"No somos ni andaluces ni africanos. Somos españoles de Melilla". Esta es -con mayor probabilidad- la contestación que obtendrás de un melillense si tratas de meterle en un saco que no le corresponde. El tono tan educado como contundente. Los ciudadanos de Melilla tienen claro cuál es su identidad.
Los 12 kilómetros cuadrados que forman la ciudad autónoma de Melilla son un amasijo de culturas. Cristianos, musulmanes, judíos, hindúes y gitanos conviven en la antigua Rusadir, primera denominación que recibió Melilla en su origen. Esta particularidad es, sin duda, una de las señas de identidad de la ciudad. Los vecinos de Melilla están acostumbrados a coexistir en un espacio tan reducido pese a no compartir religión; sin embargo, todos coinciden en que son "melillenses y españoles".
Lo hacen especialmente tras los últimos movimientos del gobierno marroquí, que a través de su primer ministro Saadedin al Othmani afirmó en diciembre que, una vez se cierre definitivamente el conflicto en el Sáhara Occidental, "llegará el día de reabrir el asunto de Ceuta y Melilla". Las declaraciones provocaron que la embajadora de Marruecos en España, Karima Benyaich, fuese llamada a consultas por el ministerio de Asuntos Exteriores, que exigió "respeto a la soberanía e integridad territorial" de España. Lo cierto es que ni Ceuta ni Melilla han pertenecido nunca a Marruecos, y están imbricadas con el desarrollo histórico de la Península desde la Edad Media.
Ya en 2021, el asunto no preocupa nada a sus ciudadanos. "Son inventos que sacan de vez en cuando para llamar la atención", reconocen algunos en una ciudad también dividida políticamente. En las últimas elecciones generales, el PP retuvo el escaño por sólo 181 votos frente a Coalición por Melilla, nacido en los años 90 como una escisión de los principales dirigentes musulmanes del PSOE local, que hasta entonces aglutinaba el voto de este colectivo. Actualmente, el PSOE es la cuarta fuerza a nivel nacional en Melilla, por detrás de Vox. Ni Ciudadanos ni Podemos llegan al 3% del voto.
Convivencia
María, una médica melillense de 29 años, ensalza la naturalidad con la que se convive en Melilla, "Aquí todo el mundo se mezcla. No hay barrios ni de cristianos ni de musulmanes, en cualquier lado puedes encontrarte a gente de otra religión y no hay ningún problema". María señala la diferencia con Ceuta, la otra ciudad autónoma de España: "La familia de mi madre es de Ceuta y a ella le sorprende la diferencia con Melilla. En Ceuta la población está más diferenciada y se distinguen claramente las zonas cristianas y las musulmanas".
En Melilla no hay barrios de cristianos o musulmanes, todo el mundo convive
La población de Melilla es en su mayoría cristiana y musulmana, prácticamente a la par en número. La religión sí es una asignatura delicada en los centros educativos. "Hay dos colegios concertados cristianos. Luego, en los institutos públicos sí que puede que se de más importancia a la religión musulmana que a la cristiana", explica María.
Cierre de frontera
La pandemia del coronavirus ha tenido un gran impacto en Melilla. Además de la afectación a nivel de salud, los vecinos de Melilla han acusado el cierre de la frontera con Marruecos. Un taxista melillense, español y musulmán, comenta que "desde que la frontera está cerrada ha subido hasta el kilo de patatas".
La extensión de Melilla, reducida y limitada, hace que sea un enclave con gran dependencia de las mercancías que llegan del exterior de la valla que la acota. En condiciones normales, el tránsito de personas cargadas con productos desde Marruecos es la tónica habitual.
Ahora ese ajetreo es inviable. Los responsables de un restaurante del centro de Melilla cuya especialidad es el pescado, cuentan a El Independiente la complejidad logística actual: "Si está bueno...imagina cuando está la frontera abierta. Normalmente el pescado entra directo desde Marruecos, el trayecto habitual es diferente ahora: de Marruecos a Ceuta, de Ceuta a Algeciras y de Algeciras a Melilla".
Inmigración
Es imposible hablar de Melilla y obviar la inmigración. Su situación geográfica expone a la ciudad a la llegada irregular de inmigrantes procedentes de África en búsqueda de una vida mejor. El pasado verano el Gobierno reforzó algunos puntos de la valla de Melilla, aunque "este año con lo del confinamiento ha habido muchos menos intentos de cruzar", cuenta un Guardia Civil melillense.
Los Mena (Menor extranjero no acompañado) suelen ser parte importante de estos inmigrantes. El mismo agente mencionado anteriormente, manifiesta que "aunque no todos son problemáticos, hay ciertos grupos que se juntan por el centro y a veces la lían. Aquí tienen techo, comida y educación y es muy importante para ellos".
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