Casimiro Villegas y su mujer llevan años viviendo un auténtico infierno en vida. Su calvario comenzó una noche de marzo de 2011, cuando cinco ladrones entraron en su domicilio a robar y con los que vivió un episodio violento para defender a su mujer y a él mismo. Algo que, como defienden, le puede pasar a cualquiera.
Según narró el ex policía sevillano a varios medios, a las tres de la mañana escuchó un ruido en la cocina y cuando bajó a comprobar qué o quién era le atacaron y agredieron ferozmente dos encapuchados.
El ex agente se dirigió entonces a recoger su arma reglamentaria, momento en que vio a su mujer aterrorizada por los gritos y los golpes, a la que ordenó que no se moviera y llamara a los servicios de emergencia.
Cuando volvió a salir, el sevillano explica que escuchó cómo los ladrones hablaban entre ellos de su intención de disparar a matar a Casimiro. En ese momento fue cuando el ex policía dice actuar en defensa propia y proferir varios disparos.
Las balas, según el relato, alcanzaron a tres de los ladrones, y uno de ellos terminó con impotencia sexual y cojera al ser alcanzado en los genitales. Por su parte, Villegas terminó el altercado con múltiples traumatismos y marcas de mordiscos humanos.
La Policía consiguió detener entonces a tres de los asaltantes y a otro de ellos días después, aunque la investigación reveló que una quinta persona entró en la finca aquella noche. Para ellos la condena inicial fue de entre tres y cinco años de prisión, aunque después de varios meses encerrados fueron puestos en libertad por el Juzgado de Instrucción número 7 de Dos Hermanas (Sevilla).
Casimiro no corrió la misma suerte. Pese a haberse enfrentado a un robo calificado de "violencia extrema" por la policía científica y haber actuado, según esgrime la víctima, en defensa propia y la de su mujer, la Fiscalía y el juez piensan que no fue necesario disparar en ese momento, por lo que piden 20 años de cárcel y una indemnización de 300.000 euros para los delincuentes al no utilizar el atenuante o eximente de legítima defensa.
Por esta orden judicial y a la espera de la celebración del juicio, la vida de Casimiro quedó destrozada. Fue diagnosticado por un tribunal médico de un Trastorno por Estrés Postraumático y una hernia discal y su mujer se enfrenta a una enfermedad de la glándula tiroidea por el estrés vivido aquella fatídica noche.
Además, el policía fue despojado de su pistola, dado de baja en el Cuerpo y, para hacer frente a la indemnización, tiene embargadas todas sus propiedades y tres cuartas partes de su pensión por incapacidad laboral. Al verse al borde del abismo en muchos sentidos, Casimiro trató incluso de quitarse la vida, pero su mujer lo impidió.
Ahora se dedica a dar conferencias sobre suicidio a policías y guardias civiles mientras él y su mujer esperan la celebración del juicio el próximo mes de marzo -en un principio iba a ser en febrero- en la que la defensa pedirá la absolución total al tener pruebas convincentes de que aquella noche el sevillano actuó en legítima defensa.
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