Las movilizaciones en Chile que demandaban una reforma constitucional, los "chalecos amarillos" en las calles de París, Juventud por el Clima con multitudinarias manifestaciones por una respuesta eficaz por nuestro planeta, Hong Kong luchando a favor de la libertad o ciudadanos de Cataluña reclamando la independencia respecto al Estado Español. Estas, entre otras muchas, fueron las imágenes que conformaron las portadas del pasado año 2019.
Estas acciones sociales ponían sobre la mesa un despertar social en busca de respuestas. En su gran mayoría, organizadas a través de Internet, conseguían aunar a muchos ciudadanos por una causa común. Pero a finales de diciembre Europa comenzaba a tener los primeros casos de Covid, y nadie pensó en aquel momento que las calles se quedarían vacías durante muchas semanas seguidas. Con ello, se silenciaron todas las protestas que ocurrían en ellas.
La pandemia ha hecho perder libertad frente al Estado
Juan Carlos Jiménez, profesor de sociología en CEU-San Pablo
Se han roto las dinámicas de la sociedad civil de expresar su descontento. Según sostiene Juan Carlos Jiménez, profesor de sociología en CEU-San Pablo, esta situación ha demostrado el inmenso poder que tiene el Estado. "Esta desmovilización social constata el poder que tienen las instituciones para coaccionar y someter al individuo", expone. "Tienes que hacer lo que el Estado dice, y [en este contexto] lo haces por tu bien y el del resto".
Además, ha hecho que estos movimientos mencionados anteriormente pierdan consistencia, y con ello los ciudadanos poseen menos válvulas de escape para realizar sus demandas mediante el derecho a la manifestación, recogido en el Artículo 21 de la Constitución Española. "La calle ha perdido esa capacidad de poner en cuestión en cuestión las decisiones de la administración, la pandemia ha hecho perder libertad frente al Estado", señala.
La excusa perfecta para algunos Estados
Según el informe Represión y COVID 19: Abuso policial y pandemia global de Amnistía Internacional, algunos Estados han restringiendo el derecho a la libertad de reunión pacífica y de expresión con el pretexto de la pandemia. Las manifestaciones expresaban el descontento de parte de la población etíope tras la detención de líderes y activistas locales a quienes se acusaba de haber celebrado una reunión sin respetar las restricciones impuestas por la COVID-19.
Según el Artículo 12 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de Naciones Unidas, cabe imponer determinadas restricciones del derecho a la libertad de reunión pacífica a fin de proteger la salud pública. Sin embargo, en muchos de los casos documentados por la organización, se han impuesto restricciones excesivas.
Por ejemplo, prohibir en general las protestas, no autorizar o restringir manifestaciones cuando otras reuniones públicas de envergadura similar sí se permitían o hacer uso de la fuerza contra protestas pacíficas. Agentes de las fuerzas de seguridad mataron al menos a 16 personas en la zona de Wotalita de Etiopía el pasado mes de agosto tras convocarse una protesta.
Además, en un contexto internacional convulso, las únicas excepciones que han acaparado la atención en los medios han sido las movilizaciones contra el presidente Aleksandr Lukashenko tras los resultados de las elecciones en Bielorrusia y las del Black Lives Matter en Estados Unidos. Según Juan Carlos Jiménez, estos eventos poseen unos "patrones más disruptivos" que las que han sucedido en España.
Internet, la excepción de la pandemia
De modo excepcional, desde que ha permanecido en vigor el Estado de Alarma, hemos visto a ciudadanos ejerciendo su derecho a la manifestación. Desde el enfado de los vecinos del Barrio de Salamanca, caravanas de coches en contra de la Ley Celaá o la convocatoria negacionista en la Plaza de Colón de Madrid y otros puntos de España.
Juan Carlos Jiménez, profesor de sociología en CEU-San Pablo, asevera que se trata de "elementos residuales" ya que en unas circunstancias normales estas manifestaciones "habrían sido de otro tipo". "Estos ejemplos tienen que ver más con quién gobierna, son movilizaciones de la derecha o ciertos sectores minoritarios que arman ruido". En esta línea, el experto las compara con las multitudes salieron a la calle durante la presidencia de José Luís Rodríguez Zapatero.
Aún así, el nexo común de estas y otras convocatorias recientemente ha sido Internet. En este sentido, se abre un nuevo espacio de movilización social que posee una penetración diferente a las manifestaciones presenciales, pero estrechamente ligados a pesar de la pandemia. Liliana Arroyo, doctora en Sociología y especialista en Innovación Social Digital de ESADE, la protesta presencial y digital conviven "de forma distinta".
Se ha sintonizado con un sentimiento, entremezclado con el agotamiento del coronavirus
Liliana arroyo, doctora en Sociología y especialista en Innovación Social Digital de ESADE
Internet actuaría como un recordatorio, haciendo que el reclamo social no pierda fuerza, o incluso incite a una convocatoria in situ como ha sucedido últimamente. "Se ha visto su potencia en las calles, cómo una simple llamada desde lo digital tiene la capacidad de movilizar a la gente en sus coches", afirma Arroyo. Asimismo, en comunidades "tan organizadas" como ciertos sectores de la derecha, estas herramientas han mantenido "vivo" su estado de opinión.
Por otra parte, la homogeneidad en la comunidad del movimiento antivacunas es menor y más difusa. Lo que ha sucedido en este caso es que se consiga aunar a una multitud heterogénea por una causa común. "Se ha sintonizado con un sentimiento, entremezclado con el agotamiento de la situación que ha provocado la pandemia", sostiene la doctora en Sociología, Liliana Arroyo. "Una vez se consigue tocar esa tecla, es muy fácil empezar a movilizar a partir de ahí".
Con las esperanzas puestas en volver a la calle
Aproximadamente hace un año las calles vivían un momento de efervescencia social que contagiaba a muchos jóvenes, de España y del mundo entero, en la lucha por el clima. La situación provocada por el coronavirus ha diluido su mensaje. Desde Extinction Rebellion España exponen a El Independiente que ha supuesto "un golpe muy duro". "Nuestra forma de actuar a nivel global es mediante movilizaciones masivas, es algo que hemos tenido que dejar de lado pero no ha supuesto un parón total", asegura un miembro de la plataforma.
El parón ha supuesto un paradigma en cómo funcionamos y cómo nos expresamos
FRIDAYS FOR FUTURE ESPAÑA
El pasado mes de noviembre recorrieron la Gran Vía unos 40 de integrantes del movimiento ecologista para concienciar sobre la subida del nivel del mar. En el evento cumplieron las medidas de distanciamiento social y portaron en todo momento mascarilla. Por su parte, Juventud Por el Clima/Fridays For Future España mantiene su espíritu reivindicativo a través de las redes sociales.
Al igual que Greta Thunberg, muchos de ellos han participado en manifestaciones vía Internet y siguen reclamando una justicia climática para salir de esta crisis. "El parón de la pandemia ha supuesto un paradigma en cómo funcionamos y cómo nos expresamos, tanto a nivel externo como a nivel interno", afirma una integrante de Juventud por el Clima. "Las manifestaciones multitudinarias eran recogidas por el medios de comunicación, ha sido muy fuerte el cambio que hemos tenido".
Un futuro incierto marcado por la crisis
Aunque se vuelva a la normalidad la rearticulación de la sociedad civil va a ser complicada
Juan Carlos Jiménez
El futuro de las movilizaciones sociales está relacionado con el futuro de la pandemia. Todo ello, entre otros muchos factores, pasa por cuándo confiaremos en volver a adentrarnos en una multitud. O hasta cuándo durará la obligatoriedad de las mascarillas. Aún así, la doctora en Sociología Liliana Arroyo, sostiene que la crisis "galopante" que está por suceder hará que muchos salgan a las calles a reclamar lo que necesitan.
"La gente va a emplear todos los canales disponibles, vamos a un escenario muy complicado y habrá mucha necesidad de expresarse", explica Arroyo. Por su parte, el profesor de sociología en CEU-San Pablo Juan Carlos Jiménez, afirma que no cree en la vuelta de una sociedad civil fuerte a corto plazo. Aunque se vuelva a la normalidad la restructuración de la sociedad civil va a ser complicada y los canales de expresión en el futuro van a ser complicados. "Se han roto muchos elementos de movilización, que se vuelvan a articular tendrá que ver mucho con quién gobierne", afirma Jiménez.
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