Hay noches en las que una buena web de conspiraciones es la mejor píldora contra el insomnio. Después de la enorme ración de racionalidad que contienen los noticiarios, los transbordos en el metro y la sección de lácteos de Mercadona, a veces apetece invertir los últimos minutos del día en leer sobre los planes de las élites iluminati y reptilianas para hacernos la puñeta. Encontré hace unos días en un oscuro lugar de internet un texto que afirmaba que el coronavirus se habría liberado en un laboratorio con el objetivo de ralentizar la expansión mundial de China.
El texto explicaba que este arma biológica estaba preparada desde hace un tiempo, a la espera de que fuera necesaria para neutralizar, o bien una amenaza nuclear, o bien una explosión demográfica incontrolable o bien una ofensiva comercial desmedida que perjudicara a Estados Unidos, Alemania y Reino Unido. Ante cualquiera de estos escenarios, el plan consistía en hacer implosionar a China con la propagación de una enfermedad.
Más allá de delirios post-apocalípticos, lo cierto es que cada poco tiempo surge una nueva amenaza a la que se atribuye el potencial de matar a una buena parte de los humanos, como el coronavirus. Entonces, los medios se vuelcan en el caso y especulan sobre el poder destructor del patógeno.
Lo hacen pese a que las autoridades traten de quitar hierro a los mensajes alarmistas a partir de ese método tan poco emocionante que consiste en ofrecer datos objetivos. Mientras tanto, mis conspiranoicos favoritos hablan de planes de las tres familias financieras que dirigen el mundo para mermar la población mundial y dar cumplimiento a alguno de sus oscuros objetivos.
El desparrame mediático
El circo mediático causa cierto sonrojo, especialmente cuando los todólogos de mesa de tertulia se pronuncian sobre el patógeno en cuestión con la rotundidad de cualquier experto en microbiología. “Es evidente que España se convertirá en uno de los focos de peligro si vienen muchos chinos al Mobile (World Congress) de Barcelona”, decía el otro día un contertulio, con la mayor ligereza. A la mañana siguiente, en la misma mesa, se pronunciaba sobre la inhabilitación de Quim Torra con un conocimiento que no era mucho menos envidiable.
Los medios digitales le han añadido un punto más de ridículo a esta situación. Hubo algún periódico que el otro día recordó que en los teléfonos móviles de todo el mundo circula desde hace casi una década un videojuego que consiste en extinguir a la especie humana con un virus de alcance mundial.
Basta jugar una partida para comprobar que el objetivo del jugador es planificar diferentes mutaciones para convertir al patógeno en más resistente y letal a medida que avanza la partida. La BBC apuntaba hace unos días que se ha convertido en una de las aplicaciones más descargadas de los últimos días y fueron varios medios en español los que se hicieron eco de esta noticia. Produce cierta perplejidad el hecho de que mientras las autoridades sanitarias tratan de perimetrar la zona donde ha surgido la infección, haya personas que, en la soledad de su habitación, simulan una plaga que destruya a la humanidad.
Curiosamente, un periódico oficialista, que es el más vendido, colocaba las noticias sobre el coronavirus más arriba o más abajo en su portada, en función del patetismo de la última mentira de José Luis Ábalos sobre su encuentro madrileño con Delcy Rodríguez.
En algunos periódicos digitales, las noticias sobre este virus se cuentan ya por decenas, al igual que palabras como 'alerta' en sus titulares. Un famoso presentador de televisión hablaba hace unos días de “epidemia” mientras un especialista sanitario afirmaba que no hay que perder la calma, pues no hay motivo para ello.
Curiosamente, un periódico oficialista, que es el más vendido, colocaba las noticias sobre el coronavirus más arriba o más abajo en su portada, en función del patetismo de la última mentira de José Luis Ábalos sobre su encuentro madrileño con Delcy Rodríguez. Cuanto más inverosímil era la versión del ministro, más cerca de la portada figuraba la información sobre China.
¿Moriremos?
Detrás de esta creciente sensación de indefensión se encuentra la evidencia de que en un mundo globalizado cuesta aislar cualquier cosa, máxime si viajar a las antípodas de cada país no suele costar más de un día, por lo general. Por otra parte, uno de los temas recurrentes en una buena parte de los seres humanos es el relativo a cómo se extinguirá la especie, algo sobre lo que es lógico que cueste llegar a un consenso. Unos pueden pensar que será a base de bombazos atómicos; y otros, mediante un microbio con una capacidad destructiva.
De momento ninguna de las nuevas plagas que se han detectado en los últimos años se ha situado entre las principales causas de muerte en España. Ni el SARS, ni el H1N1, ni la gripe aviar, ni la peste porcina. Ni siquiera el ébola, que parece que se iba a extender de forma imparable por España hace unos años; y que recibió una generosísima atención mediática, alarmista, pero que al final derivó en dos muertes humanas, una ejecución canina y un contagio, que se sepa.
De momento, conviene tener más miedo a pillar una neumonía, que causa más de 10.000 muertes anuales en España. O a un envenenamiento accidental (162).
Deberían los medios renunciar al alarmismo y tratar los problemas en su justa medida, pues si, por ejemplo, la gripe se midiera con el mismo baremo, ahora mismo habría saqueos, búnqueres cerrados en el subsuelo y largas colas de vehículos para abandonar las ciudades y echarse al monte. De momento, nadie se ha contagiado en España del coronavirus, pero bien podría parecer que quien no tenga una mascarilla en su casa tiene los días contados.
Definitivamente, hemos enloquecido y, para esto, resulta más divertido y gratificante leer a los conspiranoicos de toda la vida que a los medios, ávidos de clics de lectores asustadizos.
Hay noches en las que una buena web de conspiraciones es la mejor píldora contra el insomnio. Después de la enorme ración de racionalidad que contienen los noticiarios, los transbordos en el metro y la sección de lácteos de Mercadona, a veces apetece invertir los últimos minutos del día en leer sobre los planes de las élites iluminati y reptilianas para hacernos la puñeta. Encontré hace unos días en un oscuro lugar de internet un texto que afirmaba que el coronavirus se habría liberado en un laboratorio con el objetivo de ralentizar la expansión mundial de China.
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