Josema Yuste y Santiago Urrialde fueron los primeros invitados semanales de El Hormiguero, y acudieron este lunes al plató de Pablo Motos para presentar El aguafiestas. La comedia escrita por Francis Veber (La cena de Los idiotas) cuenta con la dirección de Marcelo Casas y ya se puede disfrutar en el madrileño en el Teatro Reina Victoria (Cra de S. Jerónimo, 24).

Según contaron los protagonistas, en ella Yuste le da vida a un sicario que, mientras aguarda en un hotel para completar una misión y asesinar a un hombre búlgaro; coincide con alguien que se lo pondrá muy difícil y obstaculizará su cometido: Urrialde, en la habitación contigua, que se quiere quitar la vida tras ser abandonado por su pareja.

Pero, como dice el refrán, la confianza da asco y, más allá de la obra, los cómicos aprovecharon su aparición en televisión para contar algunas curiosidades que habían descubierto el uno del otro tras trabajar juntos en varias ocasiones. Los invitados pusieron el foco en la infinidad de manías e intolerancias del exmiembro de Martes y Trece, dúo que se separó en 1997 tras crear sketches tan emblemáticos como Encarna de noche.

Entre ellas, Yuste reconoció que le molestaba mucho que su compañero de reparto se fuese para fumar a la hora de comer, pues era imposible almorzar con él sin interrupciones. Pero Urrialde, en activo desde 1989, fue más allá y aseguró que Yuste "tiene cada día una enfermedad distinta", hasta el punto de que llevaba ya 67 apuntadas en un papel.

El propio Yuste, lejos de molestarse, bromeó con que solo le faltaba "la celulitis", pues había pasado ya por el resto de -itis, como sinusitis y bronquitis. Volviendo a las manías, el cómico añadió que detesta "la luz cuando viene del techo", por lo que, excepto en la cocina, tenía luces de intensidad media por toda su casa; "la laca"; "el incienso" por su olor... y todo aquello que sea sintético, pues le daba alergia.

En cuanto a sus debilidades, Yuste confesó que siempre tenía que tener plátanos en el camerino. Siguiendo la sección de alimentación, el humorista tuvo un consejo para Pablo Motos: comer un dátil antes de grabar cada programa, por toda la energía que aporta este producto.

Por su parte, Urrialde contó que había descubierto hace ocho años que era sonámbulo. Sin embargo, estaba muy despierto y plenamente consciente cuando le dio una gran alegría a una de las espectadoras del programa de Atresmedia, pues consiguió regalarle, con el clásico método de llamar por teléfono y preguntar "¿qué es lo que quiero?", los 3.000 euros de la tarjeta del Hormiguero.