Llegó Ana de Armas un día al despacho de los guionistas de El Internado (Antena 3) y dijo que se quería ir de la serie, que quería marcharse a Hollywood. A Hollywood. Así lo recuerda la guionista Laura Belloso, la encargada por aquel entonces de llevar El Internado a buen puerto. Corría 2009 y el equipo de guion ya tenía planeada la sexta y penúltima temporada de la serie de Antena 3 sobre un grupo de colegiales y docentes que, aislados, descubren los misterios que esconden aquellas paredes (espóiler: nazis). 

Eran otros tiempos: se escribía y se rodaba con poco margen. Y se estiraba el chicle lo máximo posible. La actriz hispanocubana pidió "una salida bonita", que la gente "llorara". Y lloraron. "La gente estaba encantada. Era una chica lista y una actriz que nos encantaba. Nos hizo gracia lo de 'Me voy a Hollywood'", rememora Belloso. Y se fue a Hollywood. Y triunfó. De no ser por Ana de Armas, su personaje, Carolina, hubiera tenido un final feliz, como el resto de sus compañeros.

A quien sí mataron, al final de la serie, fue a Fermín (Raúl Fernández de Pablo), cocinero y espía a tiempo completo; una muerte que lo encumbró como el inesperado héroe de El Internado y como uno de los personajes más recordados precisamente por su fatal desenlace. Eso sí que no se lo perdonaron los fans más acérrimos a los guionistas. Da fe de ello el guionista Carlos García Miranda.

Un toque de atención

Pero no hay mal que por bien no venga. La serie, ya en su tercer año de emisión (dos temporadas por curso), pegó un subidón de audiencia (la muerte de Carolina fue filtrada y promocionada) y sirvió para dotar de mayor verosimilitud al relato de terror (podía morir hasta el apuntador) y sembrar una semilla, la existencia de un topo entre los adolescentes protagonistas. "Los chavales siempre estaban en peligro, pero nunca morían", admite García Miranda. 

Aún así, la muerte de Carolina les pasó factura. Los guionistas, de cara a la séptima y última temporada, quisieron emparejar a Marcos (Martiño Rivas), viudo, con otra alumna, Amaia (Nani Jiménez). Sin embargo, los fans odiaron al nuevo personaje, al nuevo interés amoroso del protagonista, al que no perdonarían rehacer su vida. La sombra de Carolina era muy alargada… Así que en los últimos capítulos de El Internado, los guionistas tomaron una drástica decisión: Amaia era mala. Su showrunner, Laura Belloso, reconoce haber sufrido como espectadora la muerte de personajes, hasta el nivel de dejar de ver la serie (Los Soprano) temporalmente. Ese es uno de los riesgos, la pérdida de audiencia, en caso de que a la serie le quede cuerda para rato.

Lutos generacionales

La de Carolina es una de las tantas muertes que durante décadas marcaron a los seguidores de las series españolas. La de Lucía (Ana Fernández) en Policías, en el corazón de la calle, la de Ángela (Pilar Punzano) en El comisario, la de la doctora Lola (Marian Álvarez) en Hospital Central; la de Marisa (Beatriz Carvajal) en Compañeros, la de Paloma Cuesta (Loles León) en Aquí no hay quien viva (relatada en el libro Detrás de las cámaras: la delirante historia de esta nuestra comunidad, de Javier P. Martín)...

A veces respondía al deseo de permanecer en la memoria de los televidentes, de pasar a la historia. Recuerden a Chanquete de Verano azul. O a Marcial (Jorge Roelas), cuya violenta y agónica muerte en el penúltimo episodio de Médico de familia impactó a media España pocas semanas antes de llegar al año 2000.

Emilio Aragón, o sea, el doctor Martín, quería un final "potente" e "impactante", a contracorriente de su legado como una serie "blanca" y "amable". Aunque lo cierto es que Médico de familia era una dramedia. Así lo recuerda Juan Carlos Cueto, director y productor ejecutivo de Médico de familia. A él, cosas de la vida, le impactó la muerte de Chanquete. Cada generación tiene un muerto (disculpen la frivolidad).

La larga agonía del "tontorrón"

Pero, ¿por qué matar a Marcial? ¿Y por qué no hacerlo en el capítulo final? "Era un personaje muy querido, el alivio cómico junto a Poli [Antonio Molero], gente de la calle. Era el más tontorrón. Se decidió que muriera en el penúltimo capítulo para que fuera menos agridulce", recuerda Cueto. De aquel guion se hicieron cargo Ana Maroto, José Luis Martín y Rocío Martínez Llano.

La muerte de Marcial, como la de Chanquete, se anunció en la revista Teleprograma. Hubo dudas: ¿matarle al inicio o al cierre del capítulo? Se decantaron al final por una larga agonía, con Marcial atrapado en su coche tras un accidente. "Fue quizás excesivo", admite el guionista. Hubo asesoramiento con el 061 (Summa 112) y el por entonces Insalud. Y hubo el OK por parte de su intérprete, Jorge Roelas. Era además su oportunidad para mostrar su valía dramática.

El visto bueno también lo dio Belén Rueda a la muerte de Lucía en Los Serrano. No era la primera vez que la actriz y presentadora se ausentaba para rodar una película (Mar adentro, El orfanato), pero llegó un momento en que quería una carrera "más versátil". Fue una decisión "tajante". No tuvieron mucho tiempo de reacción, pero sí el suficiente. "Es una situación que normalmente genera tensiones". Palabra de Javier Olivares (El Ministerio del Tiempo), jefe de uno de los equipos de guionistas de Los Serrano. Su hermano, Pablo Olivares, ejercía como productor ejecutivo y decidió, junto al cocreador de la serie Daniel Écija, que su hermano era el mejor y mayor indicado.

El 'Expediente X' de Belén Rueda

"Fue un plan que se habló mucho con la propia Belén, por cortesía; se lo merecía y no queríamos ninguna sorpresa. Queríamos que todo el mundo estuviera muy concienciado en hacer un capítulo estupendo", recuerda Olivares. Su referencia, en aquella ocasión, fue un episodio de Expediente X en el que su protagonista femenina, Scully (Gillian Anderson) está en casa, se le aparece el padre, habla con él y luego, desaparece el padre, llaman por teléfono y le dicen que ha fallecido. Le dio así un tono de fantasía e hizo propia una leyenda: hay gente que, cuando se muere, se despide de la persona más querida.

Todo fue como la seda hasta que, tras la emisión del capítulo pertinente (el número 10 de la sexta temporada, la más larga: 26 episodios), a Olivares le crecieron los enanos. O sea, le acusaron de plagiar a otra serie, la estadounidense Ángel, esqueje de Buffy Cazavampiros. "Yo había visto Buffy, pero no Ángel. Vi el capítulo y era clavado", rememora riéndose. Y a diferencia del pobre Marcial en Médico de familia, en Los Serrano tuvieron muy claro que la muerte de Lucía –otro accidente de coche– sería fuera de cámara. Olivares se muestra orgulloso de haber formado parte de una dramedia como Los Serrano, pues no eludía sentimientos dolorosos.

Como la vida misma

Una muerte ficticia que marcó a Javier Olivares fue la de Enrique IV (Pablo Derqui) en el último capítulo de la primera temporada de Isabel. De su guion se encargó Pablo Olivares, ya enfermo de ELA. "Eso dotó a la escena de una verdad. Imaginó a Enrique IV viéndose a sí mismo de niño. El niño le pregunta '¿Ha merecido la pena ser rey?' y él decía: 'no'". Reproduzcamos otra conversación entre los hermanos Olivares: "El momento más terrible de mi vida, cuando me contó que tenía ELA, una sentencia de muerte, me dijo: 'He hecho morir tan dignamente a tantos personajes que espero conseguir lo mismo conmigo mismo'".

"La muerte es algo tan natural como la vida. Otra cosa es cuando las series diarias dan muchos giros de guion y se basan en la muerte porque ya lleva un actor 500 capítulos y tienes que hacer algún cambio de ese estilo", añade Olivares.

No siempre llueve a gusto de todos en estos casos. Miguel Ángel Silvestre dejó Sin tetas no hay paraíso (Telecinco) de una temporada a otra, así que los guionistas mataron a El Duque en el último capítulo de la segunda temporada. Dos finales se rodaron: en uno sobrevivía y en el otro moría. No era la primera vez que el actor se iba de una serie de una temporada a otra. Ocurrió en Motivos personales (Telecinco). Buscaron a otro actor (Álex Gonzalo) y tiraron hacia adelante. A veces, los intérpretes ceden. Megan Montaner tenía firmado un número de episodios de El secreto de Puente Viejo, pero dio una prórroga a los guionistas del serial de época de Antena 3.

La muerte de Miguel Alcántara según Juan Echanove

Otras veces son los intérpretes quienes reciben la mala noticia. De un infarto murió Miguel Alcántara en la temporada 18 de Cuéntame cómo pasó. "Yo nunca estuve en desacuerdo en ponerle fin al personaje. En absoluto me pareció mal que muriera Miguel Alcántara. Otra cosa fue cómo se hizo, por cómo se me planteó", admite su intérprete, Juan Echanove. "Yo no soy dueño del personaje que interpreto. Yo me debo a una productora y a unos planes. Otra cosa es que yo esté de acuerdo en la manera en que se hacen las cosas, pero yo en ningún momento me sentí ni muchísimo menos propietario de ese personaje. El día que me dijeron que me moría y que adiós, no me pareció extravagante. Todo lo contrario. He visto cómo desaparecían muchos personajes interesantes de todas las series", añade. Pelillos a la mar.

El actor (y director) defiende que una historia, a veces, necesita un punto de inflexión, un drama, que suele corresponder a la desaparición de un personaje: "Es lógico y casi un clásico de la televisión". "A veces los personajes desaparecen y dejan de estar en las tramas sin mayor explicación, pero cuando se provoca desde la dramaturgia un punto de inflexión que realmente ataque emotivamente al espectador, eso está calculado; y cuando se hace bien es efectivamente un giro, una licencia narrativa verdaderamente potente".

Motivos laborales

Sale a colación nuevamente Verano Azul y su "Chanquete ha muerto". Hubo una belleza. Hubo un cuidado. "Otra cosa es cuando por motivos laborales, hay actores o actrices que tienen que irse a hacer otra cosa y entonces se decide que mueran. O se da un final a una serie que no es el adecuado. Pero eso depende un poco de la pericia de quien lo hace", añade.

Echanove tiene muy buen recuerdo de aquel capítulo (número 328), de su director (Agustín Crespi) y de la preciosa localización, a las afueras de Toledo. Era –otra vez– el penúltimo episodio de una larga temporada, emitida entre enero y mayo de 2017 y cuyo desenlace podría haber servido como final de serie. "Yo disfruté muchísimo grabando esa muerte porque era una manera de morir muy lírica, muy bien construida por parte de guionistas y directores de la serie, y la verdad que me sentí muy a gusto", rememora el actor. 

No es fácil –reconoce– morir en pantalla. El día que Echanove grabó su muerte, el rodaje comenzó a las ocho de la mañana y terminó a las dos de la tarde. En la sobremesa ya estaba ensayando en la Compañía Nacional de Teatro Clásico (Madrid) la muerte de otro personaje, Quevedo: "Estuve interpretando la muerte de dos personajes muy importantes de mi vida a lo largo de más de 13 horas. Cuando llegué a mi casa estaba muerto". Y así se lo hizo saber a su mujer. Fue, como actor, uno de los días de su vida más ricos.

Volvamos al sabio refranero español, al no hay mal que por bien no venga. Echanove no se tomó la muerte de Miguel Alcántara como "un accidente en la ruta" y avisa a navegantes: "Eternizarse en una serie longeva, para un intérprete, no creo que sea bueno". Así que cuando dejó, no por voluntad propia, Cuéntame, a Echanove se le abrió un abanico de oportunidades interpretativas. No está agradecido por aquel infortunio: "Pero, en el fondo, yo qué sé. La vida es muy sabia y es una gran verdad aquello de que cuando una puerta se cierra, otra se abre".