Nieve y frío. Da igual lo bueno o malo que hayas sido, que cuando los Reyes Magos abandonen Madrid dejarán, apenas un día después de su marcha, una borrasca que se prevé histórica. Las informaciones hablan de acumulaciones que rondarán 20 centímetros en la capital de España, una cantidad más que considerable y con pocos antecedentes. La nieve es un compañero bonito pero incómodo. Aquellas poblaciones donde aparece con más frecuencia adaptan su vida en torno a este elemento.
Si Madrid fuera una localidad tirolesa o del pirineo aragonés, un fenómeno así no sería un gran inconveniente; sin embargo, una nevada como la prevista quedará en el recuerdo de los madrileños. Las imágenes de la llegada de Filomena —así ha bautizado la Agencia Estatal de Meteorología a la borrasca que afectará a la Península— se sumarán a las de otras nevadas históricas en Madrid.
Un 1963 con -10ºC
El fin de semana del 1 al 4 de febrero de 1963 trajo la mayor nevada de los sesenta a la capital de España y con ella llegó también una espectacular ola de frío. La madrugada del 1 al 2 se acumularon cerca de 10 centímetros de nieve; sin embargo, fue en la noche del 3 al 4 donde un manto blanco cubrió totalmente Madrid. Las precipitaciones dejaron una capa de nieve 16 centímetros sobre las calles.
Ésta duró varios días gracias a las bajas temperaturas, que superaron los -10ºC. La nieve y el hielo dificultaban la rutina en aquel Madrid sesentero. El ejército tuvo que colaborar con los ciudadanos para conseguir retomar la actividad habitual de la ciudad.
1970: las mayores nevadas
La década de 1970 fue testigo de varias de las mayores nevadas en la historia de Madrid. Ya en marzo de 1971 se produjo una de las más recordadas en la historia de la capital. El espesor acumulado y sobre todo la continuidad de la nevada, más de 24 horas ininterrumpidamente, impresionó a los madrileños. Los primeros copos aparecieron la tarde del 7 y no pararon de caer hasta la madrugada del 9.
Las informaciones de la época cuentan que la altura de la nieve era de 20 centímetros en la mayoría de puntos de la ciudad. En los barrios situados al nordeste se hablaba incluso de acumulaciones de nieve superiores a los 30 centímetros. «Nevada de órdago» fue el título de la portada de ABC aquel día e incluía imágenes de los vecinos de Madrid esquiando en el Parque del Oeste.
Casi ocho años después, tendría lugar en Madrid la mayor nevada de sus últimos 60 años. Durante la mañana del día de los de los Santos Inocentes nevó de manera intermitente y sin cuajar, una broma comparado con lo que ocurrió la madrugada siguiente. Una nevada intensa convirtió Madrid en una postal navideña, aunque en algunos puntos de la periferia este espesor fue menor que en el centro. Se llegaron a alcanzar los 22 centímetros de nieve.
Los 15 centímetros de 1984
En la década de 1980, exactamente en febrero de 1984, el invierno estaba a punto de finalizar. Pero las lluvias de la tarde del día 27 de ese mismo mes se transformaron en una abundante capa de nieve en la madrugada del día 28. Se acumularon un total de 15 centímetros a lo largo de todos los barrios de la capital y otras localidades del área metropolitana de Madrid.
Los gélidos copos se depositaron y llegaron a cuajar como en la mayoría de las grandes nevadas: fueron arrastrados por vientos de componente este. Además, se prolongó en las aceras con varios días fríos y secos, de manera que en zonas de sombra el manto de nieve permaneció más de una semana. En la misma década nevó de forma puntual. Pero como la gran mayoría de las veces que nieva en la capital, los escasos copos no llegaron a cuajar y se derritieron rápidamente por las precipitaciones en forma de lluvia.
Por ejemplo, en 1981 se llegó a acumular una fina capa de 3 centímetros de espesor siendo la única precipitación del mes de enero. Asimismo, en 1986 las nevadas únicamente alcanzaron las cotas más altas. En municipios como San Agustín de Guadalix, próximo a la Sierra de Navacerrada y Somosierra, había una capa de 6 centímetros.
Las tres nevadas de los años 90
Los años 90 iniciaron su temporada de nieve con la registrada en 1991. Los días 16 y 17 de febrero de ese mismo año se acumularon un total de 4 centímetros. Las gélidas precipitaciones fueron persistentes y tiñeron de blanco el barrio del Pilar, Mirasierra o Fuencarral. El manto cubrió espacios abiertos como Ciudad Universitaria o
el parque de El Retiro.
Después de cuatro años, en 1995, nevó en la mañana del 15 de diciembre. Se cubrió el suelo con 5 centímetros, especialmente en el nordeste de la capital. El año siguiente, el 31 de diciembre de 1996, la nevada que cayó a media mañana tiñó de blanco el suelo con 4 centímetros por Navidad. Finalmente, los que vivieron la festividad de Reyes en el año 1997 no habrán olvidado tal cantidad de nieve.
Las precipitaciones comenzaron el 3 de enero y en pueblos por encima de los 800 metros del nivel del mar como Collado Mediano se acumularon 30 centímetros. Dos días después, el 5 de enero de ese mismo año, los copos que cayeron únicamente acumularon una capa de 2 centímetros en la capital, pero en municipios del sur como Fuenlabrada el grosor ascendió hasta los 10 centímetros. Finalmente, no hubo mejor regalo de Reyes que los 5 centímetros que se registraron el 7 de enero en la capital.
La nevada de 2005 colapsó la capital
El 23 de febrero parecía mentira que hubiese nevado tanto. Los 10 centímetros generalizados a lo largo de toda la capital guardan similitud con la nevada de 1984, mencionada anteriormente. El caos fue tal que El País menciona una jornada con carreteras bloqueadas y las redes de transporte público totalmente colapsadas, incluyendo el tráfico del Aeropuerto Madrid-Barajas.
La precipitación de nieve continuó durante toda la jornada de manera intermitente pero únicamente cuajó a partir de 800 metros de altitud, acumulándose más de 25 centímetros en ciudades de las afueras como Collado-Villalba. Dos semanas después de las precipitaciones aún quedaba nieve en zonas de umbría de Madrid.
Una década tras la gran nevada de 2009
Más allá de la casualidad, el 23 de febrero, pero cuatro años después de la anterior, los copos volvieron a cubrir Madrid con una capa de hasta 15 centímetros. Durante los días previos los termómetros marcaban temperaturas mínimas verdaderamente gélidas, algo que aventuraba la gran nevada que estaba por suceder. Eso llegó de la mano de una potente borrasca mediterránea que interactuó con las capas de aire frío en altura.