“Ha caído de pie”, afirma hasta en dos ocasiones Jorge Dioni López. Está hablando de La España de las piscinas (ARPA). El libro que en menos de un mes se ha convertido en un éxito editorial y ha tenido el acierto de definir un fenómeno que está cambiando la fisonomía de los nuevos barrios de las ciudades y sus habitantes: los pauers. Un fenómeno similar a la España vaciada de Sergio del Molino.
Lo primero que nos aclara es que él es uno. Es un pauer, vive en un PAU de Alcorcón. Programa de Actuación Urbana, PAU, es el marco legal de planificación urbanística que mandó en Madrid, Comunidad Valenciana y la mayoría de la comunidades desde finales de los 90 hasta hoy, que se convirtió en una fórmula de éxito de la ampliación de las ciudades y del diseño de los nuevos barrios que crecían por todos los núcleos urbanos de España en plena burbuja inmobiliaria. Calles rectas, grandes avenidas para los coches, edificaciones cerradas en sí mismas con su zona verde y piscina comunitaria y -la mayoría- sin locales comerciales, por lo que apenas tienen servicios.
“Todos los ayuntamientos promovieron esto, porque si tú no lo hacías lo hacía el ayuntamiento de al lado. Había que atraer la inversión, para que la población se quedara y la ciudad creciera”, asegura Jorge Dioni. Y eso era indistinto del color político del consistorio. Nos recibe en un PAU socialista, “se aprecia en los nombres de las calles: 8 de marzo, Martin Luter King, José Saramago..”, repasa. Pero más allá de los nombres nada más indica el color del partido que aprobó el PAU. Todos siguen el mismo esquema de “espacio urbano menos denso, más extenso y menor escala humana”.
Su libro ha sido utilizado para dar explicaciones a los resultados electorales de mayo en Madrid, pero él se desmarca de esas explicaciones, porque hay PAUs que votan de manera diferente. Y hay todo tipo de voto en cada PAU. En Madrid, Rivas Vaciamadrid es una localidad llena de pauers gobernado por la izquierda.
Lo que ocurre con este urbanismo disperso -según Dioni- es que crea “una población homogénea muy dependiente del coche que realinea las preferencias de los electores. La gente empieza a votar cuando empieza a tener inclusión en las demandas sociales y este tipo de urbanismo reordena las prioridades, cuestiones como la seguridad y la prioridad están encabezando la lista”, afirma Dioni.
El autor pone como ejemplo el caso de un pueblo pequeño que tras urbanizar nuevas zonas de la localidad luego no puede garantizar su seguridad: “las propuestas políticas que ofrecen más penas y más policías son mejor recibidas. Y si vives en una zona donde todos tienen las misma realidad, aislados de otras partes, te aíslas también de otras realidades sociales y de sus problemáticas”, afirma.
"No puedes tener a la gente endeudada a 30 km de la ciudad y decirles que se busquen la vida"
Aunque lo cierto es que cuando se metió en el jardín de escribir sobre su barrio, su PAU, tras ver que en las elecciones de 2019, su barrio había votado naranja. Y no sólo su PAU, otros PAUs también lo habían hecho igual. Pero miró en Valladolid, en Ávila y en otros lugares y la dinámica se repetía.
Este tipo de barrios no promueve un tipo de persona, pero sí que “promueve una reclasificación de los valores, de la importancia que das a ciertas cosas. Es un tipo de urbanismo en el que yo tengo que buscar mi propia solución a los problemas”. Lo concreta en aspectos como la ausencia de servicios, en el que estamos no tiene centro de salud, “y los vecinos no se han molestado en protestar”, destaca.
Jorge Dioni asegura que muchos de estos PAUs son islas desconectadas del resto de la ciudad están fuera del núcleo urbano o separados por una autopista. Mientras los barrios se consolidan, un proceso que puede llevar lustros, los vecinos se convierten en pioneros. Colonos de un espacio que deben conquistar con su esfuerzo. “Tengo que buscar mi propia solución a los problemas y eso no se percibe como un problema, sino que está revestido de épica. Puedes ser un emprendedor que está atento a las oportunidades para tus hijos, porque ojo, tu hijo puede ser un genio. Es una idea muy individualista, pero no promueve un tipo de persona”, asegura.
Dioni insiste en que las instituciones tienen que estar presentes, “no se puede abandonar al urbanismo, ni a los vecinos. Las instituciones tienen que estar presentes y dinamizar e intervenir. Es más difícil crear una ciudad así. No puedes tener a la gente endeudada a 30 km de la ciudad y decirles que se busquen la vida. Olvidarse de los vecinos nos lleva a la antipolítica desde la propia política. Si le dices a la gente 'búscate la vida', al final la gente se la busca, pero igual se la busca por donde no esperabas que la fuera a buscar”, concluye.
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