Cantabria vive este jueves una de sus peores jornadas por culpa de la lluvia, que ha anegado multitud de localidades de toda la región y que han obligado a intervenir a la Unidad Militar de Emergencias (UME) para evacuar a las personas aisladas en sus casas.
Ya a primera hora -sobre las 6.30, coincidiendo con la pleamar- el trasiego de vehículos de Protección Civil, camiones de bomberos y coches de la Guardia Civil hacía presagiar que este no iba a ser un día de lluvia más de los muchos que, con menor o mayor intensidad, azotan a la región.
Pero pese a las previsiones, ni los más agoreros se imaginaban que estas lluvias traerían unas crecidas de los ríos que ya durante la madrugada habían anegado garajes y habían convertido explanadas, como los campos de fútbol, en grandes piscinas de agua lodosa.
Los coches y los pisos bajos se llevaron en este primer momento la peor parte de una crecida que ha obligado al Gobierno de Cantabria a decretar su plan especial de Protección Civil ante el riesgo de inundaciones.
Con un panorama más propio de películas postapocalípticas, los servicios de emergencia han comenzado las labores de evacuación de personas con todos sus medios, incluidas las lanchas de la Cruz Roja, aunque no ha sido suficiente para poner a salvo a todos y algunos han tenido que esperar.
Ha sido sobre las 10.00 horas cuando el presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, ha anunciado que se había decretado el inicio de este plan de riesgos, que ha ido acompañado de un aviso preventivo a la UME para acudir a la comunidad autónoma en caso de necesidad, lo que finalmente ha sido necesario.
El propio Revilla ha reconocido que a sus 76 años, cumplidos ayer, nunca había visto en la región una catástrofe de semejante magnitud, y ha señalado que esta situación "es mucho más grave y complicada" de lo que se podía imaginar.
De hecho, el presidente ha cancelado su visita a los actos de Fitur, en Madrid, pues la previsión no permite confiar en una mejoría a corto plazo.
Operativo de la Cruz Roja
Más desbordados que los propios ríos, los guardias civiles, apostados en putos estratégicos, han dirigido a los efectivos del 112 y a la Cruz Roja para actuar, como en Hinojedo (Suances), donde el campo de fútbol del Minerva ha sido invadido por la ría de San Martín, dejando a una quincena de vecinos entre dos aguas sin poder ser evacuados hasta mediodía.
Han sido tres lanchas de la Cruz Roja, en varios viajes, las que han conseguido sacar a los residentes de la zona, un rato a motor y otro a remo puesto que es un lugar ocio con columpios y verjas que podían comprometer la seguridad de la evacuación.
En la zona hay que lamentar la muerte de muchos animales de granja, como ovejas, gallinas y cerdos, y otras pérdidas materiales.
Todos los vecinos atónitos que han asistido a estas escenas han coincidido en algo: nunca se ha visto nada igual. Son estampas, como han explicado a Efe, más típicas de un octubre en Levante con la gota fría.
Con el susto en el cuerpo, Alicia relata cómo a las 6.00 horas ha avisado a sus padres para que abandonaran su casa en Caranceja (Reocín) ante esta "catástrofe".
En ese momento, el agua les llegaba ya por la cintura. "He visto riadas, aquí en Caranceja, pero no tan altas como estas. Ahora a limpiar, a recoger...", agregaba sin poder terminar la frase de la emoción.
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