En su temporada más vista, la segunda, Dos hombres y medio, la serie humorística sobre dos hermanos y el hijo de uno de ellos, creada por el pope de la sitcom estadounidense Chuck Lorre (The Big Bang Theory) para el canal CBS, rozó los 16 millones y medio de espectadores de media (espóiler: el capítulo más visto de su historia fue el primero de la novena temporada; adivinen por qué).
Corría la temporada 2004-2005 (la más fructífera que se recuerda de los últimos tiempos: Perdidos, Anatomía de Grey, Mujeres Desesperadas, House...) cuando la segunda de Dos hombres y medio, compuesta por 24 episodios, se convirtió en la undécima emisión más vista de la televisión estadounidense. Aquellos números desorbitados también se aplicaban al salario de su principal reclamo, Charlie Sheen como un vivalavirgen escritor de jingles publicitarios, por mucho que los titulares de la comedia fueran Dos hombres y medio. A España llegó en 2006 de la mano de La 2 de TVE para después pasar a formar parte del catálogo de Neox, que la emitía en bucle.
La millonada que cobraba Charlie Sheen por cada capítulo de 'Dos hombres y medio'
Durante la temporada 2010-2011, la última protagonizada por Charlie Sheen, el actor se embolsó en torno a dos millones de dólares por episodio, lo que le convirtió –y le convierte hoy por hoy– en el cuarto intérprete mejor pagado de la televisión estadounidense, inclusive por delante del sexteto protagonista de Friends y de compañeros como Ray Romano (Todo el mundo quiere a Raymond) y Kelsey Grammer (Frasier).
No logró Charlie Sheen, como el soltero de oro de Dos hombres y medio, superar a Sarah Jessica Parker, cuyo papel como la enamoradiza columnista Carrie Bradshaw en Sexo en Nueva York, le granjeó 3,2 millones de dólares por entrega (un detalle sin importancia: también era productora). Desde entonces sólo dos actrices más han logrado hacerse un hueco entre Charlie Sheen y Sarah Jessica Parker: dos millones de dólares para cada una de las protagonistas de la serie de Apple TV+ The Morning Show, en emisión desde 2019.
Y como sucede en The Morning Show, drama sobre las bambalinas de un espacio matinal sensacionalista, llegó un punto en Dos hombres y medio en el que los titulares no eran producto de lo que pasaba delante de las cámaras sino detrás, lo que finalmente repercutió en las propias tramas de la sitcom.
Insultos a su 'jefe', drogadicción y líos de faldas con estrellas del porno
El mayor escándalo fue el despido en marzo de 2011 de su principal estrella, Charlie Sheen, después de que este insultara al creador de la serie, Chuck Lorre, durante una entrevista radiofónica con Alex Jones. Que si "payaso", que si "estúpido". El actor llegó a realizar comentarios antisemitas contra su jefe. Fue la gota que colmó el vaso, pues a principios de año, el intérprete ingresó en un centro de rehabilitación tras haber fumado crack durante una fiesta en su propia casa. Meses antes también había trascendido el maltrato hacia su mujer, Brooke Mueller, sus romances con otras estrellas (del porno, en este caso) y su adicción al alcohol y las drogas. Ni Warner Bros, el estudio responsable de Dos hombres y medio, ni CBS, un canal de corte conservador, podían permitirse tan mala prensa.
El rodaje de la octava temporada, que llevaba 16 episodios emitidos, se paralizó en febrero y nunca se llegaron a rodar los ocho capítulos restantes. Fue una primavera de rumores hasta que en abril se determinó que Charlie Sheen no iba a retomar su papel como Charlie; una caída en desgracia que provocó el ascenso de su otro hombre, Jon Cryer (Alan en la ficción, papel por el que se llevó dos premios Emmy), y el fichaje estelar en mayo de Ashton Kutcher (Aquellos maravillosos setenta).
La expectación, por tanto, era máxima de cara al estreno de la novena temporada. ¿Cómo iban a justificar los guionistas de Dos hombres y medio la marcha de Charlie? ¿Iba a morir fuera de cámara como castigo divino a su intérprete o simplemente le iban a mandar de vacaciones y dejar abierta la puerta a un posible regreso?
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Casi 29 millones de estadounidenses vieron aquel evento en el que se confirmó la muerte de Charlie, arrollado por el metro, durante su escapada romántica a París con su acosadora convertida en novia Rose (Melanie Lynskey) y presentó a Walden Schmidt (Ashton Kutcher) como un millonario del sector tecnológico a punto de suicidarse después de que le abandone su mujer. El por entonces marido de Demi Moore (ese mismo año se divorciaron y se casó años después con su excompañera de Aquellos maravillosos setenta, Mila Kunis) llegó a cobrar 755.000 euros por cada capítulo.
El abandono de otro protagonista de 'Dos hombres y medio' por su humor rancio
Si Charlie Sheen se fue por la puerta de atrás, el medio de la comedia, Angus T. Jones (19 años por aquel entonces), se marchó durante la décima temporada (2012-2013) con un portazo. Calificó Dos hombres y medio de "cochinada" y pidió a sus seguidores que dejaran de verla. El joven intérprete alegó que el humor obsceno de la ficción creada por Chuck Lorre iba en contra de sus creencias religiosas. Él sí regresó para el doble capítulo final de la sitcom, emitido el 19 de febrero de 2015.
Durante aquella última temporada, la duodécima, su creador y su equipo de guionistas no se salvaron de la polémica con una trama en la que sus dos titulares, Alan (Jon Cryer) y Walden (Ashton Kutcher), se casaban para así adoptar un niño. Y como guinda del pastel, Chuck Lorre desveló que Charlie seguía vivo (el personaje apareció en pantalla de espaldas) para inmediatamente después ser aplastado por un piano caído del cielo (un helicóptero). El guionista se vengaba así del actor, al que habían ofrecido regresar para esta escena, pero declinó la irónica oferta.
La venganza final del creador de 'Dos hombres y medio'
Sin embargo, en un último capricho, la cámara daba un giro de 180 grados para mostrar al mismísimo Chuck Lorre. El guionista pronunciaba una de las chorradas de Charlie Sheen ('winning', o sea, triunfador) durante su mediático enfrentamiento años atrás, para después ser también aplastado por un piano. Curiosa manera de enterrar el hacha de guerra. El que ríe el último, ríe mejor.
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