El aeróbic es probablemente una de las facetas más conocidas de Jane Fonda, pero es menos conocido que sus famosos ejercicios nacieron no solo para mover al mundo, si no para cambiarlo. La popular actriz quiso recaudar fondos para la Campaña por la Democracia Económica, la organización que llevaba con Tom Hayden, entonces su marido, y con la que querían hacer de contrapeso a la América conservadora de Reagan. Escribió un libro y grabó un vídeo, Jane Fonda’s Workout, con ejercicios para practicar en casa que se convirtieron en superventas. La campaña que emprendió con los fondos ganados con leotardos y calentadores promovía el uso de la energía solar y medidas sociales de todo tipo para la ciudadanía y su implicación en la vida pública. Consiguieron hasta 50 cargos electos en el estado de California.
Jane Fonda no cambió el mundo, pero su vídeo fue determinante para el desarrollo de la industria del vídeo y la cultura del deporte. En los años ochenta nadie compraba reproductores de vídeo, no existía una industria del alquiler, pero los ejercicios de Jane Fonda llegaron a todas partes. Las 17 millones de copias necesitaban reproductores en las casas. “De un día para otro aquel vídeo se convirtió y, todavía es, el vídeo número uno de todos los tiempos”, explica la actriz en Jane Fonda en cinco actos, el documental de Susan Lacy que estrena HBO este 25 de septiembre. La industria del vídeo considera sus ejercicios terminantes para su implementación en los hogares americanos y el desarrollo de la industria del alquiler con gigantes globales como Blockbuster.
Su contribución al deporte y, a su vez, al sedentarismo del ocio casero, no es la única paradoja de su vida. Fue una hija modelo para los Estados Unidos más conservadores y se de un día para otro se convirtió en activista contra la guerra a punto de ser enjuiciada por traición por visitar Hanoi en plena guerra de Vietnam. Llevó una vida comprometida y activista a la vez que ganaba Oscars y, posteriormente, se casó con uno de los hombres más ricos y poderosos del mundo: Ted Turner.
La vida de Jane Fonda se cuenta en hombres: cuatro. Los necesarios para que ella se diera cuenta que no necesitaba ninguno. Ellos son las partes en las que está estructurado el documental de HBO. Los hombres: su padre, Henry Fonda, y sus maridos, el director francés de cine Roger Vadim, el activista Tom Hayden, y Ted Turner, el multimillonario. Y, por último acto, ella.
La historia de Jane Fonda contiene varias vidas en una. Creció como la hija de una gran estrella de Hollywood, Henry Fonda, la encarnación del americano perfecto que tenía la familia ideal y encarnaba los mejores valores de una américa ensimismada y conservadora. Un padre que no sabía transmitir emociones a los suyos y que desatendió emocionalmente a su familia. Su mujer, sumida en una depresión se suicidó, un capítulo dramático del que Jane no supo de los detalles hasta muchos años después.
Jane Fonda encontró en la interpretación la mejor manera para obtener ingresos y poder mantenerse. Creció con una gran popularidad por ser hija del actor favorito de los americanos. Pero además del apellido le acompañó el talento en una carrera que despuntó rápidamente.
En 1968 cambiaron muchas cosas en el mundo, una de ellas fue la actriz quien vivía en mayo de aquel año en París. Como reconoce en el documental no entendía nada, no sabía por qué se producían las protestas en las calles de la capital francesa, así que empezó a interesarse por lo que pasaba. Y Jane Fonda cambió para siempre, dejó atrás a su marido Roger Vadim quién la había convertido en icono erótico de aquellos años en la película Barbarella.
El camino del activismo
“Jane Fonda. ¿Qué le pasa a Jane Fonda? Lo siento mucho por Henry Fonda, que es un buen hombre. Ella es una gran actriz. Es guapa. Pero chico, esta mujer va siempre por el camino equivocado”. Es Richard Nixon cuya voz arranca el documental de HBO con esta reflexión grabada en la Casa Blanca en 1971. El camino al que se refería el presidente es el que había emprendido Fonda tras su vida parisina. Regresó a Estados Unidos donde empezó su implicación contra la guerra de Vietnam. Su imagen al servicio de la causa antibélica llegó a convertirse en un serio problema público, con manifestaciones que pedían ejecutarla por traición tras visitar a Hanoi. Entre 1970 y 1980, época en la que combinó su activismo con el cine, obtuvo dos Oscar, entre siete nominaciones y siete Globos de Oro. Tuvo tiempo de trabajar con su padre en El estanque dorado, cinta en la que Henry Fonda y Katharine Hepburn se llevaron sendos Oscar por su interpretación.
La última década del siglo pasado, tiempo en el que estuvo casada con Ted Turner, el magnate de la CNN, Fonda tuvo menos trabajo en el celuloide y su actividad política decreció. Pero en con el nuevo siglo y su vida de soltera ha incrementado su producción cinematográfica. También su activismo, se ha multiplicado en las manifestaciones feministas y se la ha visto en movilizaciones de Greenpeace contra el uso de combustibles fósiles. Con 80 años sigue dando lecciones de cómo hay que moverse, en casa y fuera de casa.
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