Unas 20 personas en una fiesta que comenzó por la tarde en una casa y terminó una vez cayó el toque de queda. Predominaban las drogas, el alcohol y el sexo. Se trata de una escena que podría parecer común si no fuese por la época que está atravesando nuestro país y el resto del planeta. Precisamente por esa excepcionalidad, lo que ocurrió llama tanto la atención: el ambiente tomó un cariz propicio para la expansión del coronavirus hacia las tres de la madrugada cuando "una de las habitaciones se convirtió en un cuarto oscuro y entraron unas ocho personas a mantener relaciones sexuales". De esta forma narra Pedro (no es su nombre real) el transcurso de la noche en la que él y su grupo de amigos se vieron inmersos, como espectadores y sin saberlo de antemano, en una orgía.
"Yo fui allí pensando en que íbamos a estar hasta las 6 de la mañana, porque solemos hacerlo prácticamente todos los fines de semana, juntarnos en una casa todos los amigos y beber" hasta el momento en el que se levanta el toque de queda en la Comunidad de Madrid, donde reside el protagonista del relato. Ese día, según narra para El Independiente este joven, "la idea era la misma: estar desde justo antes del toque de queda hasta después. Pero la cosa se fue un poco de madre".
La gente llevaba de fiesta desde las 17 horas: cocaína, cristal, éxtasis, popper... un combo
PEDRO (NOMBRE FICTICIO)
Varios chicos de "entre 28 y 35 años más o menos" se presentaron en la vivienda a la que habían sido invitados Pedro y sus amigos "con la intención de ir a una fiesta de metértelo todo, bebértelo todo y, cuando ya vas hasta arriba, montar una orgía con toda la gente que quisiera participar". "La gente llevaba de fiesta desde las 17 horas", comenta, para luego recordar que en la bacanal había "cocaína, cristal, éxtasis, popper... un combo".
"Estábamos viéndolo como si fuera una película"
Para el grupo de amigos de Pedro fue una sorpresa encontrarse con una concentración de este tipo, ya que "no estamos en absoluto acostumbrados a este tipo de fiestas y no es el ambiente en el que nos solemos mover", pero, a causa de las limitaciones impuestas a la movilidad nocturna, no podían salir del domicilio. "No nos podíamos ir a ningún sitio. Estábamos viéndolo como si fuera una película, un show, porque es lo que fue".
"Al otro grupo no le preguntamos [si hacían orgías frecuentemente] y no tuvimos mucha interacción, pero sí que se veía que a lo que iba era a eso. No se veía que fuera una cosa improvisada o nueva. Parecía que estaban bastante cómodos en esta situación y que eso es lo que buscaban", prosigue. En un momento dado, "un vecino avisó a la policía y ésta vino hacia las doce y media o una de la mañana, pero no desalojó. Nos pidieron que no hiciéramos ruido, que no querían volver a venir, y siguió la fiesta".
Lo que ocurrió en esta historia no es un caso aislado. Pese al Covid-19, participar en una orgía sigue resultando muy sencillo y en esta situación, como durante toda la pandemia, las redes sociales juegan un papel importante a la hora de unir a quienes disfrutan con este tipo de prácticas. El Independiente ha comprobado de primera mano cómo solteros, parejas y tríos se organizaban a través de aplicaciones para swingers para juntarse en viviendas, locales de parejas liberales y pisos turísticos, con el objetivo de tener sexo en grupo.
Es en los clubs de swingers y de cruising siguen celebrándose fiestas en las que el sexo es el núcleo principal, sin importar los peligros relacionados con la propagación del Covid-19 que puedan estar presentes en estas prácticas. La Policía ha tenido que intervenir estos clubs durante la pandemia. Destaca el caso de la redada en el local de Puta Locura, donde las autoridades se encontraron con 50 personas rodando una escena de un bukkake, entre las que se encontraba el conocido actor y productor porno Torbe.
Pero estas prácticas sacuden también a los establecimientos exclusivos para homosexuales. La Sauna Paraíso, en el centro de Madrid, fue noticia en septiembre por el desalojo ejecutado por las autoridades de 100 personas que no llevaban mascarilla ni respetaban ninguna otra medida sanitaria y que finalizó con ocho detenidos por un delito contra la salud pública.
Chemsex en locales de ambiente y domicilios
Jacinto, un joven que prefiere no desvelar su identidad, afirma a El Independiente haber acudido a Sauna Paraíso en dos ocasiones después del inicio de la desescalada. Este conocido local de ambiente de la capital sufrió una redada policial el pasado mes de septiembre, en la que se incautaron drogas y se multó a más de un centenar de hombres sin mascarilla. "Afortunadamente, no me pilló, pero lo vi por las noticias y redes sociales muy sorprendido", afirma.
No hay nadie vigilando ni controlando los aforos, o el número integrantes en un encuentro de varias personas a la vez
Jacinto (nombre ficticijo)
"Aunque no me extraña, la gente no respeta la obligatoriedad de la mascarilla dentro de las instalaciones". Además, Jacinto señala que él mismo sí que accedió al establecimiento con mascarilla, pero una vez dentro no hizo uso de ella. "Se puede mojar o humedecer y luego al salir no tienes ninguna con la que cubrirte otra vez el rostro". Jacinto explica que, tras pagar la entrada y entrar con la mascarilla puesta, una vez le tomaron la temperatura y otra no. Dentro del recinto, los espacios de saunas y piscinas climatizadas han incorporado carteles que indican el límite de personas que pueden acceder a las instalaciones, algo que los consumidores no respetan.
"No hay nadie vigilando ni controlando los aforos o el número integrantes en un encuentro de varias personas a la vez", explica. Según expone Jacinto, dentro de estos sitios puedes mantener en una misma visita varios encuentros sexuales. "Puedes hacer todo lo que te imagines, desde sexo oral, anal, besarte desnudo, todo a la vez... con varias personas, una, dos, tres, lo que imagines. Yo he llegado a ver de todo a mi lado; no hay nada que pueda sorprenderme a nivel sexual".
La Policía Municipal de Madrid expone a El Independiente que el suceso de Sauna Paraíso es algo puntual, ya que la gran mayoría de orgías se suelen organizar en casas privadas —de ahí su dificultad para detectarlas—. La Policía transmite que no se han disparado por la pandemia, pero lo que sí que han aumentado son las inspecciones a locales de intercambio de parejas y de cruising. Actualmente, una reunión de más de seis personas no convivientes dentro de un mismo domicilio, o haciendo uso de este tipo de locales en grupo, constituye un delito y se procede a una sanción administrativa, nunca a una detención, según indican estas fuentes.
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