Conocerán el refrán: Gallinitas de mi corral, las que vienen por las que se van. Pues en La Promesa, el serial de época que emite La 1 de TVE de lunes a viernes (17.35) y produce Bambú, sus guionistas cumplen a rajatabla dicha expresión. Los que vienen a La Promesa por los que se van. Hacía tiempo que un personaje de larga estancia en palacio y tan querido por el público no decía adiós. El último, si la memoria no falla, había sido Salvador (Mario García), lacayo y prometido de María Fernández (Sara Molina).

Se trata, como ya se barruntaba hace días, de Jorge Casat, o sea, Marcelo en La Promesa. El intérprete llegó a la telenovela para interpretar, en principio, al marido de Teresa (Andrea del Río), que regresaba al palacio de los marqueses de Luján tras haber hecho las Américas junto a la marquesa para la que trabajaba (un empleo, recuerden, ofrecido inicialmente a María Fernández). No parecía trigo limpio el marido de Teresa, cuyo matrimonio resultaba incomprensible para el resto de personajes y para el público tras la muerte de su prometido, Feliciano (Marcos Orengo), el hijo/hermano de Petra (Marga Martínez).

En esta ocasión, el marido de Teresa resultó ser su hermano, prófugo, no de la justicia, sino de unos mafiosos, inclusive el padre de Vera (Ángela Echaniz), otra compañera del servicio que llegó a La Promesa con un secreto bajo el brazo (y un maletín lleno de billetes que confiscó Cruz).

"Cuando me llegó, intenté destacar cositas. Un personaje muy alegre, como Bambi, y luego ha ido creciendo, se va mucho más maduro", comenta Jorge Casat en una entrevista disponible en RTVE Play. El joven intérprete intentó, al principio, destacar las emociones de cada secuencia y así enfocarse en el cuerpo, el movimiento y la voz de su personaje. Sin embargo, se dio cuenta de que para el formato de La Promesa, dicho trabajo de casa era inviable. Llegaba a plató y "muchas secuencias no estaban fijas", así que se ponía nervioso. El actor tenía que estudiar, por ejemplo, veinte secuencias que debía grabar durante dos semanas. Aún así, aquel método le servía para "ir más fluido en las secuencias más importantes".

En dicha entrevista de despedida, Jorge Casat revela que no pisó los decorados de los pasadizos y la habitación secreto hasta el primer día de rodaje en ellos, lo que ayudó a interpretar mejor la sorpresa de su personaje. El intérprete cree que Marcelo ya no es un "cervatillo", ese lacayo "torpe" que miraba a todas las doncellas del palacio, sino que es un hombre maduro, centrado, recto.

"Mi intención es que se note la madurez al comunicar la noticia a Teresa [de su marcha]. Él se va con la certeza que, aunque a él le descubran, a ellos [su hermana, sus amigos] no les pasará nada", amplía Jorge Casat, satisfecho con el final de su personaje, cada vez más cercano –físicamente– a su hermana y el resto del servicio, y sintiéndose valorado.

Para Jorge Casat, su mayor reto como actor fue adaptarse al mundo profesional tras haber estudiado interpretación. Según él, en una serie diaria, es inútil preguntar el destino del personaje para conocerle mejor o por sus gestos, pues el ritmo es frenético: "Cuando te encuentras 20 secuencias en 2 semanas es imposible. Tienes 2 tomas por [cuestión de] tiempo... Lo importante, estando aquí en el plató, es disfrutar y jugar. Me lo dijo Josep [Cister] desde el primer día: 'Ahora, a jugar'".

¿Volverá Marcelo a La Promesa? "Quién sabe. Cuando se quite este miedo de las espaldas... Es un personaje que tiene valores y uno de ellos es el de la justicia. En una escena con Vera, ellos tienen la intención de hacer justicia, pero no tienen el medio. Y él tiene miedo a implicar a Teresa. Cuando se libere de todo ese miedo, querrá hacer justicia. Todo puede pasar en La Promesa", responde.

"Desconozco muchas cosas que pasarán, pero hasta donde sé, hay chicha", avanza Jorge Casat, cuya última secuencia, correspondiente al capítulo 545, se grabó a finales de 2024, a tenor de una imagen subida por el actor a Instagram. En total, el joven intérprete ha estado 135 episodios en La Promesa.