Las enfermedades raras (ER) o huérfanas son aquellas que afectan a menos de 1 de cada 2.000 personas. En la mayor parte de los casos son enfermedades genéticas raras que debutan en la infancia. Desde la Federación Española de Enfermedades Raras (FEDER) resaltan que éstas se caracterizan por su gran número y amplia diversidad de desórdenes y síntomas, que varían no sólo de enfermedad a enfermedad sino también incluso dentro de la misma patología.
Además, señalan que en su mayor parte son crónicas y degenerativas. De hecho, apuntan que el 65% de estas patologías son graves e invalidantes y se caracterizan por presentar un comienzo precoz (antes de los 2 años de vida); dolores crónicos en 1 de cada 5 pacientes; y con ellas aparece desarrollo de déficit motor, sensorial o intelectual en la mitad de los casos, lo que termina ocasionando una discapacidad en la autonomía en 1 de cada 3 casos.
A su vez, resaltan que “en casi la mitad de los casos el pronóstico vital está en juego” ya que a las ER se le puede atribuir el 35% de las muertes antes de un año; el 10% entre 1 y 5 años; y el 12% entre los 5 y 15 años.
Son patologías con alta predisposición a cáncer
Pero no todo queda ahí. Uno de los principales problemas a los que se enfrentan las personas con estas enfermedades poco frecuentes y además, desde el primer momento, es la ausencia de diagnóstico. En muchas ocasiones éste llega tarde, fundamentalmente ante el desconocimiento que rodea a estas patologías así como ante la dificultad de acceso a la información necesaria y a la localización de profesionales o de centros especializados, precisa FEDER.
“Todo esto provoca una serie de consecuencias que afectan tanto al paciente como a su familia. De hecho, en gran parte de los casos, esta demora diagnóstica priva al afectado de intervenciones terapéuticas, lo que conlleva, en un 30% de los casos, un agravamiento de la enfermedad que podría haberse evitado o paliado previamente”, lamenta, a la vez que precisa que el 42,68% de las personas con estas patologías no dispone de tratamiento o si lo dispone, no es el adecuado.
“Dada su baja incidencia, hay pocos profesionales o centros expertos en estas patologías. A su vez, la industria farmacéutica muchas veces tampoco invierte por ser poco frecuentes y es, por tanto, necesario poder obtener ayudas gubernamentales o europeas”, subraya en este sentido la Academia Española de Dermatología y Venerología (AEDV).
Uno de los principales problemas es la ausencia de diagnóstico
Precisamente, un equipo de investigadores españoles acaba de participar en un estudio, recientemente publicado en la revista científica ‘British Journal Dermatology’, en el que se muestra una investigación con la que han logrado identificar una firma genética común en tres ER de la piel, o genodermatosis, con propensión al cáncer. Estos hallazgos permitirán, en un futuro cercano, diseñar aproximaciones terapéuticas eficaces y seguras, basadas en evidencias científicas robustas, para la ‘epidermolisis bullosa distrófica recesiva’, el ‘síndrome de Kindler’ y el ‘xerodermapigmentoso’.
Así, esta investigación arroja luz sobre los mecanismos moleculares subyacentes a dichas enfermedades poco frecuentes, a la vez que plantea nuevas dianas farmacológicas útiles en el tratamiento de las patologías asociadas. “Esta posibilidad de tratar terapéuticamente a pacientes (por ejemplo, con medicamentos reposicionados) es una prioridad clínica para mejorar su calidad de vida”, subrayan.
A través de un análisis de expresión génica global (transcriptómica), los investigadores lograron encontrar y validar una firma genética común a dichas genodermatosis en células de pacientes. “Dicho perfil apunta a una activación celular y a una alteración del microambiente dérmico (capa inferior de la piel) que favorecería la progresión de la enfermedad, así como la aparición del cáncer cutáneo”, añaden desde el IIS-FJD.
Las 3 ER raras de la piel
En concreto, la ‘epidermolisis bullosa distrófica recesiva’ y el ‘síndrome de Kindler’ son enfermedades de fragilidad cutánea, generadas por mutaciones en genes esenciales para el anclaje entre las dos capas de la piel. Los pacientes con dichas enfermedades sufren erosiones y heridas crónicas en piel, además de mucosas, lo que desencadena procesos de cicatrización aberrantes y facilita el desarrollo de carcinomas epidermoidesmetastásicos.
Por otra parte, el ‘xerodermapigmentoso’ es una enfermedad caracterizada por una alta sensibilidad a la luz ultravioleta, producto de una deficiencia en los mecanismos de reparación del ADN, lo que tiene como consecuencia el que esa persona presente unas 10.000 veces más de riesgo de desarrollar cáncer de piel.
En esta investigación realizada íntegramente por investigadores españoles ha estado liderada por el grupo liderado por la profesora Marcela del Río, de la Universidad Carlos III de Madrid, Instituto de Investigación Sanitaria de la Fundación Jiménez Díaz, Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Raras (Ciberer)y del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT); en colaboración con el equipo del doctor Joaquín Dopazo, del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla (también del Ciberer).
En la investigación han participado también investigadores de la U726 del Ciberer que lidera la doctora Susana Puig en el Hospital Clínic de Barcelona, del Hospital Universitario La Paz de Madrid, del Hospital Sant Pau de Barcelona, y del Centro de Investigación Príncipe Felipe de Valencia.
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