Con el adiós a Succession llegó The Idol, una de las novedades más esperadas de la temporada de HBO Max. Y no por ser la primera vez de Abel Tesfaye (The Weeknd) como actor y productor, o por la magnética presencia de Lily-Rose Depp, la hija de Vanessa Paradis y Johnny Depp, sino por la polémica que la ha rodeado.
A las acusaciones por crear ambientes tóxicos de trabajo que envuelven al showrunner Sam Levinson (Euphoria, Malcolm & Marie) se sumó en esta última ficción que Amy Seimetz (The Killing) abandonase el departamento de producción del rodaje por "diferencias creativas irreconciliables".
Esto ocurrió cuando la mayoría de los capítulos estaban filmados, supuestamente, por la "falta de perspectiva femenina" de la serie, una versión que cobró fuerza tras la publicación de un sonado artículo de Rolling Stones en el que algunos trabajadores anónimos de la ficción afearon el giro que había dado la producción con la marcha de Seimetz.
Llegaban a tildarla de "tortura porno" y defendían que se había convertido en ejemplo de lo que pretende criticar: la frivolidad y la voracidad de la industria musical con sus estrellas. "Es como una fantasía de violación que podría tener cualquiera de los hombres tóxicos que salen en la serie", rezaba uno de los testimonios de la noticia, algo que desmintió Lily-Rose Depp, protagonista de la serie, añadiendo que esta no buscaba ser "familiar".
La cosa no mejoró con su estreno en la 76° edición del Festival de Cine de Cannes, que se saldó con críticas muy negativas. Y basta el primer capítulo, disponible desde este domingo en la plataforma, para intuir el porqué de muchas de esas valoraciones.
Por sus excesos y sus personajes estereotipados se llega a dudar si su intención es criticar o banalizar la realidad que muestra. Esto sucede, sobre todo, con el personaje de Lily-Rose Depp, a la que se ve ridiculizar al coordinador de intimidad durante una sesión de fotos de boudoir o quedarse impávida al saber que se ha filtrado una fotografía íntima.
Crítica a la industria musical
En dicha entrega de la serie —que ya es la peor valorada de HBO Max en Rotten Tomatoes—, y con una clara inspiración en Britney Spears, Jocelyn es un icono del pop que se dispone a reincorporarse al mundo laboral tras un parón por la muerte de su madre a consecuencia de un cáncer.
La joven, perdida y desmotivada, se topa con Tedros (Abel Tesfaye) en una discoteca en lo que es en realidad un encuentro programado por este para captarla para una secta. Ya en casa de Jocelyn, Tedros le empieza a dar unas directrices musicales agradecidas por la artista, que siente que nadie es sincero con ella sobre la calidad de sus canciones.
Como su nuevo gurú, Tedros defiende que, para hacer buena música, lo que la cantante debe hacer es aprender a ser mejor en la cama. Y, en un giro que recuerda bastante al personaje de Christian Grey en la saga de E. L. James, se postula como su profesor en ese ámbito y comienza asfixiándola con su propia ropa.
La serie refleja cómo la industria monetiza la salud mental cuando uno de los miembros del equipo de Jocelyn defiende que las enfermedades mentales son "sexys" mientras fotografían a la artista prácticamente desnuda, en una cama y con la pulsera de ingreso del hospital como complemento estrella.
Esa despersonalización de las cantantes se ve también cuando se filtra un selfie erótico de la artista y su equipo debate entre utilizarlo para erigirla como líder feminista, hacer "porno vengativo" o rentabilizarlo, mencionando el histórico caso de Kim Kardashian.
A años luz de 'Euphoria'
Pese a la citada polémica, había ciertas expectativas con esta ficción, al postularse como una creación del universo de Euphoria, una serie con algunos de los planos secuencia más ambiciosos de la industria y galardonada por la actuación de Zendaya o por la banda sonora de Labrinth, quienes recrearon uno de los temas de la serie en la edición de este año del festival Coachella.
Nada más lejos de la realidad: a la espera de ver si en las siguientes entregas se profundiza en los temas que trata o si se potencian los fuertes de Levinson, al menos en el primer capítulo no brillan ni la fotografía ni el sonido y queda patente que separarse de Zendaya, protagonista tanto de Malcolm and Marie como de Euphoria, no le ha sentado nada bien al director.
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