Su nombre, Blanca, parecía ya una pequeña profecía. Lo suyo tenía que ser la nieve. Y aunque no le gustaba pasar frío, la montaña acabó catapultándola a la fama: entre otros éxitos, ganó cuatro pruebas de la Copa del mundo de esquí y se colgó una medalla olímpica, el bronce en el slalom de Albertville 1992. Pero una vez que se bajó de los esquís, otro slalom empezó a dibujar su vida. Idas y vueltas sinuosas.
Blanca Fernández Ochoa creció en la estación de Cercedilla, en la sierra de Madrid, el mismo lugar en el que ha aparecido hoy su cuerpo sin vida. Ahí se puso por primera vez unos esquís y después fue perfeccionando la técnica en centros de alto rendimiento hasta convertirse en una deportista de talla mundial. Su bronce en Albertville sigue siendo la única presea olímpica conseguida por una mujer española en unos Juegos de Invierno.
Mi punto débil es que la gente me falle, eso me entristece mucho", dijo en 2012 a la televisión vasca ETB
Tras ese éxito, se retiró del deporte profesional al borde de los 30 años. Había una larga vida por delante. Pero la nieve no iba a jugar un papel fundamental. "Acabé quemada con el esquí, lo que verdaderamente me gusta es el golf", confesó a El País en una entrevista en 2014. Blanca quería haber estudiado veterinaria, pero tantas horas dedicadas al deporte no se lo permitieron. La suya no fue una infancia normal. Lloraba en el internado al que la enviaron con 11 años en el Valle de Arán. Sufría lejos de su familia, pero comprendió que su destino estaba en deslizarse por la nieve.
Blanca lo llegó a definir como una "obsesión impuesta". Cuando entró por la puerta del internado de Viella siendo una niña apenas sabía deslizarse. Pero su familia intuía que la pequeña Blanca podía llevar el gen ganador de Paquito, su hermano mayor. Y no les faltaba razón. Al final acabó disfrutando de la competición, de lanzarse montaña abajo a más de 100 kilómetros por hora. "Necesito adrenalina, soy una mujer que necesita sensaciones fuertes", decía.
Negocios familiares y apariciones en la televisión
Después de retirarse, Blanca dedicó entonces su tiempo a una tienda familiar de esquí en Cercedilla. Pero la crisis les obligó a echar el cierre, así que Blanca abrió un negocio de electroestimulación muscular y se involucró en la organización de torneos de golf. Combinaba esos quehaceres con participaciones esporádicas en televisión. Era un rostro conocido para el público y se dejó ver por programas como La Selva de los famosos, Splash o El conquistador del Aconcagua. "No digo que no a nada", dijo en Antena 3 antes de lanzarse desde un trampolín de cinco metros en Splash.
Dos divorcios y la muerte de "Paquito"
Sin embargo, no todo fueron risas en televisión para Blanca. También sufrió mucho. Se casó por primera vez en 1991 con el italiano Danielle Fioretto, el que fuera su entrenador de esquí. Pero la relación duró muy poco y a los pocos años volvió a pasar por el altar con David Fresneda, con quien tuvo dos hijos. Dos divorcios no del todo amistosos que la golpearon hondo.
"Mi punto débil es que la gente me falle, eso me entristece mucho", dijo en 2012 a la ETB durante la emisión de El conquistador del Aconcagua. "Por supuesto (me considero buena persona), por eso me han dado tantos palos en mi vida (...) Yo sufro más los golpes bajos. Los manejo de otra manera", añadiría años después en El País al compararse con su hermano Paquito. Referente del esquí nacional, oro olímpico en Sapporo 1972, Paco Fernández Ochoa fue la razón por la que Blanca comenzó a esquiar. La muerte de su hermano mayor en 2006 por un cáncer fue otro revés que tuvo que superar Blanca.
Enfermedad y volcada con sus hijos
El entorno de Blanca ha señalado estos días que Blanca sufría trastorno bipolar. "Me decía que estaba pasando el eslalon más duro de su vida, pero que lo iba a ganar", indicó en la Cope su amiga y también ex deportista Coral Bistuer. "Es muy extraño (la desaparición) porque Blanca no es una irresponsable, su familia es una piña, para ella la responsabilidad de su familia e hijos estaba por encima de todo".
Blanca, que desde hacía tiempo vivía con su hermana Lola en Aravaca, tenía en sus hijos un pilar fundamental. "Mis medallas", escribió hace dos semanas en Instagram con varias fotos de David y Olivia, sus hijos, en un torneo de rugby en Francia. Ambos disfrutan también del deporte y Olivia es internacional con España en rugby 7. Los dos han participado estos días en las batidas de búsqueda en Cercedilla, donde finalmente ha aparecido su cuerpo. "Me gusta la montaña y siempre que puedo me escapo", solía decir la medallista olímpica. Ahí, en la montaña, Blanca lo encontró todo.
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