El nombre era de lo menos atractivo para augurar su éxito. ¿Gambito de dama, qué es eso?, fue la pregunta más repetida cuando la plataforma lanzó su nueva apuesta protagonizada por Anya Taylor-Joy y basada en la novela homónima de Walter Tevis.
La miniserie de Scott Frank ha conseguido sorprender en su maestría a la hora de presentar una narración liderada por un deporte como el ajedrez. Aunque ni Magnus Carlsen ni Fabiano Caruana aparecen en ella, no lo necesita.
La sinopsis parece más simple de lo evidente: en la Kentucky de los años 50 y sumergida en plena Guerra Fría, la joven Beth Harmon (Taylor-Joy) es una huérfana con una aptitud prodigiosa para el ajedrez, mientras lucha contra la adicción en forma líquida y sólida.
Gambito de dama es una apertura de ajedrez que ahora da nombre a una de las series más exitosas en la plataforma de streaming americana. El primer episodio pone al espectador en contexto de lo que está por acontecer: de manera casi espontánea, una joven Harmon se topa con un mundano maestro en el sótano de su orfanato, Mr. Shaibel (Bill Camp). Él la introducirá en el mundo competitivo y profesional del ajedrez durante su estancia allí.
En su búsqueda por la excelencia en un deporte que no dominan las mujeres, la joven Harmon se topará con una nube negra que marcará gran parte de su crecimiento. La protagonista a la que da vida Anya Taylor-Joy también tendrá que afrontar diversos retos familiares y convertirse en su versión más óptima para consagrarse como la mejor jugadora del mundo.
Torneo tras torneo, Harmon irá perfeccionando su técnica y cayendo en la cuenta de que, donde hay luz también existe sombra. El cliché de ser nuestro peor enemigo se adapta a la personalidad de la protagonista. Su interés por pulir cada error y por vencer a Borgov, el campeón soviético que se le resiste, la conducirá a la locura.
Consagrada como artista en la gran y pequeña pantalla
Anya Taylor-Joy, una joven con múltiples nacionalidades (su madre es británica con ascendencia española y su padre es argentino-escocés), saltó a la fama cuando interpretó a Thomasin en la aclamada película de terror The Witch. Desde entonces, la joven de 24 años ha aparecido en series como Peaky Blinders o en la película Múltiple junto con James McAvoy.
Sin embargo, la crítica avala a su Beth Harmon como la interpretación más completa y atrapante hasta la fecha. Ya sea porque primero es adolescente y una mujer después, Taylor-Joy casa como anillo al dedo en el rol de la ajedrecista: sutil, pero letal, como el deporte en sí.
¿Un Chanel entre bolsos de Zara?
Después de varios estrenos muy esperados que terminaron decepcionando a la crítica y audiencia, como Emily en París, Netflix parece haber dado en el clavo con una serie que, entre tanta purpurina, parecía ofrecer de todo menos confetti.
Gambito de dama ha conseguido ganar a los escépticos y callar bocas con respecto a si un deporte tan estático como el ajedrez podría conseguir hacer mover ficha a aquellos que lo contemplasen para el entretenimiento.
La victoria de la miniserie de Scott Frank parte de que, en una plataforma en la que la rápidez, el plano corto y la ley del no más de cuatro segundos mirando la misma escena establecen sus normas acerca del producto audiovisual, Gambito de dama se permite el lujo de contar la historia de manera pausada, pero dejando siempre una miguita de pan a la que volver. Además, la ambientación y el atrezzo transportan al espectador a los años en los que las faldas à la Grease llenaban los restaurantes y los batidos eran la bebida predilecta de una juventud que bailaba al son del twist.
La audiencia quiere más y más: ¿llegará Harmon a ser una estrella del ajedrez? ¿Podrá sobrevivir al machismo de la época y a los problemas personales que la atormentan desde pequeña? En la simplicidad está la clave, y quizá esa sea la pista que desvela por qué la serie de Netflix ha maravillado incluso a un público saturado de opciones.
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