“Me pregunto cosas que no digo en voz alta: si esta locura transgénero no es en parte el resultado de niños sobreprotegidos, mimados y desesperados por delimitar el territorio para la rebelión”, dispara Abigail Shrier, autora de “Un daño irreversible”, una obra sobre el movimiento transgénero que llega ahora a España precedida de una tormenta perfecta en Estados Unidos, desde la retirada de sus ejemplares en algunas librerías hasta la censura de activistas y científicos o el desprecio de buena parte de los medios de comunicación.
Shrier, periodista freelance que dice haber dedicado meses a realizar cientos de entrevistas sobre la “locura transgénero que seduce a nuestras hijas”, no se arrepiente de haber firmado un volumen que denuncia un fenómeno marcado en España por la tramitación parlamentaria del anteproyecto de Ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans.
“No creo que exista una epidemia trans en la población en general pero sí una epidemia de chicas adolescentes que no tienen disforia de género y que han decidido identificarse como transgénero y alegar que la tienen. El problema es que hay adolescentes que se están diagnosticando erróneamente, que tienen muchos otros problemas de salud mental y que está obteniendo fácilmente hormonas y cirugía”, replica en una entrevista a El Independiente. “Se están infligiendo un daño que puede no tener marcha atrás”, argumenta.
“Un daño irreversible” (Deusto), que sale a la venta este miércoles en España, ha suscitado ríos de tinta en suelo estadounidense. Sobre la escritora han llovido las críticas por propagar la desinformación, maltratar las estadísticas o vocear los postulados del ideario más conservador. A su rescate, sin embargo, han acudido The Economist y The Times, que lo han elegido como uno de los libros del año.
Está muy claro que se trata de un contagio social. Son chicas que en compañía de otras amigas están tomando decisiones que alteran su vida
Shrier se defiende: “No me considero transfóbica. Tengo gente transgénero en mi vida y, más allá de eso, jamás hubiera escrito un libro sobre lo que está sucediendo si me sintiera incómoda con los transgénero. La obra, en cualquier caso, no es sobre eso sino sobre un fenómeno de copia y pega que considera algo que no es y sobre gente a la que no se les ayuda cuando recibe el mismo tratamiento que resulta exitoso para las personas transgénero”.
-Usted ciñe el supuesto incremento de los trastornos de identidad de género al sexo femenino…
-Sí, porque con las mujeres resulta fácil ver que esto no es auténtico. Nunca hemos tenido los números actuales en disforia de género. Era algo que comenzaba muy pronto, en la infancia más tierna. Ahora se trata de adolescentes sin historia de disforia previa. Está muy claro que se trata de un contagio social. Son chicas que en compañía de otras amigas están tomando decisiones que alteran su vida y eliminan su fertilidad sin casi ninguna supervisión médica.
Shrier dice estar al tanto del debate en España, con un anteproyecto de ley que abre la puerta a la autodeterminación de género sin necesidad de aportar informes médicos y que ha provocado ya un desgarro entre las feministas del PSOE. “Yo respaldo los derechos de los adultos transgénero a realizar la transición pero, dicho esto, vuestra propuesta de ley es un desastre para las jóvenes. No la he leído, solo he escuchado acerca de ella, pero una chica de 16 años no puede tomar esta decisión porque, y lo estamos viendo, a veces sufre patologías mentales como ansiedad y depresión y son alentadas por sus amigos. A los padres les resulta imposible decir simplemente: 'espera hasta que seas un poco más mayor y estés preparada para esta decisión y para ver si es correcto o no”, indica.
Contra médicos y maestros
A su juicio, el fenómeno actual “está impidiendo a quienes más quieren a una joven, sus padres, protegerla. “He entrevistado a cientos de expertos y lo único que puedo decir es que la única gente de la que se puede confiar para cuidar a esta gente son sus padres”, desliza quien se reconoce crítica con los profesionales de la salud y la educación. “No sólo los profesores se han convertido en activistas. Las operaciones de cambio de sexo suelen ahora denominarse 'cirugías de afirmación de género'. (…) La mayoría de los médicos no proporcionan ningún freno ni una verificación de la realidad a estas pacientes afligidas”, escribe la periodista.
“Básicamente el Gobierno [estadounidense] ha permitido a todo tipo de grupos socavar a los padres. Dejan a sus hijos en la escuela y están siendo adoctrinados en ideología de género que les confunde por completo. En EE.UU. los profesores guardan secretos a sus padres. Hay una conspiración escolar para mantener a los progenitores en la oscuridad. No es un solo profesor sino todo un colegio el que está llamando a un chico por un nombre diferente”, asevera Shrier.
Hay una conspiración escolar para mantener a los progenitores en la oscuridad
“Quizás a los dieciocho años se alcance la mayoría de edad, pero en especial hoy en día, todavía se es muy joven. Muchas de estas chicas que se ven arrastradas al mundo transgénero ya luchan contra la anorexia, la ansiedad y la depresión. Se sienten solas. Son frágiles. Y, sobre todas las cosas, quieren pertenecer.(…) En el momento en el que estas chicas manifiestan el santo y seña 'soy trans', casi todos los adultos, incluidos los profesionales de la medicina, las contemplan con el asombro que se le debe a un profeta, no con el escepticismo que suele aplicarse a una adolescente que sufre”, esboza Shrier.
-Quienes en España se oponen a la reforma legislativa denuncian que existe un potente lobby detrás del movimiento trans…
-Lo desconozco pero la mayoría de los adultos transgénero con los que he hablado no tienen esta agenda radical y no quieren ver a cualquier menor de edad haciendo la transición de género. No es su objetivo pero los jóvenes activistas 'woke' [una ideología vinculada inicialmente a la lucha racial que hoy ha derivado hacia la izquierda más identitaria] son muy extremistas. Quieren empujar hacia el caos a los jóvenes y están teniendo éxito. Están venciendo. Los jóvenes se están autolesionando y no saben que están en mitad de una grave crisis de identidad que estos activistas están empeorando. Estos activistas han intimidado a los adultos, a los que llaman transfóbicos si objetan algo. Conozco médicos que han perdido su empleo por llamar la atención de que estos jóvenes, por ejemplo, iban a tener una disfunción sexual permanente o pedir más cautela. Eso les ha valido el despido y un despido resulta suficiente para hacer enmudecer a miles de doctores advertidos de lo que sucede cuando uno habla.
Denuncia de "una ideología iliberal"
La autora acusa a los adalides de esta transformación de abrazar “una ideología iliberal”. “No creen en la libertad de expresión. No protegen el derecho de hablar libremente ni les importa en absoluto los derechos de las mujeres. Son extrema izquierda que deberían ser combatidos por liberales y conservadores”, arguye quien rehúye la etiqueta ideológica. “Hoy en día no me veo en términos políticos. No me interesan mucho las etiquetas políticas que tradicionalmente nos han definido y dividido en EE.UU. Me preocupa tener una sociedad liberal con libertad de expresión, protección igualitaria o igualdad jurídica y todo eso está en estos momentos bajo ataque por parte de esos jóvenes extremistas a los que tenemos que hacer retroceder”.
-Incluye en la parte final del libro algunas recomendaciones dirigidas a los padres, entre ellas, no comprarle un móvil al hijo…
-Los padres deben oponerse a toda ideología de género en las escuelas. Está provocando una confusión masiva y no es necesaria. Hay que tratar amablemente a cualquier individuo sin confundir a un niño de cinco años con si es chico o chica. No hay razón para adoctrinar a los menores de edad con esto y los padres deberían rechazarlo. También deberían dejar de confiar en muchos expertos que poseen sus propias agendas. Son los padres los que saben lo que es mejor para sus hijos y, si ven que les provocan un daño, tienen que levantar la voz.
Los padres deberían dejar de confiar en muchos expertos que poseen sus propias agendas. Son ellos los que saben lo que es mejor para sus hijos
Shhrier dedica también un espacio a reunir el testimonio de las arrepentidas. “Es un paso muy difícil, Muchas de ellas han conseguido un nivel increíble de sabiduría. Dicen cosas fascinantes y profundas porque han transitado por algo muy duro. Tienen mucho que decir pero a menudo son silenciadas, atacadas y tratadas de un modo terrible. Han sido expulsadas de las redes sociales y son reprendidas por intentar compartir su experiencia”, aduce. La reportera lanza sus dardos contra un activismo al que responsabiliza de “reclutar soldados para una completa revolución social”. “Cuánto más caos puedan crear, más hijos arrancarán de sus familias”, advierte.
La autora de “Un daño irreversible” admite observar con cierta envidia el debate en España. “La acogida del libro está siendo muy positiva. Amo a las feministas españolas porque son realmente fuertes. Ojalá tuviéramos más en EE.UU. No sé si allí tienen el mismo nivel de interferencia en la libertad de expresión que estamos presenciando aquí. Los grupos feministas que tradicionalmente representaban a las mujeres han sido dominadas por una ideología de género extrema. Las mujeres estamos perdiendo nuestros derechos basados en el sexo. Yo animo a las feministas españolas a permanecer en pie antes de que resulte demasiado tarde”.
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