En Sueños de libertad, el serial producido por Diagonal TV (Amar es para siempre) que emite Antena 3 de lunes a viernes (15.50 horas) desde hace un año, lo que dice el guionista va a misa. Cada temporada se divide en tres biblias, o sea, tres cuatrimestres. Y cuatro meses, en cuanto a argumento y tramas, dan para mucho en Sueños de libertad. Para la coordinadora de guion de su primera temporada y biblista de dos tercios de la segunda temporada, Eulàlia Carrillo (Barcelona, 1967), la receta del éxito de Sueños de libertad es la siguiente:
"Buenas tramas, buenos personajes que dan mucho de sí, que tienen claroscuros, que tienen muchas posibilidades de generar conflictos. Son personajes con posibilidad de recorrido. Los personajes van viviendo sus cosas, cambiando coherentemente, evolucionando. El espectador va a encontrar ritmo marca de la casa, que pasan muchas cosas, pero están bien contadas. No es que pasen y no te enteres. Pasan y las entiendes bien porque están contadas desde todos los puntos. Una de las muchas cosas buenas que tiene la [serie] diaria es que puedes contar bien las historias porque tienes muchos capítulos para hacerlo. Al mismo tiempo, eso te podría ralentizar, por lo que tienes que imprimir un ritmo intenso, que pasen cosas, la empresa, los personajes, las relaciones amorosas... La serie seguirá su estela, pero con mayor intensidad".
Eulàlia Carrillo, toda una experta en la materia (El cor de la ciutat, Ventdelplà, La Riera, Com si fos ahir, Mercado central, Regreso a Las Sabinas), explica en conversación con El Independiente que la última biblia de Sueños de libertad que escribió corresponderá a los capítulos que se emitan a finales de 2025 y principios de 2026.
En las entregas que emite actualmente Antena 3, Eulàlia Carrillo sale acreditada como biblista. El coordinador de guion de la segunda temporada es otro experto en la materia, Jordi Calafí (Regreso a Las Sabinas, La Riera, Ventdelplá, Mar de fons, El cor de la ciutat). En total, unos 17 ó 20 guionistas forman parte de Sueños de libertad: escaletistas, dialoguistas, biblistas, dialoguistas en plató... Quizás más mujeres que hombres, aunque por poco.
La continuidad de Sueños de libertad se da por descontada. Es la serie –que no serie diaria– más vista de la televisión española con más de 1,2 millones de espectadores en directo. No hay quien le tosa en su franja de emisión (desde las 15.50 hasta las 17.00 horas, publicidad inclusive) y gusta, sobre todo, a las mujeres, a los jóvenes y a los mayores de 65 años. Arrasa en Murcia, Castilla y León, Valencia y Castilla La Mancha.
—¿Pensabas que ibais a llegar al año?
—Hombre, sí. Lo primero es tener fe. Nosotros estábamos trabajando para una primera temporada. A medida que íbamos escribiendo, le veíamos muchas posibilidades a una segunda, una tercera y las que hicieran falta.
—¿En qué momento terminó la primera temporada y empezó la segunda?
—Ahora, en emisión, estamos en la segunda. No hay un corte claro. Soy incapaz de decirte qué día empezó la emisión de la segunda.
—¿Cómo organizáis vosotros las tramas? ¿Por bloques? ¿De lunes a viernes sabiendo que se va a emitir cinco días? ¿Semanas? ¿Meses? Para la resolución de las tramas y poco a poco ir resolviendo unas, metiendo otras...
—Son muchos capítulos de 50 minutos cada día y a un ritmo de producción muy heavy, pues hay que funcionar como un reloj, una maquinaria muy engrasada. El proceso empieza con una creación, la que hicieron Verónica Viñé y Beatriz Duque, creadoras del universo con esos personajes, y plantean unas tramas, unas características, y luego escribieron una biblia, el argumento de la temporada. Las biblias se suelen escribir por cuatrimestre. Ellas escribieron el primero; el segundo lo escribieron otros guionistas; el tercero, otros... Hay una renovación de guionistas que escriben las biblias, donde redactamos las tramas en bloques de 6 capítulos. Cuando eso está aprobado, eso ya va a escaleta. Se coge el material de un bloque y los escaletistas lo convierten en 6 capítulos. Luego, cada escaleta la coge un dialoguista, que dialoga lo que está planteado. Siempre pensamos que haya un arco, una evolución y un final potente. Ese final te puede caer un martes, un viernes, un lunes... Para el espectador, eso no es problema. El espectador quiere ver finales potentes y da igual el día que caigan.
—Tenía la idea de que normalmente se deja para el viernes el final mucho más en lo alto que otros días para que los espectadores tengan ganas de que llegue el lunes.
—Eso es en series que se escaletan en series de cinco [episodios], como Regreso a Las Sabinas [Disney+]. Los viernes siempre abren las tramas de la siguiente semana.
—En este año, ¿qué tramas habéis visto que gustaban mucho al público?
—Nos han funcionado muy bien todos los personajes en general porque estaban muy bien diseñados ya desde el principio. Jesús [Alain Hernández] es un gran villano. Begoña [Natalia Sánchez] es una heroína de pies a cabeza. Las chicas de la tienda son estupendas; son personajes bien caracterizados y reconocibles. Ahora, si me dices 'qué ha sido un bombazo', pues, claro, las mafin. Ha tenido un eco enorme. Ya sé que el mundo de las redes [sociales] no es el mundo real.
—Para los espectadores es una trama más, algo secundario.
—Es que es una trama secundaria que el fandom vive como si la serie fuera de ellas.
—¿No es una espada de Damocles? Habrá gente que quiera más.
—Eso siempre pasa. Quieren más, quieren otras cosas. Nunca haces a gusto de todo el mundo. También se trata de eso: asumir que hay una parte que es del gusto de la audiencia. Ha sido un placer, un orgullo y un honor poder desarrollar esa trama desde principio porque muchas veces, este tipo de tramas empieza más adelante cuando la serie ya está asentada. Ha sido muy bonito que había una necesidad de representación, que era algo que muchas chicas querían ver, verse representadas, y por eso luego tiene tanto éxito. Y las actrices son auténticas ídolas. Todas las otras tramas son bonitas, intensas, y si ves la serie, las ves todas.
—No habéis sucumbido al fandom. ¿O sí? Al final, cada episodio de Sueños de libertad tiene una o dos escenas de Mafin.
—Me parece ingenuo pensar que no te importa la opinión, pero nosotros vamos muy adelantados. Hay un decalaje de dos, tres meses. Nuestro trabajo es escribir buenas historias, no sólo del agrado del público, sino también de Diagonal [productora] y Antena 3. Y que nos gusten a nosotros. Si tú te lo pasas bien, el espectador se lo pasará bien. Si tú te emocionas, el espectador se emocionará. Si tú te aburres, el espectador se aburrirá. Obviamente, si vemos que hay tramas que gustan mucho, las miramos de otra forma. Pero no es lo más importante. Para nosotros es contar bien las historias, que haya un equilibrio entre tramas, que, aunque sean secundarias, tengan su peso. Que tengamos de todo: intensidad, intriga, mucho amor, ternura, comedia... Primas el equilibrio y cuando tengas un capítulo escrito, pienses que este capítulo es sólido, pasan cosas bonitas e interesantes, lo dejamos en alto o en una situación muy tierna... Me consta que se queja mucho el fandom de las mafin, pero, chicas, a gusto de todos no puede ser [se ríe].
—La serie arranca en el 58. Entiendo que con ellas tenéis que ajustaros un poco a la época. Ha habido la trama de la cárcel, de la extorsión, del matrimonio concertado con otro hombre homosexual para vivir sus vidas... Pero a la vez sois muy conscientes de no caer en el llamado síndrome de la lesbiana muerta.
—Porque desde el principio pensamos en esa trama como luminosa. Que fuera una trama bonita. Ellas iban a pasar todas las fatalidades, todas las vicisitudes, todo lo que era vivir en esa época donde podías ir a la cárcel por ser lesbiana y estabas obligada a vivir en el anonimato. Queríamos contar una historia de amor bonita entre dos mujeres. Luminosa, no trágica. Las ves y las quieres ver juntas. Te gusta verlas juntas y su amor incombustible. Pero la felicidad no da trama, sino el conflicto y los obstáculos, y ellas obviamente tienen los obstáculos, ya de entrada, de la época, pero también personales. Son dos mujeres que se quieren y, como cualquier pareja, tienen problema. Tienen sus historias propias de pareja al margen de que sean chicas. ¿Van a sufrir? Mucho. Como cualquier historia. Queríamos que fuera también divertida, romántica, un poco hot [se ríe]. ¡Son muy guapas!
—La vida les atraviesa. A Fina (Alba Brunet) se le muere el padre. Hay un intento de agresión por otro hombre. Marta (Marta Belmonte) se tiene que enfrentar a ser la jefa y comportarse como uno más en la familia, el sopesar que el trabajo está por delante de su amor o no, o ese lado oscuro de Marta porque al final es una De la Reina. Sí las habéis sacado del armario en el ámbito familiar.
—Sí, es verdad.
—Y más o menos son aceptadas.
—Al principio son aceptadas por las chicas. La primera, Carmen, un personaje positivo. Una buena tía. Es verosímil que algunas personas lo aceptaran, pero también hemos tenido quien no lo acepta. A Damián le cuesta la vida aceptarlo cuando se entera. Al mismo Isidro, el padre de Fina, le costó muchísimo; luego lo acepta. Pero ganó el amor.
—Damián es un villano un poco raro. Poliédrico. ¿Hay un arco de redención?
—A Damián, al contrario que a Jesús, es un señor que se arrepiente de sus fechorías. Pero tiene el peso de la responsabilidad. Damián tiene 60 años en los cincuenta. Es un señor casi de otro siglo. Damián es un hombre que se vio obligado en un momento por responsabilidad familiar a tomar unas decisiones. E hizo cosas muy mal. Todo lo que hizo con Gervasio... Es una persona que, por el bien de la empresa y de la familia, por las apariencias, ha actuado mal. La diferencia es que lo lamenta. Igual que cuando protegió a Jesús. No hizo bien, pero es su hijo. Jesús pasaría por encima de eso, pero Damián no.
—Jesús morirá con las botas puestas.
—Yo no digo nada [se ríe].
—Sueños de libertad es una serie de época, no histórica. Pero Franco está.
—No aparece nunca. No se le menciona.
—Los años cincuenta y sesenta, la dictadura era de otra manera. Es a las afueras de Toledo, no Madrid. ¿Seguís con la política de ignorar el contexto, no socio, pero sí político?
—Sí. Es una serie donde lo que se cuentan son otras cosas. En Amar en tiempos revueltos o Cuéntame, obviamente la situación política tiene un peso en la trama. En Sueños no. Se está contando la historia de una familia, de una empresa, de un universo. Es verdad: no es una historia histórica. Es una serie de época.
—Pasa con otras series de época. Tanto La Moderna como La Promesa intentan no meterse en camisas de once varas porque no es el momento o porque las cadenas prefieren otras cosas o porque el género es diferente. Pero que haya gente que ahora esté viendo la serie (la gente mayor sabe lo que pasó porque vivió esa época) y no vivió esa época, que un chaval de 15 años o una chica de 12 esté viendo esa serie y piense 'Qué felices los años cincuenta, sesenta'.
—Ya. Nosotros escribimos Sueños para entretener, emocionar, para que la gente pase un buen rato viendo la televisión. Que sea un producto de calidad, que esté bien escrito, bien hecho, bien realizado. La dirección es buenísima. Los actores son maravillosos. Pero nuestra intención no es dar clase de Historia. El chaval, quien sea, tiene otros canales para aprender que la situación no era idílica. Nuestra función no es pedagógica, es entretenimiento. Otra cosa es que existan, y deben existir, series donde eso se explica porque la ficción es una manera más de contar la Historia. Amar en tiempos revueltos, en las primeras temporadas, estaba muy politizada. O Las Abogadas.
—Todo serial, toda telenovela, tiene romances. Aquí hay un triángulo amoroso raro. Begoña y Jesús siguen casados, pero está en pausa con Andrés, que continúa casado con María. ¿Hasta qué punto esta dinámica puede continuar?
—Ya veréis [se ríe].
—Algunos seriales, cuando pasa cierto tiempo, hacen pequeños saltos temporales para cambiar un poco el status quo. ¿Va a pasar eso?
—Pues no te puedo decir nada sin hacer espóiler.
—Los fans de Sueños de libertad son un poco jocosos. En internet vi un montaje de personajes que, como vinieron, se fueron.
—A veces, para contar historias, necesitamos un personaje externo, que tiene una duración concreta y eso ya lo sabemos de antemano. Luego puede pasar que ese personaje vuelva a aparecer porque tiene un vínculo familiar con alguno de los personajes... Si no se ha muerto, puede volver, pero el vínculo será ese y su presencia será puntual. Llamamos a estos personajes episódicos para tener una presencia concreta y luego otros, que duran más, pero también están pensados para un tiempo concreto.
—Sí habéis introducido una nueva familia con Juanjo Puigcorbé y Ana Labordeta. ¿Serán una familia secundaria o les daréis más cancha?
—De momento están ahí. No te puedo decir más.
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