Contenedores en llamas, vallas por los aires, bengalas, proclamas y violencia contra las fuerzas del orden. El toque de queda recogido en el decreto de estado de alarma del 25 de octubre ha sido el desencadenante de nuevas protestas a lo largo y ancho de España. "El hartazgo se va acumulando y la ira es siempre el motor de la protesta . Ya llevamos ocho meses y cada vez va a ser peor", asegura para El Independiente Ernesto Ganuza, investigador del Instituto de Estudios Sociales Avanzados del CSIC.
La semana que se ha cerrado con dos récords diarios consecutivos de contagios -23.580 nuevos casos el jueves y 25.595 el viernes- ha terminado también con altercados en la Plaza Sant Jaume de Barcelona, donde se han reunido unas 1.500 personas, según las cifras de la Guardia Urbana.
En la noche del viernes, decenas de jóvenes lanzaron objetos contra la Policía en el barrio de Gamonal (Burgos) al inicio del toque de queda en Castilla y León. En Santander, un policía resultó herido por un botellazo y se procedió a seis detenciones.
En Bilbao, la tensión este jueves por la noche entre los manifestantes y la Ertzaintza se prolongó durante más de una hora, aunque la convocatoria en redes sociales hablase previamente de "buscar de forma pacífica mostrar al mundo que podemos manifestar sin conflictos". Sevilla, por su parte, fue el martes el escenario de la primera protesta violenta contra las restricciones.
Aunque la "polarización no es producto de la pandemia, sino que venía de antes", tal y como afirma el sociólogo del CSIC, "el Covid lo están utilizando todos los partidos políticos y eso es un problema". "Polarizan mucho los partidos que dan mensajes baratos y que tienen un público cautivo". Un séquito que, más que ahondar en el mensaje, retiene las palabras que se ajustan a sus opiniones y las vuelcan a gritos en las protestas. "Libertad" o "tenemos derecho a estar en la calle" eran algunas de las proclamas que se extendieron el martes en la barriada sevillana de Pino Montano.
La polarización no es producto de la pandemia, sino que venía de antes"
ERNESTO GANUZA
Este tipo de concentraciones "no están tan orquestadas" como las que se sucedieron en el barrio Salamanca hace unos meses, sino que "son mucho más espontáneas", refleja Manuel Jiménez Sánchez, profesor de Sociología de la Universidad Pablo de Olavide (UPO), de Sevilla. En las movilizaciones de esta semana, "el perfil de manifestante es diferente al que se ha dado anteriormente en Vallecas o en el barrio Salamanca, aunque con la misma idea de demandar una libertad que se ve coartada por el estado de alarma", ya que ahora "los protagonistas más visibles han sido jóvenes que ven cómo el confinamiento modifica su estilo de vida".
"En España, está protestando sobre todo Vox, las personas que votan a la derecha y a la extrema derecha. Se está repitiendo el mismo patrón que vimos con el estado de alarma. Son las personas más acomodadas, pero sobre todo están protestando a los que les afecta más esto, que son los autónomos y a los empresarios", dice Ganuza. Con ese mismo argumento, el profesor de la UPO completa que "esas movilizaciones tienen un objetivo instrumental, que es desgastar al Gobierno".
El Gobierno trató de salvarse a sí mismo las espaldas y al resto de ejecutivos locales al establecer en el decreto del estado de alarma que "las reuniones en lugares de tránsito público y las manifestaciones (...) podrán limitarse, condicionarse o prohibirse cuando en la previa comunicación presentada por los promotores no quede garantizada la distancia personal necesaria para impedir los contagios".
"Tenemos una variedad de perfiles de manifestantes, porque hay una variedad también de motivaciones", señala el experto de la UPO, puesto que "hay otras manifestaciones en las que el motivo que lleva a la gente a las calles no es demandar una libertad que está siendo limitada por el Gobierno, sino que están planteando una serie de demandas, como puede ser defender sus trabajos, en el caso de los hosteleros". Ciudadanos de Oviedo, Girona, Valladolid y Logroño se han organizado para pedir pacíficamente el apoyo de las instituciones durante el periodo de confinamiento.
Tenemos una variedad de perfiles de manifestantes, porque hay una variedad también de motivaciones"
Manuel Jiménez Sánchez
El cansancio por el largo periodo de crisis sanitaria y "la falta de criterios unívocos y de transparencia" están "alimentando la ira" de aquellos que se indignan ante las normas. Ernesto Ganuza lo ejemplifica con el caso de la Comunidad de Madrid: "Lo que tenemos en Madrid es un juego de payasos. Dicen que sí, que no, que ahora tres días, después siete, el Gobierno central no puede o sí puede... Y esto les da una tabla de salvación a los que están en contra". "Cuanta más transparencia e información hubiera, mucho mejor. Pero la transparencia no es que salga Simón todos los días, sino que hubiera ciudadanos realmente debatiendo toda la información de los científicos y las diferentes medidas que se podrían tomar, y que nos contaran al resto de la ciudadanía lo que se puede hacer", propone este experto del CSIC. "Eso ayudaría mucho a calmar los ánimos", agrega.
Pese a la consecución y el seguimiento mediático de las concentraciones, los que más ruido hacen no son los que transmiten la opinión mayoritaria de los ciudadanos. Según desvela la segunda ronda del estudio COSMO-SPAIN, que coordina el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) desde el Centro Nacional de Epidemiología (CNE) y que está impulsado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), existe una gran aceptación entre la población, del 63%, con respecto a las medidas tomadas hasta septiembre, momento en el que se realizó la encuesta. Tan sólo un 10% de la población dice estar en desacuerdo con las restricciones de aforo en bares y restaurantes y un 14% dice estar en desacuerdo con las restricciones de horarios en locales de ocio. "Al general de la población no le gustan las medidas, pero las asume por cuestiones sanitarias", razona Ganuza.
Protestas en otros países
En países como Alemania, Italia o Australia, sectores de la ciudadanía se han organizado para alzar su voz en contra de las restricciones. "En Italia, también hay un gran tejido de PYMES, muy potente y muy sólido", sostiene Ganuza, que afirma además que "a lo mejor veremos movilizaciones ahora en Francia, donde han impuesto un confinamiento de un día para otro y han cerrado los bares y restaurantes sin previo aviso".
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