Tres hombres adaptaron la tele-novela La Moderna, trasvase a televisión de Tea Rooms. Mujeres obreras, novela de la periodista Luisa Carnés (Generación del 27) publicada en 1934. Carlos Martín, Miquel Peidro y Joaquín Santamaría. "La adaptación era muy libre. El feminismo, los movimientos convulsos de aquella época, había que pasar de puntillas por ellos. Esa fue una de las pautas marcadas", recuerda Martín en videollamada con El Independiente. "La novela es muy cortita. Había un material de partida potente, pero no daba para una serie de largo recorrido. Determinadas temáticas se han ido dispersando a lo largo de la serie para no perder nunca el espíritu de la novela", añade Peidro.
Fue Santamaría quien, tras leer la obra de Luisa Carnés, propuso a sus compañeros de productora, Boomerang TV (Entre tierras, Acacias 38), su traducción en formato serial para La 1 de TVE. Quién les iba a decir que La Moderna iba a ser nominada en 2024 a un Emmy internacional como mejor telenovela (ganó España gracias a La Promesa con Colombia y Turquía como contendientes).
Ningún comienzo es fácil y el de La Moderna tampoco lo fue. El divorcio, en este caso de Luisa Carnés, llegó pronto. Cambió el tono. "En un principio se pidió que fuera más costumbrista que melodramática. Luego, se vio que no funcionaba y empezamos a meter tramas que no estaban en la novela. Ahí la serie empezó a cambiar radicalmente", recuerda Miquel Peidro. De la segunda a la tercera temporada, subtitulada Un nuevo comienzo, la separación fue aún mayor. "Una serie de largo recorrido da para historias de muchos tonos, sobre todo en series de época. Aunque tengas melodrama por encima, siempre hay cierto costumbrismo en las tramas, pero no se le podía dar en primer plano. Eso no funcionó", aporta Martín.
"TVE es un poco como el despacho oval. No tienes que decirme exactamente lo que quieres, que yo lo traduzco y lo ejecuto", resume a la perfección Martín.
Pregunta.- Vamos, que es un poco más autocensura.
Respuesta.- (Miquel Peidro) ¡Total! Nosotros ya estamos autocensurados por naturaleza y por experiencia. No es sólo este caso. Cuando trabajas para otros clientes, sabes sus voluntades, sus querencias y sus neuras. O sea, lo que no quieren.
R.- (Carlos Martín) Si nos contratan para hacer zapatos, no podemos hacer chanclas. Te dan las medidas, el material, y con eso tienes que trabajar.
P.- ¿Algún ejemplo de personaje/trama/historia propuestos y os echaron hacia atrás?
R.- (Carlos) Más al principio de la serie, cuando se dijo que 'más costumbrismo'. Ahí sí que había tramas muy dramáticas, como un camarero que abusaba de una compañera. Esa trama la tuvimos que eliminar.
R.- (Miquel) La trama de Miguel y Trini fue la que más se distanció del original. Era demasiado dramática. No quiere decir que no fuera una trama apta para este formato.
P.- Trini oculta que está casada para trabajar en el salón de té.
R.- (Miquel) Pero eso generaba un drama muy negro en la novela. Lo cambiamos a otro registro. La novela se puede leer muy bien. Tiene un valor antropológico, de reflejo de una sociedad y una época.
R.- (Carlos) La novela es una crónica periodística y está narrada con una feracidad impactante. Uno de los camareros descubría el secreto de Trini y la chantajeaba, pero Miguel estaba muy, muy enfermo.
R.- (Miquel) Ella trabajaba en La Moderna porque necesitaba el dinero para comprarle la medicación a su marido. Tiene que ceder a un chantaje de un compañero para que su marido sobreviva.
Porque La Moderna iba a arrancar con el intento de suicidio de Miguel, muy grave, al no haber comida para él y Trini. Ella impedía su suicidio. La pareja, interpretada por Llorenç González y Bàrbara Mestanza, terminó siendo el alivio cómico. No fue el único cambio sustancial: en la novela, Laurita moría tras deliberadamente abortar. En la tele-novela, Laurita (Berta Galo), aunque sopesa abortar y así se lo hace saber a todas sus compañeras del salón de té, sufre un aborto tras caerse accidentalmente por unas escaleras.
Pregunta.- En el pódcast sobre La Moderna, Las vecinas de la corrala, hablaron sobre la positiva reacción de Esperanza, la señora de la limpia, ante la noticia de que Laurita quiere abortar. Quizás una señora de esa época, que nació a finales del siglo XIX, no comulgaría con ello. Obviamente, la serie va sobre el feminismo y la sororidad.
Respuesta.- (Carlos Martín) Ahí decidimos no ser fieles a la realidad del momento. Sobre el aborto no se habló luego demasiado… Es algo que era mejor evitar.
P.- Toda novela es una infidelidad al material original. ¿Qué otras infidelidades habéis cometido como guionistas tanto de la novela como de la época histórica?
R.- (Miquel Peidro) Cada vez que aparecía una discusión sobre si la tortilla debía llevar cebolla o no, me decían que eso en la época no existía. La tortilla [era] de patatas y ya está.
P.- Con el lenguaje da la sensación de que los personajes de La Moderna son del siglo XXI.
R.- (Carlos) O haces realmente un clásico o lo mejor es llegar a un punto intermedio. Es una adaptación que se emitía en la sobremesa. Sí metes latiguillos… "Bocata" no existía ese nombre como tal. Sí hemos sido muy fieles cuando aparecían personajes reales: Dalí, Buñuel, Antonio Machado… Utilizábamos incluso poemas que luego ellos publicaron; se inspiran en cosas que pasan en La Moderna.
P.- Picasso, Dalí… ¿Qué más figuras?
R.- (Carlos) Clara Campoamor, el torero Juan Belmonte, Concha Piquer, Juanita Reina Cortesina, la primera mujer que dirigió una película en España, Victoria Kent...
P.- Teníais un personaje, Celia (Carlota Baró), una fotógrafa que acabó siendo espía en Alemania y tenía un rollo que sí que no con Laurita (Berta Galo).
R.- (Carlos) Hablar de cosas que no vas a poder ver en imagen… mejor ni mencionarlas. No podemos irnos a un decorado y transformarlo en Berlín, eso es dinero. Lo dejábamos siempre en una neblina, que la gente fuera completando lo que no veía, como lo que ella pudo hacer en Alemania.
P.- Miquel, hablé hace años contigo por Acacias 38, por aquella relación entre dos mujeres.
R.- (Miquel) Aquella era más explícita. No [hemos retrocedido]. Hemos jugado una carta diferente. Además, me parece que hay una tendencia a repetir patrones; de hecho, ahora parece que es prácticamente obligatorio que aparezca una pareja de mujeres homosexuales. Salen estos grupos que les juntan los nombres y les llaman 'Maitino', 'Luimelia'… Ahora mismo es un poco previsible. Nosotros apostamos por dejarlo un poco a la imaginación, más que nada por no ser explícitos y no repetir patrones.
P.- También es interesante la relación tan íntima, la amistad, entre dos mujeres sin llegar a lo afectivo-sexual.
R.- (Carlos). Ellas dos, de haber continuado en la serie, en alguna temporada, es muy posible que hubieran cruzado la línea. Nos gustaba el efecto Ben-Hur cuando Ben-Hur está con su amigo Messala. En la novela estaban enamorados. Cuando se rodó esa historia, Charlton Heston no sabía la connotación homosexual de su personaje en la novela. Todo lo lleva Messala. Si te fijas en las miradas de Messala y cómo se mueve, se ve que ama a Ben-Hur. La historia de Laurita y Celia es algo parecido. Es una historia de amor que no se ve del todo.
P.- El triángulo amoroso inicial no existía. Íñigo y Carla son invención; ella como la gran villana y él como el galán. Sin villano y sin triángulo amoroso no hay telenovela. Es verdad que en Boomerang TV hay una tendencia de matar a los protagonistas, de no alargar en exceso las historias de amor.
R.- (Miquel) Las historias de amor en este formato, la gente se ha acostumbrado a vivirlas con rapidez e intensidad. Superan tantos obstáculos que ya es imposible colocarles obstáculos mayores. Por eso hay un momento en el que se tienen que cambiar los protagonistas. Por eso o porque sus actores se quieren ir, que no fue el caso.
P.- Hablemos de la tercera temporada de La Moderna. Fue un revolcón a la serie. El salón de té pasó a un segundo plano y hubo mayor protagonismo de la familia Pedraza, la corrala...
R.- (Carlos) Aún así, llevamos a Paula a trabajar a la tienda de la galería y a Rodrigo trabajar en La Moderna, para equilibrar un poquito esa diferencia.
R.- (Miquel) Estaba don Fermín, pero ya no teníamos una Matilde trabajando por allí.
Por primera vez hacíamos la serie que queríamos escribir
P.- El objetivo de esta tercera temporada, a partir de septiembre de 2024, era mantener a su público y enganchar a más.
R.- (Carlos) Más que nuevo público, ir ganando espectadores. A la hora en que se emitía La Moderna competía con la serie de más éxito actual, Sueños de libertad, y dos programas muy buenos en su género, Todo es mentira y Zapeando. Hemos ido rascando. Encima, La Moderna se emitía después del espacio [informativo] regional. Luego iba subiendo y subiendo y acababa en un 12%. Así la media [oscilaba] entre el 9 y 10%.
R.- (Miquel) Y con una fidelidad importante.
P.- ¿Qué queríais contar en esta tercera temporada? La Segunda República empieza en la segunda temporada. Familia Pedraza. La villanía del padre. La independencia sentimental de Maruja con el regreso de Miguel Ángel Muñoz. Begoña Maestre como Lázara, de carismática villana y aliada del otro villano.
R.- (Carlos) Por primera vez no teníamos las manos atadas. Ya no estaba la novela. Habían salido los personajes y nos dieron la oportunidad de empezar de cero. Nos dejamos llevar y el público ha ido agradeciéndoles, principalmente en el terremoto que supone un personaje como Emiliano Pedraza. Lo que él supone para todos dio un subidón en la serie. Por primera vez hacíamos la serie que queríamos escribir.
P.- El rodaje terminó a mediados de enero. ¿Dio tiempo a girar el timón para poder rematar las tramas de manera coherente y satisfactoria? ¿O hubo venganza?
R.- (Carlos) Terminábamos con el disparo, la muerte o no de Antonia, y luego el secuestro de Pepita por Emiliano. Y con don Fermín en la cárcel.
P.- Nunca sopesasteis que doña Lázara estuviera viva.
R.- (Carlos) Ahí ya… la actriz tampoco iba a poder…
R.- (Miquel) Era complicado. De todos modos, ella decía que llamándose Lázara, y aunque estaba muerta, había un momentazo cuando se acercaba alguien y decía "Lázara, levántate y anda", como en la Biblia.
R.- (Carlos) Nos hubiera gustado continuar con ese personaje un poquito más porque la actriz merece la pena. Ella enriqueció el personaje que estaba sobre el papel.
"La cuarta temporada de La Moderna se ha metido en una caja y se ha guardado junto a la caja del Arca Perdida", zanja Carlos Martín. "Iba a ser una temporada llena de muchas sorpresas y emociones", añade Miquel Peidro. "Y la consumación de Emiliano Pedraza como el mayor villano de la historia mundial", sentencia Martín. "Por primera vez había una gran crisis en la pareja protagonista. Esperanza iba a tener una historia de amor muy emotiva. Un momento en el que Emiliano se nos volvía bueno. Aparentemente. Luego el diablo volvía a brotar sin piedad", continúa, sin embargo, Martín.
"La mayoría del equipo somos gente con experiencia y sabemos que las series son como las personas: nacen, viven y mueren. Pero en cualquier caso, terminar una serie siempre tiene algo traumático. En este caso, debo reconocer que para mí ha sido de los cierres más traumáticos por inesperados. Veíamos que la serie iba creciendo. Estábamos todos a gusto con la historia que estábamos contando, habíamos conseguido un elenco maravilloso, no sólo artístico sino también técnico y nunca perdimos la esperanza de continuar viendo que la serie iba creciendo. Esto pasa y se supera con tiempo, pero debo reconocer que esta vez ha sido bastante duro para muchos de nosotros", admite Peidro.
P.- ¿Cuál habría sido el final de La Moderna? ¿El inicio de la Guerra Civil?
R.- (Miquel Peidro) Nosotros, más o menos, calculamos que un año natural de emisión era un año natural. Cambiamos de año cada año. Lo más posible es que, llegada la Guerra Civil, hubiéramos hecho un salto temporal para ver qué ha pasado con el salón de té tras la guerra. Intuyo…
P.- La posguerra es una de las épocas más duras del siglo XX…
R.- (Miquel) A mí, más que eso, me hubiera preocupado que la posguerra ya se había tratado en Amar en tiempos revueltos. Empezó ahí. No te vas a meter en el conflicto con todo lo que supone y estoy pensando, más que en ideales, en cosas de producción.
R.- (Carlos Martín) Excusas para no llegar a la Guera Civil hay un montón [se ríe] ¿Que nos hubiera encantado? Sí. Pero, o te vas a un prime time, o a otra cadena.
P.- ¿Cuál sería vuestra serie diaria ideal? De época o no
R.- (Miquel) Las series de época te ofrecen una serie de ventajas. Hay una serie de valores de una época, o de desvalores, que no somos capaces todavía o no hemos sabido todavía trasladar a una telenovela actual. Ahí, en parte, está el éxito de las telenovelas turcas. En una telenovela turca, un adulterio es un drama porque es una sociedad que no lo tolera o incluso toma represalias contra las mujeres adúlteras. Aquí un adulterio no tiene esa gravedad. Sin embargo, en los años 30… Esa serie de claves de folletín de toda la vida no hemos encontrado una traslación en cuanto a intensidad y trascendencia a lo que es la época actual. Es impresión mía. Sí, se ha hecho Servir y proteger, pero tiraba del mundo policiaco. En cuestión de pasiones hay una serie de emociones y sensaciones prohibidas… Nosotros, en los años 30, tener un hijo fuera del matrimonio era un drama. Es una barbaridad, una cosa mal vista. Ahora hay personas que tienen hijos fuera del matrimonio por mutuo acuerdo. Por no decirte que, en 1930, es prácticamente imposible saber de quién es el hijo y ahora si hay una duda te haces una prueba del ADN y más pronto o más tarde lo sabes. Todas esas claves del folletín clásico no han encontrado su equivalente en el referente de la gente y ahí tenemos un rato.
R.- (Carlos) La televisión tiene mucho de evasión. Puedes contar muchas cosas, pero que no sea en el mismo momento que está viviendo el espectador. Verlo en otra época te ayuda a disfrutar más de lo que estás viendo. Si tuviera que elegir, me gustaría una serie diaria sobre la Guerra Civil. Del 36 al 39.
P.- Lázara muere porque es mala. Emiliano es también un tío malo. ¿Le castigaríais o le daríais un final satisfactorio en el que se escapara de todas sus fechorías?
R.- (Carlos) Lo que tiene un buen villano es que en el fondo tiene algo que es bueno. Tiene un motivo. Darth Vader tenía un motivo: el hijo. En este caso, nuestro Emiliano ama a la familia, pero él ve que la ha perdido. Entonces se revuelve contra todo menos a la mujer que ha amado, Pepita.
R.- (Miquel) En estos finales, el público espera que el villano pague por sus fechorías, pero por otra parte… En las películas de Fu Manchú, cuando terminaba la película, decía “El mundo volverá a huir de Fu Manchú”. Si en un momento dado Emiliano desaparece y queda la duda de que puede volver en cualquier momento, es otra opción.
P.- ¿Cómo es la última escena de La Moderna?
R.- (Carlos) Emotiva porque es una despedida. Se despiden los personajes y al mismo tiempo se están despidiendo de los telespectadores. Esa es la última escena.
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