izquierda que es muy necesario para España porque da mucha estabilidad. Pero es que a Sánchez le tocó la lotería con esa moción de censura y desde entonces se echó en brazos de Pablo Iglesias y de Quim Torra y de Rufián. Y ha dejado huérfanos a muchos electores de centro izquierda que van a votar a Ciudadanos. Personas incluso que se han integrado en el proyecto de Rivera como Soraya Rodríguez o Celestino Corbacho porque no se sienten identificados con este PSOE.
P.-: Usted, que ha conseguido todo en la vida... ¿qué sueños le quedan para el futuro?
R.- Estoy satisfecho con lo que tengo. Tengo una mujer maravillosa, estamos esperando una bebé y para mí ya no pido nada más que seguir como estoy. Pretendo estar ahora un período razonable -porque no he venido a solucionar mi vida sino a complicármela- en política, para ayudar a mi país, y el sueño por eso no es tanto para mí sino para los españoles: que el día 28 den el voto de confianza a algo nuevo porque siempre hemos tenido PP y PSOE y estaría bien que ahora un partido reformista pudiera cambiar las cosas.
P.-: ¿Le gusta el eslogan de '¡Vamos!'?
R.-: No voy a caer en el error de comentar eso (risas)… hay un error común entre los ejecutivos que es, al acceder a otra responsabilidad, seguir pendientes de lo que hacen los que ocupan su anterior tarea. Yo no estoy encargado de marketing, habiéndome dedicado a ello muchos años en Estados Unidos y siendo educado desde muy joven en especialistas en marketing político de aquel país. Por tanto, y por respeto al trabajo de otros, no comentaré. Pero comparado con el resto de lemas, desde luego que nuestro marketing no es de peor calidad que las demás.
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