A lo largo de las décadas de 1970 y 1980, Arlie Hochschild y sus investigadores entrevistaron a cincuenta parejas y observaron una docena de hogares para explorar la "brecha de ocio" entre hombres y mujeres. Fruto de este estudio, concluyeron que las mujeres se hacen cargo de la mayoría de las tareas del hogar y del cuidado de los niños, a pesar de su ingreso en la fuerza laboral —provocando sentimientos de culpa, tensión marital, falta de interés sexual y sueño—.
La investigadora estadounidense autora de La doble jornada —de la mano de Capitán Swing— asevera que sumando el tiempo dedicado al trabajo remunerado, las tareas domésticas y el cuidado de los hijos, descubrió que las mujeres trabajaban aproximadamente quince horas más a la semana que los hombres. Al cabo del año, trabajaban un mes más. Al cabo de doce años, un año entero.
En una entrevista con El Independiente, Arlie Hochschild reflexiona sobre el papel de la mujer en estas últimas décadas. En un año marcado por la pandemia del Covid-19 y la imposición de algunas empresas de la fórmula del teletrabajo, muchas mujeres tienen que realizar las tareas de cuidados a la vez que permanecen con el portátil encendido para la próxima reunión de Zoom.
Pregunta.- ¿Qué ha supuesto el Covid-19 para la situación de la mujer?
Respuesta.- Tres cosas. En primer lugar, ha enviado a casa a 2,5 millones de mujeres. Cuatro veces más mujeres que hombres abandonaron la población activa: 865.000 mujeres y 216.000 hombres. Así que hoy, la proporción de mujeres con trabajo remunerado se ha reducido hasta llegar a datos de 1988. Una de las razones es que muchas escuelas y guarderías han cerrado, han reducido el horario o el número de niños que tenían.
Con el Covid las mujeres se encargan del cuidado emocional del hogar"
Arlie Hochschild
En segundo lugar, otras mujeres conservan su trabajo pero lo han trasladado de la oficina al hogar, donde ahora luchan desesperadamente por compaginar el trabajo con el ordenador y el teléfono con el cuidado de los niños.
En tercer lugar, otras mujeres siguen trabajando fuera de casa, pero se enfrentan al peligro de hacerlo. Enfermeras, auxiliares de enfermería, trabajadoras de ambulancias, asistentes de residencias de ancianos, cuidadoras de niños, dependientas de tiendas, trabajadoras de funerarias… siguen saliendo a trabajar, pero temen contagiarse de Covid, o llevárselo a casa a sus familias o a los parientes ancianos que puedan vivir con ellas.
En las tres situaciones, las mujeres se encargan del cuidado emocional del hogar. Así que se enfrentan al miedo de la familia a las enfermedades, a la responsabilidad de los parientes ancianos que viven en otro lugar, a las frustraciones de sus hijos por estar encerrados en casa y a las nuevas ansiedades financieras: ¿Podremos pagar el alquiler? ¿Nos van a desahuciar? ¿Cuándo llegarán los cheques del paro? ¿Hasta dónde podemos endeudarnos? ¿Podemos mantener nuestros trabajos, la felicidad de la familia y la salud?
P.- Ha escrito en su libro, La doble jornada, que las mujeres estadounidenses viven en una "revolución estancada". ¿Qué quiere decir con eso? ¿Estamos todavía en una?
En las últimas décadas, millones de mujeres se han incorporado al mundo laboral. Pero el lugar de trabajo al que acuden y las parejas masculinas con las que vuelven a casa no han cambiado tanto como las mujeres. Es decir, las mujeres se han diferenciado más de sus madres que los hombres de sus padres.
Necesitamos lugares de trabajo que permitan compatibilizar nuestra vida en pareja, es una revolución que no se ha instalado
ARLIE HOCHSCHILD
Y muchas han ido a trabajar a un lugar de trabajo anticuado, sin la oferta de tiempo flexible, lugar flexible, trabajo compartido o tiempo parcial bien remunerado. Y algunos maridos vuelven a casa del trabajo para hacer casi lo mismo con los niños y la casa que los hombres casados con amas de casa a tiempo completo.
Y el Covid ha presionado a todos, especialmente a las mujeres. Lo que realmente necesitamos en el equivalente social de "una inoculación". Lugares de trabajo que permitan compatibilizar nuestra vida en pareja. Es una revolución que no se ha instalado.
P.- ¿Está en riesgo el espíritu del boom feminista que comenzó en 2018? ¿Volverán a llenarse las calles tras la "nueva normalidad"?
Ese espíritu está destinado a resurgir mientras exista una fuerte necesidad de él.
El esfuerzo de Vox por derogar una ley destinada a frenar la violencia contra las mujeres es una llamada de atención a toda la sociedad española"
Arlie Hochschild
P.- En España el discurso de la extrema derecha pretende incluir la violencia de género dentro de la violencia familiar. ¿Cuál es el riesgo de todo esto?
El esfuerzo de Vox por derogar una ley destinada a frenar la violencia contra las mujeres es una llamada de atención a todos los integrantes de la sociedad española. Ahora se enfrenta [la sociedad de España] a una llamada para "descivilizarla". Los tiempos exigen una oposición unida, tranquila, decidida y pacífica a nivel nacional.
P.- En materia de cuidados ¿Se ha conseguido una distribución justa con el hombre?
R.- En el EE.UU. de los años 70 y 80, las mujeres casadas con hijos en edad preescolar y con trabajos a tiempo completo trabajaban lo que sumaba un mes más al año. Es decir, si sumamos todas las horas de trabajo remunerado en la oficina y las tareas domésticas y de cuidado de los hijos no remuneradas de las mujeres, y lo comparamos con el de los hombres, en los años 70, mucho más. Al igual que había una brecha salarial en el trabajo, había una brecha de ocio en el hogar. Dormían menos.
Ahora la brecha del ocio se ha reducido a la mitad, tanto porque los hombres hacen más como porque las mujeres hacen menos"
ARLIE HOCHSCHILD
Además, esas madres hacían más a menudo dos cosas a la vez —como cocinar y hablar con el niño—, mientras que los hombres hacían más a menudo una cosa a la vez, como hablar con el niño. Las mujeres hacían tareas para las que había presión de tiempo (por ejemplo, cenar a las 6:00) y los hombres hacían tareas "cuando encontraban tiempo" (como arreglar una bicicleta rota). Las mujeres hacían el trabajo mental de planificar los eventos familiares y con más frecuencia hacían las tareas domésticas menos agradables (como limpiar los baños).
Sin embargo, ahora la brecha del ocio se ha reducido a la mitad, tanto porque los hombres hacen más como porque las mujeres hacen menos. Y los hombres y las mujeres realizan varias tareas por igual, comparten las tareas placenteras y duermen igual. Las mujeres siguen ocupándose más de la planificación familiar.
P.- ¿La elección de Joe Biden supone una etapa de apertura y cambio en la situación de la mujer? ¿Es demasiado pronto para decir algo?
R.- El presidente Biden ha hecho un trabajo magnífico para vacunar a los estadounidenses, relanzar la economía y restaurar la fe en Estados Unidos. También se ha comprometido a hacer lo correcto con las mujeres.
P.- ¿Cuáles diría que son las diferencias entre las luchas de las mujeres durante aquellos años [años 70], las que afrontan las mujeres de hoy y las que afrontarán las jóvenes en el futuro?
R.- Hemos avanzado mucho, pero todavía no hemos llegado a ese punto. Y el objetivo del feminismo es doble: luchar por la igualdad de género y también aumentar el valor que todos damos a los cuidados. Necesitamos ambas cosas.
Compartir va unido a la armonía matrimonial, ya sea porque las parejas felices comparten o porque compartir aumenta su felicidad"
ARLIE HOCHSCHILD
Las mujeres jóvenes de hoy en día se enfrentan a retos que las mujeres no afrontaban en los años 80. Una mayor inseguridad de sus compañeros varones en los trabajos amenazados por la automatización y la deslocalización, y el aumento de la oposición política de la extrema derecha, o incluso el peligro de caer en una "fría igualdad" en la que los cuidados en sí mismos son degradados.
En mi investigación para La doble jornada descubrí que las parejas más felices y agradecidas mutuamente eran las que compartían —y valoraban— esa "doble jornada". Compartir va unido a la armonía matrimonial, ya sea porque las parejas felices comparten o porque compartir aumenta su felicidad. Esas parejas viven con una "economía de la gratitud" marital más rica.
P.- -¿Cuál es el riesgo de que la gente acepte la condición de profesional y madre al mismo tiempo?
R.- El riesgo es que nos olvidemos de mirar a países como Noruega. Allí una gran mayoría de mujeres trabaja. Hay una semana laboral de 35 horas, un generoso permiso parental remunerado y una tasa de divorcios y separaciones inferior a la de Estados Unidos. Y deberíamos recordar esas enormes estatuas en el centro de Oslo de hombres y niños.
P.- ¿Conseguirá Covid-19 dificultar la identificación de los problemas de las mujeres?
R.- No, la necesidad de compartir se hará mucho más evidente.
Arlie Russell Hochschild (Boston, 1940) es profesora emérita de Sociología en la Universidad de California en Berkeley. Se la conoce por ser la fundadora de la sociología de las emociones. Ha obtenido las becas Guggenheim, Fulbright y Mellon, y tres medallas de la Asociación Sociológica estadounidense.
Tiene varios doctorados honoris causa, entre otros los de la Universidad de Oslo, del Swarthmore College y de la Universidad de Aalborg en Dinamarca. Sus obras han sido publicadas en catorce idiomas y tres de sus libros han sido elegidos como Libros Destacados del Año por el New York Times. Capitán Swing también ha publicado de esta autora Extraños en su propia tierra. Réquiem por la derecha estadounidense.
Hace treinta años, Arlie Hochschild desató una ola de controversia con este libro. La presente edición ha sido actualizada respecto a la de 1989 con nuevos estudios y estadísticas, e incluye un epílogo de la autora en el que evalúa en qué ha cambiado o no la situación de la mujer, en un momento en el que ya constituye la mitad de la fuerza laboral.
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