Este domingo llega a Atresplayer Zorras, adaptación de la primera novela de Noemí Casquet (Barcelona, 1992), con doble episodio de estreno. La irreverente serie cuenta cómo tres mujeres se alían para superar sus miedos y afrontar una revolución sexual unidas. Andrea Ros, Mirela Balić y Tai Fati son las protagonistas de la ficción firmada por Morena Films —productora detrás de Las Invisibles— que cuenta con Montse García y Merry Colomer como productoras ejecutivas y con Aritz Moreno y Ana Vázquez como directores.
De la música se encarga el madrileño Adrián Foulkes, que ha participado en la banda sonora original de Fariña. Junto a las protagonistas, completan el reparto Pilar Castro, Nico Romero, Iacopo Ricciotti, Laura Galán, Chelis Quinzá, Aida de la Cruz, Juan Vinuesa, Jesús Rubio, Marta Pons, Berner Maynés, Vicenta Ndongo, Miguel Canalejo… y Noemí Casquet, la propia autora. Hablamos con la periodista y sexóloga sobre la serie, su última novela y su visión de las relaciones.
Pregunta.- ¿Cómo surge la adaptación de Zorras?
Respuesta.- Yo estaba trabajando en una adaptación literaria, pero el proyecto no terminaba de salir hasta que mi agente literario me habló de la propuesta de Morena Films. Hubo match con ellos, tienen la misma visión que yo de toda esa revolución de la divulgación sexual y el trato que hay que darle en pantalla. Ha sido un proceso bonito y con un equipo muy humano, creo que todas las personas que hemos trabajado en la serie nos hemos sentido muy acompañadas y esto era necesario, porque hay muchísima sexualidad de una forma muy explícita y ese era mi mayor miedo. Leí los guiones, asesoré y estuve en el rodaje; y estoy absolutamente feliz con el trato que se le ha dado a la sexualidad y a la liberación de la mujer.
P.- En el segundo capítulo, una de las protagonistas hace squirt, algo poco visible en las series. ¿Busca naturalizar tabúes?
R.- Sí, y pasa con otras cosas muchas cosas. Por ejemplo, en una escena entre dos chicas se ve que a veces cuesta quitarse la ropa y las botas, algo que pasa mucho cuando vamos a follar, aunque como se ha romantizado no se suele mostrar. Tampoco se ve que nos puede dar un ataque de risa, que nos podemos resbalar o que de repente podemos llorar. Esa representación es importante, porque señalamos mucho a la pornografía por nuestra educación sexual y con razón, pero el cine convencional va antes, está en nuestro imaginario y nos acompaña hasta que nos morimos sin vernos representadas en una pantalla. La serie naturaliza y humaniza el sexo, que es de donde venimos y es parte de nuestra esencia. En el caso del squirt, cuando una de las protagonistas se está masturbando, lo hace acompañada, algo que libera mucho del estigma de la masturbación y de los orgasmos, de que hay que hacerlo todo en privado, y pone sobre el mapa que podemos compartirlo con las personas a las que amamos.
P.- Es una serie desenfadada, pero no olvida conceptos como consentimiento. ¿El entretenimiento es clave para educar?
R.- Sin duda. La cultura no es neutral ante ningún movimiento ni ninguna lucha, tiene un papel activo en todo esto. Como creadoras y consumidoras tenemos que ser conscientes de lo que ayudamos a perpetuar. Si queremos un mundo diverso, inclusivo y representativo; somos partícipes del mismo. Por eso en mis novelas hay una representación de algunos de los movimientos, ya sea con personas racializadas, con formas no estereotipadas, gordas o muy delgadas... también hay mucha diversidad en cuanto a orientaciones sexuales, relacionales e identidades de género; o la ruptura de la construcción de ese rol masculino empotrador que nos han vendido constantemente. Desde la cultura normalizamos muchas cosas que no deberíamos.
"La cultura ha estigmatizado el BDSM con productos como Cincuenta sombras de Grey"
P.- Las protagonistas coinciden y empiezan a cumplir sus fantasías sexuales. ¿Nos siguen frenando el miedo y pudor?
R.- Sí, tenemos sueños y fantasías que nos gustaría cumplir, pero no lo hacemos por miedo y pudor, que vienen del estigma que se sigue perpetuando en la sexualidad por el qué dirán o por lo que podría suceder, tanto para bien como para mal. A veces nos da miedo nuestro propio poder, sentir demasiado placer. En las fantasías sexuales también es importante conocer cómo se han representado. Por ejemplo, en cuanto al BDSM, que se ve mucho en Zorras, hay estigmas como que quienes lo practican están enfermos, que solo se dan hostias, que ahí no hay cuidados, que no hay consenso... y es todo lo contrario. En la serie hemos trabajado con personas que viven este mundo 24/7, que se dedican fielmente a ello y que han representado su mundo de una forma veraz. La cultura ha ayudado a estigmatizar el BDSM con productos como Cincuenta sombras de Grey, que perpetúa esa relación de poder y de maltrato de un hombre con poder frente a una mujer sometida. Zorras rompe eso, pero también plantea que acompañadas también podemos sumergirnos en esas fantasías sexuales y ayudarnos en la liberación sexual.
"Siempre enfocamos la educación sexual en la juventud, pero las personas de 70 también la necesitan"
noemí casquet
P.- Siempre reivindica la sensibilidad y el amor en el sexo. ¿De dónde viene el afán por deshumanizar las relaciones?
R.- Es una corriente que va en auge, cada vez nos estamos insensibilizando más con un montón de cuestiones y creo que todo parte de la intoxicación de información. Al coger el móvil, vemos muchas cosas que antes nos impactaban, nuestro calibre para la sensibilidad se va haciendo más duro. También tiene que ver que estamos en una era de absoluto entretenimiento, de consumismo y de inmediatez que nos priva del autoconocimiento, nos deja sin el tiempo necesario para identificar nuestras emociones e incluso para que surjan. Y por un lado tenemos a personas muy sensibles a todo y, por el otro, a quienes les da igual todo, que se centran en el consumo de cuerpos o de lo que sea y cortan las emociones. Es importante encontrar un equilibrio como seres humanos, también deconstruir todo lo que nos han contado del amor, tenemos que derribar esa idea del amor que asociamos con la pareja exclusivamente. Cuando yo hablo de sexo y amor, la gente se lo lleva a ese territorio y no hacia un sexo afectivo. Cuando estamos manteniendo relaciones sexuales, sentimos emociones, no hace falta cortarlas, el cuerpo emocional es parte del ser humano. En Zorras se ve ese amor y ese afecto, porque además de mucho sexo y aprendizaje, tiene mucha risa, es una serie muy tierna, afectiva y amorosa.
P.- Lleva más de 10 años haciendo divulgación en redes sociales. ¿Ha visto alguna evolución en educación sexual?
R.- Todavía queda mucho por conocer, porque sé que vivo en una burbuja, es decir, la gente que me sigue está acostumbrada a mi tipo de contenido, a mi discurso y a ese tipo de cuestiones. Pero es a las personas que no me siguen, que es la gran mayoría de la población, a las que tengo que llegar, porque seguramente no tendrán ese conocimiento, pero tampoco ningún otro sobre educación sexual. Siempre nos enfocamos en las personas jóvenes al hablar de esto, pero yo reivindico que la educación sexual es transversal y transgeneracional: las personas de más de 65 también necesitan un conocimiento sexual y un acompañamiento en este aspecto.
"Me daba miedo mostrar mi parte más espiritual"
P.- También acaba de estrenar Éxtasis (Ediciones B). ¿Qué tal la acogida?
R.- Está funcionando muy bien. Hemos sido varios días número uno entre los libros más vendidos y me sorprende, porque al final es una novela que, aunque tengan una parte de entretenimiento muy potente y de divulgación y amistad, también muestra mi parte más espiritual, algo que he ido callando durante mucho tiempo. En la segunda parte de Zorras hablo de tantrismo, pero de pasada. En Éxtasis hay una inmersión más profunda en esta filosofía que estoy investigando con la misión de que resurja y se fusione con nuestra sexualidad.
P.- ¿Cómo se siente ante todos estos lanzamientos?
R.- Pues me siento un poco neutral. Me da mucha rabia, porque creo que parte de la lucha social y del activismo es sentir que nunca es suficiente lo que haces, tienes que seguir, sobre todo en estos momentos en los que los derechos se están poniendo en entredicho, en los que muy pocas personas se preocupan por la educación sexual a nivel institucional. Miro hacia delante y me cuesta mucho ver el aquí y el ahora, tengo que parar y hacer el ejercicio de respirar todo lo que me pasa. Me centro tanto en que tengo que dar más... que celebro poco. Parte de mi trabajo psicológico y en terapia es el derecho a celebrar, esa está siendo mi lucha. Hablo mucho de merecer el placer, pero yo me doy muy poco en el sentido de celebrar los éxitos. Supongo que esperarías que te dijera que estoy súper contenta, pero eso no ha llegado por la catarsis tan grande que estoy viviendo. Necesito tener vacaciones para respirar en una playa y decir "jo-der, qué dimensión está adquiriendo esto. Seguimos luchando... pero vamos a brindar antes".
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