Mientras España debate sobre La revuelta y El hormiguero; y mientras los artículos periodísticos se centran en los resultados que obtienen cada noche David Broncano y Pablo Motos, se ha producido en esa franja de la programación un éxito inesperado. Es el de Cifras y letras, un formato tradicional que Radiotelevisión Española decidió repescar hace unos meses y que acaba de batir su récord particular.
Según los datos de audiencia de Kantar Media, el concurso ha terminado esta semana con un share de 4,4 puntos, que ha sido muy superior a la media mensual de La 2, que alcanzó el pasado jueves los 2,9 puntos acumulados. La cuota de pantalla de este espacio ha crecido casi 30% desde su primer mes de emisión y ha sido visto, en algún momento, por 5,7 millones de espectadores. Su share medio en este mes ha sido del 3,8%.
No es sencillo que un concurso consiga buenos resultados en la televisión actual. Por cada Pasapalabra y por cada Saber y ganar que se estrena, hay varios formatos que fracasan y que son retirados en pocas semanas. La franja del access prime time es especialmente dura en este sentido, dado que la competencia es muy elevada.
Cifras y letras comenzaba la temporada hace unas semanas con la sensación de ser un actor secundario en mitad del duelo entre Broncano y Motos. Pasado un mes, podría decirse que se ha adaptado bien a esta situación, dado que ha conseguido su mejor registro.
En su última semana -la del récord-, ha logrado una audiencia del 4,5% entre los niños y ha sido especialmente seguido en Madrid (6.7%) y Murcia (7.2%).
Su presentador, Aitor Albizua, afirma -en declaraciones a El Independiente- que este resultado es un “chute de energía” y se muestra optimista. “Me hace especial ilusión los datos de audiencia en la franja de 4 a 12 años porque eso significa que hay futuro, que hay niños y niñas que juegan con nosotros antes de irse a la cama, y eso me pone la piel de gallina”.
Nuevas tecnologías
El concurso volvió el pasado enero a RTVE y lo hizo en colaboración con Atomis Media-Prime Time Media AIE, cuya productora ejecutiva es Isabel Raventós, quien también estuvo involucrada en el proyecto de Saber y ganar.
Sobre los buenos resultados del programa, ha expresado: “Estamos contentos por el respaldo de la audiencia pero seguimos trabajando para continuar innovando con nuevas tecnologías y seguir produciendo un programa de calidad para la televisión pública”.
Raventós también ha valorado la forma en la que el público interactúa durante el programa y el interés que despierta en todas las audiencias. “Familias, niños, padres con sus hijos, amigos, compañeros se reúnen para jugar y aprender en 30 segundos con Aitor, Elena, y David; y los dos concursantes en el estudio”.
La esencia del concurso es la misma que en 1991, cuando se estrenó en España. Su fórmula es simple en apariencia, pero rica en posibilidades: los concursantes deben formar palabras de hasta nueve letras y calcular el número exacto mediante operaciones matemáticas. Junto a ellos hay un presentador -Albizua- y dos expertos, David Calle y Elena Herraiz, que interactúan con los concursantes durante todos los episodios.
Partidas en paralelo
Mientras las pruebas se desarrollan en antena, en el universo paralelo de las redes sociales hay espectadores que juegan sus partidas. “Hay un grupo muy fíel desde el primer día. Participan muchísimo, tanto con cifras como con letras... y la verdad es que a pesar de que hay alguno muy purista, la energía es súper positiva. Los fines de semana incluso participan en los duelos que subimos en Twitter sábados y domingos”, apuntan desde el equipo de redes del programa. En este sentido, reconocen su sorpresa porque hay quien ha programado aplicaciones para poder jugar a las pruebas.
El concurso se emite en La 2, pero también en RTVE Play y en Canal Internacional. Quizás no sea una de esas apuestas televisivas que se presentan entre ruido y campanillas, pero, al igual que sucede en casos como el de Saber y ganar, son capaces de enganchar y fidelizar a la audiencia, lo cual cada vez resulta más complejo en la televisión convencional. Máxime cuando en los otros canales se libra una competencia que ha generado decenas de titulares en los últimos meses.
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