Cuenta el escritor Sergio del Molino en su libro ‘La España vacía’ que “al salir de Madrid por cualquiera de sus puntos cardinales -salvo, quizá, el que conduce al Guadarrama-, la España vacía irrumpe como si se hubiera cruzado un portal a otra dimensión”. Un país vaciado que se encuentra en las dos Castillas, Aragón o La Rioja, alejadas del crecimiento desmesurado de las áreas urbanas. Un despoblamiento que, según el Gobierno de la Comunidad de Madrid, también es a día de hoy una realidad en algunos de sus pueblos, aunque con matices a la de la España más rural.
Los municipios despoblados de Madrid se concentran, sobre todo, en el norte de la región
“La despoblación ha ido poco a poco, pero el eje fuerte ha sido en los últimos cinco o seis años”. Quién habla es Aurelio Bravo, alcalde de Puebla de la Sierra, uno de los muchos municipios del norte de la Comunidad que esté año se han beneficiado de las ayudas del ‘Plan Especial 2019 de apoyo económico en riesgo de despoblación’. La medida, enmarcada en la ‘Estrategia para Revitalizar los Municipios Rurales’ del Ejecutivo madrileño, reparte un millón y medio de euros entre 49 municipios que han perdido población en los últimos cinco años y tienen un 30% de sus habitantes superando los 65 años. Este número de municipios se encuentra entre las casi 80 localidades madrileñas con menos población de la región. Para hacerse una idea, los pueblos apenas representan un 1% de toda la población de la Comunidad, pero abarcan el 42% del territorio regional.
Puebla de la Sierra, a más de cien kilómetros en coche del centro de Madrid, es uno de los municipios que más ha sufrido esta situación. En 2013 eran 96 habitantes, ahora quedan 60. Aparte de las políticas públicas, su alcalde pide que las carreteras estén “bien arregladas”, que se modernice la planta de madera del municipio para que atraiga a nuevos trabajadores y a sus familias, la construcción de cuatro viviendas públicas y que la fibra óptica llegue al pueblo “cuanto antes”.
En una región como la Comunidad de Madrid, con más de 6,5 millones de personas, las zonas despobladas se encuentran, sobre todo, aglutinadas más hacia al norte -Patones, Berzosa del Lozoya o Canencia-, pero también en el este -Estremera o Brea de Tajo-, oeste -Fresnedillas de la Oliva y Valdemaqueda- y sur -Cenicientos y Pelayos de la Presa-, casi siempre cercanas a los límites con otra provincias. En el texto por el que se acuerda la aprobación del Plan, publicado el pasado 6 de agosto en el BOCM, se explica cómo en la Comunidad de Madrid el despoblamiento pone en "riesgo cierto de desaparición a medio o largo plazo" a determinadas zonas de la región. Una realidad que podría tener futuras consecuencias negativas como la perdida de consumidores, de mano de obra o de atractivo para la inversión.
Los de la sierra norte madrileña son pueblos que “no son satélites ni dormitorios” de la capital, explica a El Independiente Diego Ramiro, jefe del departamento de población del Instituto de Economía, Geografía y Demografía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) La poca población de estos municipios se debe, a su juicio, a una falta de recursos necesarios para la vida diaria, lo que lleva a sus habitantes a marcharse dónde si los encuentran.
Los “matices” de la despoblación madrileña
“Yo no creo que ningún pueblo en la Comunidad de Madrid se vaya a quedar totalmente despoblado, que es habitantes cero. Eso no va a suceder. Lo que si te digo es que no hay que pretender sostener poblaciones como la que estos pueblos tenían en los años 50 y 60 (…) la base económica de esos pueblos ha cambiado muchísimo”, sostiene Ángel Paniagua, geógrafo e investigador del CSIC. Tampoco corren el riesgo de vaciarse los municipios peor comunicados, como la Puebla. “La población residente es muy baja entre semana pero los fin de semanas están literalmente llenos de personas”, argumenta el investigador.
El geógrafo explica que la despoblación tiene muchos “matices regionales”. La situación de Madrid, bajo su criterio, no es la misma que se vive en el interior de Galicia, en Zamora o el norte de Burgos. La España vacía, según la obra de Sergio del Molino, está en el interior, formada por las dos Castillas, Extremadura, Aragón y La Rioja. La población en esta área, de hecho, ha crecido entre un 10 y un 20% en cien años, pero nada que ver con el brutal crecimiento de las áreas urbanas, según describe en el libro.
¿Cuáles son, entonces, los rasgos que diferencian la despoblación de Madrid con los de la España vacia? Se trata de una comunidad autónoma pequeña pero con muchos habitantes, donde las zonas con poca población o “de baja densidad”, como las define Paniagua, tienen un “valor tremendo” en una región “muy urbana” y donde existen muchas segundas residencias de fin de semana. “Si uno va el fin de semana a la sierra norte no tiene la sensación de que eso está para nada despoblado”, señala. Otro “fenómeno” que ocurre en las zonas despobladas, añade, es que sus habitantes quieren seguir viviendo en ellas: “No creo que el que viva ahí le atraiga mucho vivir en el centro de Madrid”.
El geógrafo cree que “es un privilegio” que existan zonas en Madrid con esa calidad ambiental y con baja población. Por eso, apuesta por unas políticas encaminadas a conciliar la calidad de vida de los habitantes de estos pueblos con la sostenibilidad del entorno. Como medidas defiende el impulso del teletrabajo, de microproyectos muy ligados al entorno y a la conservación de la ganadería. "El futuro de estos pueblos no está en que nos hagan un montón de chalets o un polígono industrial porque, en realidad, el valor es el pueblo en el entorno", recalca Paniagua.
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