El control del móvil por parte de la pareja, con aplicaciones que incluso permiten saber dónde está físicamente el otro, está al alza entre los más jóvenes y es ya, en opinión de las fuerzas de seguridad, una nueva forma de violencia machista: la ciberviolencia de género. Guardias civiles y policías nacionales especialistas en ciberdelitos sobre menores, mujeres o personas con discapacidad han debatido este lunes en Madrid sobre la prevención y control de las infracciones penales que se comenten en internet o valiéndose de las nuevas tecnologías hacia este tipo de víctimas.
Un foro que ha inaugurado el ministro del Interior en funciones, Fernando Grande-Marlaska, quien ha destacado el aumento de la ciberdelincuencia, al pasar de representar el 2,1 por ciento en 2011 a más de un 7 por ciento del total de la criminalidad. Aunque ocho de cada diez infracciones que tienen como escenario internet son estafas y fraudes, el ministro ha alertado de que las pautas de acción de la violencia machista se reproducen en el ámbito de las nuevas tecnologías.
Si hablamos de mujeres jóvenes este fenómeno conforma un "nuevo concepto de violencia machista" en auge, asegura el teniente de la Guardia Civil del equipo mujer y menor Daniel Moreno, pues el comportamiento de agresiones físicas y psicológicas a la pareja o expareja se traslada al ámbito tecnológico especialmente cuando la víctima es joven. Se trata del control del móvil de la pareja, del acoso con mensajes continuos, de conocer dónde está esa persona, qué hace y con quién está, hasta el punto de espiar su actividad en redes sociales o con su teléfono.
"No hay conciencia de que esto es delito entre los más jóvenes. Las víctimas de estos comportamientos lo ven como algo normal", ha subrayado el teniente, antes de defender que hace falta aún mucha sensibilización y educación porque existe una generación muy amplia de "nativos digitales" que no ven ningún riesgo en el uso indiscriminado de sus terminales. Y ahí incluyen las fuerzas de seguridad una amenaza preocupante también en aumento: el sexting o la producción de contenidos sexuales y eróticos que los adolescentes se graban con sus móviles y cuelgan en Youtube o Instagram.
La inspectora de la Unidad de Ciberdelincuencia del grupo de protección al menor de la Policía Nacional, Cecilia Carrión, advierte de que esta moda es carne de cañón para las comunidades de pedófilos, ya que el contenido es inédito. El "sexting" ( envío de mensajes de texto o imágenes de contenido sexual explícito a través del móvil u otros dispositivos- no es delito, han recordado los expertos policiales, pero es una práctica de riesgo que puede derivar en otra que sí es delito: la sextorsión, que consiste en que una persona envía a otra de común acuerdo imágenes sexuales y luego el receptor las usa para chantajear al emisor.
También al alza el "grooming", una técnica mediante la cual un adulto se hace pasar por menor para contactar con otros, conseguir material comprometido o tener algún encuentro sexual. Y ojo, dice Carrión, a los abusadores que se esconden en chat en internet, donde los más jóvenes juegan a viodeojuegos. Otra de las nuevas amenazas de la explotación sexual infantil es el denominado "live streaming", una modalidad ligada a la tecnología y con más dificultad de perseguir, ya que se trata de contenidos a la carta en el que el pedófilo no se descarga archivos, sino que se conecta a plataformas donde se ofertan abusos sexuales de niños en países como Filipinas o Camboya.
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