Pocos deportes han sido tan laureados como el balonmano y pocos deportes han sido tan maltratados como éste. De Talant Dujshebaev a su hijo Álex. Son muchos años en los que, a pesar de las dificultades económicas y de cómo nuestros mejores espadas han tenido que hacer las maletas para poder jugar en una liga medianamente competitiva. Y tenía que ser el hijo de la leyenda del balonmano quien marcara el gol definitivo para colgarnos el bronce (31-33)
A pesar de dichas dificultades (más del 50% de la plantilla que ha ido a los JJOO está fuera de nuestras fronteras), la selección española de balonmano se ha ido reponiendo a los golpes. Desde que Barrufet, Urdangarín, Urdiales o Massip se colgaran el primer bronce de la historia, los ‘Hispanos’ no han dejado de acumular éxitos, dos Mundiales incluidos.
La participación de esta generación en Tokio ha sido más que notable, derrochando coraje, sufrimiento y un buen balonmano en muchas fases del torneo y solo Dinamarca (otra vez Dinamarca) privó a nuestros chicos de que el metal hubiera sido de un valor mucho mayor.
Con el sofoco ya pasado después de una eliminación en semifinales que nos dejó con una cara de incredulidad, España debía sobreponerse y meterse en el parqué desde el primer minuto porque esperaba Egipto, una de esas selecciones más anárquicas del deporte y que, por eso, suele despistar a sus rivales. Los ‘Hispanos’ tardaron en cogerle el pulso al partido y a los africanos, pero una exclusión del equipo africano a falta de cuatro minutos dio cierta ventaja a los nuestros que aprovecharon la oportunidad para marcharse al descanso con una diferencia a favor de tres goles (16-19).
Durante la primera media hora, España tardó en encontrar a Antonio García, Gurbindo y, sobre todo, a Álex Dujshebaev. Egipto, que no suele caracterizarse por basar su juego en la defensa, consiguió atar los impulsos de los nuestros. El caso es que, gracias a las exclusiones de los africanos, el combinado nacional se marchó con una diferencia que hacía pensar que se tendría una segunda parte más o menos cómoda. Algo que no ha sucedido en todos los Juegos Olímpicos.
Pero, como está escrito durante todo el torneo, España decidió meterse en camisa de once varas y Egipto supo sobreponerse e incluso ponerse por delante. El caso es que los Hispanos pudieron sobreponerse a los tortazos africanos y el choque entró en una fase de un gol tú y otro yo. A falta de siete minutos, el marcador marcaba el 27-27. Otra vez, el corazón en la boca.
¿El final? Una montaña rusa. España se puso dos goles por encima faltando dos minutos, pero una exclusión de Gurbindo hizo que las distancias se reducieran hasta un gol. Nuestros chicos lograron hacer un par de goles, pero Egipto tardaba lo que azucarillo en café hirviendo para contrarrestas los esfuerzos. Un gol de Álex, poniendo el 30-32 a falta de medio minuto desató la euforia española y, de un Entrerríos que se va a colgar un bronce al final de su carrera. Otro jugador que ha paseado con un orgullo infinito este deporte tan laureado en España y tan poco agradecido.
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