Los clientes de un bar que ya lleva la fiesta en su nombre, O Jaiteiro, en Betanzos (A Coruña), se han acomodado al registro horario a su manera, impulsados por el dueño, pues pueden fichar con su huella dactilar en una máquina que mide el tiempo que pasan en su interior y así consiguen puntos que después se traducen en obsequios tales como una consumición o ropa.
Es la novedosa iniciativa del propietario de este negocio, Miguel Ángel Sobrino, que, en una entrevista con Efe, ha contado que tal propuesta se le ocurrió para de algún modo "fidelizar" a sus "clientes de siempre", pero ahora se da cuenta de que "está teniendo mucho revuelo" y le viene bien porque, a la vez, "hace publicidad del local" y siempre puede captar nuevos usuarios.
Además, el establecimiento pasó "un bache muy grande" hace un tiempo e incluso estuvo a punto de echar el telón, por lo que ahora su artífice tuvo más claro que nunca, si cabe, eso de "renovarse" para probar suerte.
Así las cosas, esta idea se le ocurrió al mencionado emprendedor un día en el que, justo recién abierto el bar, a las siete de la mañana, vio una noticia en la televisión sobre la nueva obligatoriedad de que los empleados fichasen en las compañías, por lo que comenzó a preguntarse "qué coste tendría para una empresa actualizarse y poner una máquina con huella digital".
El funcionamiento es muy sencillo, ya que, cuando alguien llega, queda registrado con el nombre o apodo que quiera
Entonces, consultó los precios y vio que era "algo económico", que no necesitaba mucha inversión -confiesa que le costó unos treinta euros- y, como él es autónomo y no tiene empleados, se le ocurrió ponerla para que midiera el tiempo que pasan los asiduos en su cafetería y "revitalizar" su negocio. El funcionamiento es muy sencillo, ya que, cuando alguien llega, queda registrado con el nombre o apodo que quiera y después solo tiene que pasar el dedo por el sensor al entrar y al salir y, por si fallase el método, cada persona tiene un "pin" que puede introducir manualmente.
Para obtener regalos únicamente hay que pasar tiempo en el bar porque "cada hora son diez puntos" y por cada centena el regalo es una consumición, mientras que a los 300 ya la suerte tiene forma de camiseta. Este sistema lleva apenas dos semanas en funcionamiento y ya tiene registrados "a casi 70 clientes", por lo que Sobrino admite que está pensando en nuevos premios que irá poniendo poco a poco.
La mayoría de los que se apuntan a esta novedad son jóvenes, cuenta el propietario, y "la gente mayor no le hace caso, viene a tomar algo como siempre" debido a que "no están acostumbrados a meter su dedo en una máquina que les lea la huella". A nivel legal, explica, no hay problema alguno porque la gente no tiene que dar "ningún dato", ni el DNI, ni siquiera sus apellidos: solo tiene que poner un apodo o el nombre que quiera y éste se asocia con su huella, de forma que es "un registro amistoso" entre el cliente y el dueño del bar.
Una fiel de este bar, Estrella Núñez, ha señalado este lunes, en declaraciones a Efe, que ya tiene unos "700" puntos, pero no los quiere gastar hasta que acumule más y pueda conseguir un gran obsequio, como "un viaje por ejemplo", le propone bromeando al que ve como su papa Noel particular.
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