"Me bebí como un litro y medio de zumo de uva", espeta Leonor Watling mientras los medios esperan a que arranque la entrevista virtual. "Más fuerte que el Red Bull", seguía. "No sé si es que tiene mucho azúcar o qué, pero vamos, estaba...", prosigue mientas hace una mueca en referencia a la energía que el mosto le había proporcionado entre toma y toma. En el rodaje de La Templanza no pudieron beber vino, pero gran parte de la trama gira en torno a unas bodegas situadas en Jerez en mitad del siglo XIX.
Aunque las mujeres presentan una voluntad de romper los roles de género que las maniataban día y noche, Watling, que interpreta a Soledad Montalvo, admite que no cambiaría su vida actual por la de la época en la que se sitúa la serie basada en la novela de la autora María Dueñas, pues "sin anestesia, sin voto y sin epidural, yo paso". Asistir a bailes y aceptar las decisiones matrimoniales de terceros dictaban su parecer por aquel entonces.
La serie que estrena Amazon Prime este viernes, basada en la novela superventas de la autora manchega, se convierte así en un ejercicio de reflexión, no solo sobre el papel que también podían adquirir las féminas en épocas menos avanzadas socialmente, también acerca de la madurez y la edad como nada más que un escollo mental: ya sea en temas amorosos, sociales o de desarrollo personal.
"En este tipo de producciones tienes la ventaja como actor de que todas las cosas que tienes que llevar te ayudan mucho a ser lo que tienes que ser", afirma Watling. "No puedes correr con un corsé", ríe. Para su compañero en escena y en la ficción, el colombiano Rafael Novoa, el vestuario conformado por Pepo Ruiz también se convirtió en un plus de seguridad a la hora de interpretar a Mauro Larrea. "Yo le preguntaba a Pepo, ¿oye cómo hacían para ir al baño con esta ropa?", relata con una amplia sonrisa.
"A la hora de crear estos personajes uno empieza a darle sus matices, colores, intenciones, pero siempre digo que cuanta más información tengas, mejor podrás estructurarlo", explica el colombiano. "Lo que dice Leonor es muy cierto, cuando entras a una prueba de vestuario y te pones una pieza, empiezas a sentir y asimilar otra realidad, y a entender muchas cosas de los personajes, incluso qué puede limitarles", añade.
Soledad Montalvo y Mauro Larrea son dos personajes prácticamente antagónicos que terminan cruzando sus caminos en La Templanza, las bodegas de la familia Montalvo situadas en Andalucía y que dictaminarán el porvenir de ambos. Entre escenarios que evocan los grandes desembarcos en las Américas y paisajes de La Habana más colorida, la serie se toma su tiempo a la hora de madurar a sus personajes e historias.
Ellas negocian, ellas toman las riendas
Las mujeres de La Templanza siguen los roles sociales de la época, pero no tienen miedo a dar un paso al frente: ya sea merodeando en los asuntos laborales de sus esposos, llevando sus cuentas o instigando una revolución desde sus ideas. Para Juana Acosta, que da voz Carola Gorostiza, su personaje "es una mente negociante" que está de principio a fin "viendo en qué chanchullo puede participar o de dónde puede sacar tajada, tiene un punto de manipuladora, pero es una superviviente", explica.
El personaje de Acosta, admite, "es una mujer libre que utiliza sus armas para conseguir lo que quiere" y a la que "le gusta el poder en los negocios", otro argumento más para creer que los personajes femeninos de Dueñas adquieren un papel transgresor que va más allá de vestir corsés y lucir galas en bailes. Así, para Juana Acosta, su Carola Gorostiza comienza a coger rodaje en La Templanza cuando "se sale de su zona de confort, me gusta mucho ver a los personajes cuando están en apuros".
"Ha sido una experiencia muy enriquecedora", afirma la actriz, concordando con su compañero de rodaje Raúl Briones -que interpreta al fiel criado de Mauro, Santos Huesos- en que el reparto internacional de La Templanza es uno de sus grandes puntos fuertes. "Mexicanos, colombianos, españoles, ingleses, africanos... creo que tener la posibilidad de mezclarte con actores tan diferentes, con acentos tan diferentes y en lugares tan espectaculares es un lujo", admite ella.
Para el mexicano Briones, que se estrena en España con esta producción, su participación en La Templanza le ha permitido dar una vuelta por los grandes parajes del país. "Para mí fue un placer trabajar en España, nos permitió visitar distintas ciudades y a nivel turístico me ha permitido conocerla a través de mi trabajo, eso es algo increiblemente hermoso", afirma.
"No sé si a ustedes les han hecho esta famosísima pregunta de '¿a qué lugar viajarían si viajaran al pasado?', yo no viajaría precisamente al siglo XIX, pero pude hacerlo gracias a mi trabajo", relata Briones. "Cuando ruedas algo que está situado en una época lejana, y que se ha hecho con tanto mimo y detalle, verlo recreado es muy gratificante", coincide Acosta.
La Templanza se convierte en un paseo colorido por la sociedad de mitad de siglo XIX, cuando los negocios tardaban en cerrarse y madurar como el buen vino y los viajes se completaban a las semanas de iniciarse. Época que comparte con la contemporaneidad las constantes rencillas familiares, pero que se aleja en términos sociales y de convivencia.
Por medio de diez episodios, la serie basada en la obra de María Dueñas transporta al espectador a un éxtasis de época, ese género escapista que transporta al subconsciente a los bailes más exquisitos o a la pobreza más absoluta.
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