Un amigo llama al amigo de un amigo y "sin querer" se juntan 300 personas en un chalet de Aravaca, pidiendo 'telebotellón', sin mascarillas y en mitad de una pandemia. Lo que pudiera parecer el comienzo de una película no tiene nada de ficticio. Fueron El programa de Ana Rosa y Ya es mediodía, semanas atrás, los programas que sacaron a la luz la celebración de dichas reuniones y pusieron en jaque su continuidad. Ahora, después de la entrevista que uno de sus organizadores ha dado en exclusiva para los de Telecinco, se han conocido y verificado todas sus claves y componentes.
¿Su nombre? Randy Koussou Alam-Sogan. El empresario, conocido como el Príncipe Africano, ha sido uno de los responsables de la organización de fiestas multitudinarias y clandestinas en Madrid. En el mes de octubre ya fue detenido por esta razón y se desvelaron los perfiles de algunos de sus asistentes, razón por la cual pasaron a denominarse VIP.
En ese momento la policía descubrió a 36 personas encerradas a cal y canto, sin mascarillas, consumiendo tabaco, drogas y un hombre fuera a modo de chivato por si se acercaban los agentes. Según informaron, todas ellas fueron retenidas hasta que terminó el toque de queda.
El jugador de los Charlotte Hornets de la NBA, Willy Hernangómez reconoció su presencia en tal evento pero, según informaba la cadena, junto al deportista y Randy había más jugadores de la NBA, además de «varios actores», periodistas, aristócratas, «youtubers e influencers» e incluso hijos de algunos importantes empresarios.
Sin embargo, lejos de amedrentarse o frenar estas actividades ilegales que atentan contra la salud en un contexto tan delicado como es la crisis del coronavirus, el Príncipe Africano lo volvía a hacer. En esta ocasión, el diplomático alquilaba un chalé de lujo en un prestigioso barrio de Madrid y celebraba una fiesta para 300 personas, entre las que se encontrarían "personajes VIP de España".
En el programa Sálvame han puesto en el punto de mira a algunos colaboradores de Mediaset como Oriana Marzoli o Rafa Mora y para salir de dudas preguntaron al organizador: "Yo no puedo confirmar el nombre de la persona, pero el chico que me presentó a esa persona me dijo que es un tipo de la televisión que trabaja en Telecinco", respondía Randy. “No me interesa saber quién es, si es un hombre o una mujer, no me interesa”.
Asimismo, el empresario intentó desmentir también el tema del número de invitados diciendo que no eran 200 sino "unos 85". "Esta casa es muy grande, tiene 2800 metros cuadrados y cuando hago una fiesta de 20 personas hay espacio para que la gente no se asuste de que se va a contagiar. Yo invito a gente conocida y a amigos que son relaciones públicas y que después invitan a muchos más amigos", explicaba en directo. "Es la decisión en la casa de cada uno si va a salir o no. No son bebés, son adultos", zanjaba tras reivindicar su desacuerdo por multar estas actuaciones.
¿Qué ocurre en su interior?
Famosos, conocidos o vecinos del vecino. Sea como fuere el perfil de los invitados, en su interior pudieron disfrutar de una organización propia de las discotecas más exclusivas de la capital. Según informaba un testigo de esta fiesta en el magacín de la mañana de Telecinco, el precio de la entrada ronda los 600€.
Además, indicaba que se servían cachimbas y vendían hamburguesas a 10 euros hechas por una persona contratada, como si de un bar se tratara, y según se puede ver en unas imágenes del interior de la casa, la celebración transcurre en lo que podría parecer la planta baja o el sótano y nadie lleva mascarilla ni se guarda ninguna medida de seguridad. "No hay ventilación ni distancias", detallaba el testigo.
A estos detalles se le añade el 'telebotellón'. Esta persona indicaba que a la llegada de los asistentes se pedía alcohol a domicilio para evitar sospechas y la existencia de zonas privadas con chicas de imagen.
A las del Príncipe Africano también se le han sumado otras presuntas celebraciones clandestinas. El mismo programa apuntaban que Jacobo Ostos habría estado celebrando el mismo tipo de fiestas, en su caso en un chalé de Villaviciosa de Odón.
La policía ya estaba informada y comunicó a una de las reporteras que "por ley" no podían hacer nada para evitarlas más que esperar a las afueras del hogar a que sus asistentes saliesen. Aún así tan solo podrían multar por saltarse el toque de queda o conducir bajo efectos del alcohol ya que no podrían demostrar, a pesar de las quejas de los vecinos, la música a altos niveles y la presencia de numerosos coches en las puertas que lo que está ocurriendo ahí dentro es una fiesta clandestina.
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