Un día tienes prohibido salir del barrio, pero al siguiente ya puedes moverte por todo el municipio. El bar hay que cerrarlo a las 22:00 y en las mesas solo se pueden sentar seis personas, aunque a pocos metros estén dos novios celebrando una boda. La PCR, el santo grial de la lucha contra el coronavirus, ya no es obligatoria para los contactos estrechos en los colegios.
Lo que hoy es una recomendación mañana se convierte en obligación, pasado ya no sirve y dentro de una semana ya se verá, a ver qué dicen los tribunales. Es la continua incertidumbre en la que viven los madrileños desde hace semanas, mareados entre tanta lucha política y sin saber exactamente qué pueden y qué no pueden hacer mientras crece la sensación de que el coronavirus está remontando peligrosamente el partido.
Un hostelero, una doctora y el director de un teatro analizan el caos y la confusión que hay en la Comunidad de Madrid y cómo afecta a sus sectores.
"Ha habido muchas actualizaciones en los últimos meses y cambios constantes. Tenemos que estar todo el día pendientes de las noticias, de si lo que anuncian tiene validez, desde cuándo se aplica...", lamenta Alberto Ausín, hostelero y dueño del restaurante Flame en la calle María de Molina. "No hay quien entienda las medidas de los políticos y menos el BOE".
Según la nueva normativa que entró en vigor el viernes, la hostelería no podrá admitir clientes más allá de las 22:00 y a las 23:00 tendrán que cerrar los locales, salvo los servicios a domicilio. ¿Hasta cuándo estarán en vigor estas medidas? Una incógnita. "Gestionar un negocio de hostelería viviendo tan al día es muy difícil. Nosotros trabajamos con productos frescos", explica Ausín.
"Yo entiendo que la situación es muy difícil , pero con más comunicación y hablando las cosas más claras, los empresarios lo tendrían más fácil a la hora de llevar sus negocios".
El sector sanitario, agotado ante la segunda ola
Ángela Hernández, cirujana y vicesecretaria del sindicato Amyts, cree que los políticos están volviendo locos a los ciudadanos con tanta ida y venida. Habla específicamente de las pruebas. "Si yo no soy capaz de entender lo que dicen de temas sanitarios, me preguntó qué pensara el resto de ciudadanos".
"Es muy difícil entender nada y en esas condiciones es muy difícil tener confianza y seguir las directrices que se indican", agrega sobre la maraña jurídica que rodea la lucha entre el Gobierno central y el autonómico.
"Hace muchos meses que los médicos nos llevmaos quejando de la falta de coordinación de las autoridades autonómicas y central. Lejos de facilitar la labor, la están entorpeciendo. Están en un debate de intereses políticos y partidistas mientras la pandemia sigue su curso".
Y mientras, el sector sanitario está enfrentándose a una segunda ola tras meses de sobreesfuerzo y con las fuerzas justas. "Aunque la vocación es importante en nuestra profesión y todo el mundo va a querer darlo todo, creo que la respuesta no va a ser tan buena como la de marzo (...) Están desanimados, cansados y muy enfadados"
Los teatros, sin público
Las nuevas restricciones afectarán también muchísimo al sector de la cultura y los espectáculos en directo. El Teatro Luchana, en el barrio de Chamberí, ha visto cómo muchos espectadores cancelaban sus reservas por las medidas tomadas las últimas semanas.
"La venta de entradas está totalmente paralizada y la gente no sabe si va a poder venir al teatro con las nuevas restricciones. Hay mucha incertidumbre", explica el director del teatro, Juan Jiménez.
"Con las medidas confinamiento hemos tenido un montón de devolución de entradas. Es cierto que hay apoyo de las administraciones y sabemos que hay subvenciones, pero si no llegan antes de un mes, no sé si vamos a poder sobrevivir. Y con más restricciones... imposible", añade.
Desde el Estado de Alarma, el teatro que dirige está en pérdidas. Siguen pagando el alquiler íntegro, los sueldos de los trabajadores que ya han salido del ERTE y ahora tienen que empezar a devolver los créditos ICO. "Y todo esto con un 15% de los ingresos que teníamos hace un año".
Los efectos de la confusión
Esta incertidumbre ya está generando efectos en la población aunque, como apunta la psicóloga clínica Timanfaya Hernández, estos varíen mucho según las circunstancias personales de cada uno. “Los factores laborales, económicos, familiares… cuántas más incertidumbres se unen, mayor será la preocupación del individuo”, explica, y apunta a que “la falta de límite temporal a la situación es un agravante”.
Cuántas más incertidumbres se unen, mayor será la preocupación del individuo"
También son muchos los síntomas a través de los que se manifieste la incertidumbre y Hernández pone algunos ejemplos: “Mucha gente tiene pensamientos recurrentes, preocupación continua, desarrolla conductas de aislamiento, somatizaciones, dolor de cabeza, apatía o sentimiento de desesperanza, además de problemas de sueño”.
Que la pandemia está perjudicando el sueño de los ciudadanos es una creencia común que confirmaba un estudio publicado esta misma semana en la revista Frontiers in Psychology. El análisis del sueño de más de 4.000 personas con una edad media de 43 años revelaba que durante el confinamiento un 28,6% sufrió más despertares nocturnos y un 26% más pesadillas que antes de la pandemia.
La mala comunicación de los políticos
Para la socióloga Myriam Fernández Nevado, detrás de este elevado índice de incertidumbre hay una mala comunicación: “La preocupación tiene que ver con la percepción del riesgo y éste está relacionado con el desconocimiento, el miedo y el número de individuos que se sienten expuestos al riesgo”. Para esta experta, la política ha imbuido el mensaje y falta comunicación directa de los científicos. “La sociedad es bastante pasiva y eso contribuirá a que salga debilitada de esta situación, a no ser que haya un plante y se produzca un cambio de tendencia”, añade.
Combatir la incertidumbre será uno de los retos para este otoño, y Timanfaya Hernández cree que la clave está en “marcarse las metas a corto plazo". "Fijarse en lo que sí podemos hacer más que en lo que no e ir analizando las cosas poco a poco, por ejemplo, si veo riesgo laboral, analizar cuánto paro me queda, que puedo buscar, etc.”. Además, la psicóloga anima a “reestructurar los pensamientos, no es que no se pueda ver a la familia, es que quizás hay que verla de otra manera, de uno en uno o con mascarilla".
En cualquier caso, la psicóloga cree que hay que estar alerta si empezamos a notar síntomas nuevos. “Si empezamos a experimentar dolor de cabeza, problemas de sueño, menos apetito o cualquier otra cosa nueva hay que pararse, mirlarlo y si es necesario, pedir ayuda”.
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