El primer escrache a Podemos lo encabeza un sindicato, UGT. En 2014, el año más duro de las protestas por la crisis, los indignados reprochaban a los sindicatos de "haberse vendido, traicionando las luchas en pro de la paz social ". Ahora es el partido que se reivindica como heredero de la indignación a tragar con su propia "medicina democrática".
La sede nacional de Podemos se encuentra en la Plaza de España, en el centro de Madrid. Algunos empleados del partido miran desde la séptima planta a los doscientos conductores VTC concentrados delante de su puerta, protegida por agentes de la Policía Nacional antidisturbios.
"Podemos apoya a los taxis y se olvida de que somos trabajadores nosotros también", dice un conductor de VTC. Después de casi dos semanas de huelga de taxis ellos también han decidido salir a la calle por el miedo a perder su empleo.
El sindicato UGT está en contra de una nueva reglamentación que penalice a las flotas de Uber y Cabify. "Muchos conductores se encuentran en situación de exclusión, si no social por lo menos laboral. Han sufrido despidos y el sector del transporte es el único que les ha ofrecido una oportunidad. No queremos que en Madrid ocurra lo mismo que ha pasado en Barcelona: un Ere que ha dejado en la calle a mil personas", dice a El Independiente Antonio Diego García, secretario del Federación de Servicios, Movilidad y Consumo (FeMSC) UGT de Madrid.
Según un sondeo de Metroscopia los votantes de Podemos son los que más respaldan las reivindicaciones del taxi (7 de cada 10).
No es cierto que los conductores de VTC somos explotados. Es un bulo
Enfrascado en las cuestiones internas, el partido de Pablo Iglesias e Irene Montero ha estado hasta ahora al margen del conflicto, sin ir más allá de una genérica petición de mediación al Presidente de la Comunidad de Madrid, el popular Ángel Garrido. Cierto es que gran parte de lenguaje utilizado por los taxistas en sus peticiones parece inspirado en las reivindicaciones del partido morado (oposición a la precariedad y apelación a la solidaridad con otros sectores castigados por la economía digital, etc).
La tributación en países con fiscalidad baja y las pésimas condiciones de trabajo son una de las criticas más frecuentes al sector. "No somos explotados. Hacemos nuestras 8 horas y quien quiere más dinero prolonga hasta 10. ¿Cómo vamos a reivindicar mejores condiciones de trabajo si nuestras empresas están despidiendo, como ha pasado en Barcelona?", dice uno de los portavoces de los conductores.
Del tema nadie quiere hablar. Todos los concentrados defienden a su empleadores y también el representante de UGT se desentiende: “Que lo cuenten ellos”, responde.
La protesta de los trabajadores de Uber y Cabify no ha reunido a tanta gente como los taxistas. La mayoría de los conductores se han limitado a pitar con el claxon. Ninguno de ellos es propietario de la licencia, muchos llevan pocos meses en el oficio.
Las empresas de VTC son las única que ofrecen trabajo a ciertas edades", dice un conductor
Hay un buen número de mujeres. Se ven algunos jóvenes pero la mayoría son hombres con más de 50 años. Los conductores no tienen reparo en contar sus historias personales. "Gracias a estas empresas he podido encontrar un trabajo" dice Miguel Ángel, conductor de VTC, "son las únicas que ofrecen trabajo a ciertas edades". Una respuesta que se repite.
A todos les preocupa la violencia. "Tenemos miedo", dice una señora, "¿Cómo podemos ir a trabajar sin pensar en el riesgo de ser agredidos por los taxistas?". Todos apuntan a que hay que dejar a los ciudadanos la libre elección de qué medio de trasporte elegir: taxi o VTC. "Hay espacio para todos. Igual que nos hemos acostumbrados a utilizar el ordenador en vez de la máquina de escribir, así tendremos que aprender a utilizar los nuevos sistemas de movilidad".
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