Los niños españoles fueron los que más tiempo pasaron confinados de la Unión Europea, desde que se decretó el estado de alarma, el 14 de marzo -algunos incluso antes-, hasta el 27 de abril, cuando pudieron salir a pasear por primera vez en semanas. Además, tuvieron que adaptar sus hábitos de estudio a un improvisado tercer trimestre online, en el que, por lo general, sus aprendizaje no avanzó en la medida esperada.
"Los tres meses de confinamiento han sido un estrés prolongado para los padres y para los niños", expone el psicólogo clínico de PSISE Giuseppe Iandolo, que añade que, "allí donde ya había un problema mental en padres o hijos, este estrés lo ha agrandado". Destaca que, después del confinamiento, "más familias han necesitado ayuda psicológica". No obstante, no fueron los niños las principales víctimas del aislamiento, sino que afectó en mayor medida a los padres, debido a la carga extra de labores que experimentaron.
En su opinión, un confinamiento prolongado en el tiempo "aumenta las psicopatologías previas", pero, además, "puede desencadenar una nueva psicopatología en una persona que había encontrado un equilibrio y que tenía los recursos adecuados para enfrentarse a los desafíos de la vida cotidiana en contacto con los demás, porque el contacto con los demás es una necesidad básica", sostiene.
Los niños llevan seis meses sin pisar las clases y volverán a un centro que, a pesar de ser el mismo, no lo parecerá. No podrán tener contacto con sus compañeros ni con los docentes, no compartirán material ni juguetes y, en las escuelas más masificadas, no verán a todos sus amigos, debido a que algunas clases tendrán que dividirse en 'grupos burbuja'. Esto es lo que se saca en claro hasta que el día 27 se reúnan el presidente del Gobierno y los de las autonomías para plantear la hoja de ruta definitiva de cara al inicio de curso. "No saber cuál será la evolución con el mundo escolar es un factor de incertidumbre marcado en este momento", señala este psicólogo.
Un confinamiento prolongado en el tiempo aumenta las psicopatologías previas"
Guiseppe Iandolo (PSISE)
Ante el aumento de casos en España y el riesgo a que los más pequeños se contagien con la llegada de septiembre y el regreso a las aulas, algunos padres están comenzando a plantearse si deben llevar a sus hijos al colegio. Guiseppe Iandolo afirma para El Independiente que "no acudir al colegio supondría un estrés que podría tener repercusiones", aunque matiza que "depende siempre de cómo se lleve a cabo".
Este psicólogo clínico indica que el "miedo generalizado a lo desconocido", al coronavirus en este caso, y a "un mundo hostil" podría generar "ansiedad". Pero va más allá: si la situación epidemiológica empeorase y la población tuviese que guardar una segunda cuarentena, sería nuestra mente la que lo pagaría. "Un segundo confinamiento aumentaría y prolongaría un estrés que podría agravar aún más las psicopatologías previas", asevera.
Los menores, como el resto de personas, necesitan "estímulos sociales", además de los racionales, para que se cree un "equilibrio" entre las dos áreas de nuestro cerebro. Ese estrés que produce en los niños no acudir a la escuela y, por ende, seguir una rutina de estudio y de ocio con sus compañeros empeora este equilibrio mental, según afirma este profesional, porque éste depende del "equilibrio social y del equilibrio racional".
No saber cuál será la evolución con el mundo escolar es un factor de incertidumbre marcado en este momento"
Guiseppe Iandolo (PSISE)
Los menores con discapacidad o con trastornos del desarrollo son quienes acusan más la imposibilidad de ir a la escuela, porque tienen unas necesidades educativas especiales y se ven mas "olvidados", mientras que "los niños con más recursos" se pueden integrar mejor a nivel social a través de las redes sociales. Asimismo, la falta de contacto con otros iguales "es especialmente relevante a partir de la escuela primaria y, aun más, durante la adolescencia". Es a partir de esas edades cuando los niños "echan de menos a sus compañeros, con los que quieren relacionarse", porque les pueden aportar "perspectivas diferentes a las que les puedan dar sus padres". Por el contrario, los alumnos de Infantil "no sienten esta tensión" que sí experimentan los más mayores.
"La escuela es una institución social que hemos creado durante la civilización para proporcionar la socialización desde la infancia temprana", asegura Iandolo. Hay que "socializar, salir de la cueva, encontrarse con situaciones nuevas" para aprender a responder ante las diferentes instancias con las que los niños se encontrarán en la edad adulta. "Cuantas más experiencias tengan en el mundo exterior, más resilientes serán en un futuro, porque podrán contar con un bagaje" de aciertos y errores, porque "cada uno se tiene que equivocar cuando es pequeño" para "flexibilizar la mente".
"La escuela es explorar", recalca. En el momento en que un niño permanece encerrado en casa y percibe que el mundo es un lugar hostil, no experimentará con las relaciones y ambientes, por lo que se desarrollarán consecuencias sobre su salud mental y se convertirán en niños "más agresivos o más miedosos", evidencia el psicólogo.
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