El segundo Observatorio de Bandas Latinas realizado por el Centro de Ayuda Cristiano -una congregación de iglesias evangélicas compuesta en un 95% por feligreses latinos- revela que hay 2.500 jóvenes miembros de estas organizaciones en la Comunidad de Madrid.
El estudio estima que, sólo en cuotas de pertenencia a estos grupos, las bandas movilizan 9,6 millones de euros. Según detecta este informe las cuotas han crecido en el último año. La cantidad que deben de aportar varía según la edad y las bandas. El Observatorio cifra la cuota semanal para pandilleros entre 11 y 13 años en 5 euros a la semana, entre 14 y 18 años unos 20 euros, y a partir de los 19 años alrededor de 50 euros semanales, aunque se han identificado casos semanales entre 200 y 500 euros por parte de los jefes y “entre aquellos que han profesionalizado su actividad delictiva con robos y vendiendo estupefacientes”, señala el informe. Esto supone una cantidad media semanal en cuotas de unos 185.000 euros semanales, sin contar los robos y venta de droga.
A este número llega el Observatorio tras registrar las poblaciones de pandilleros de Madrid, que cifran en 2.500 jóvenes: 500 entre 11 y 13 años, 1.200 entre 14 y 18 años, y 800 entre 19 y 25 años. “Cuando un joven entra en una banda, cuando ya está captado e ingresa en la misma tiene que pagar cuotas”, explica Alberto Díaz, coordinador del estudio. La información ha sido recopilada gracias a la red de centros religiosos que interviene con los jóvenes de bandas latinas del Centro de Ayuda Cristiano. “Los jóvenes ex pandilleros siguen en contacto con las bandas y gracias a ellos tenemos la información y el contacto con estos jóvenes”, afirma Alberto Díaz.
Un negocio piramidal
Cuando se forma un capítulo o un coro, que es como se llama una nueva zona de una banda, se puede llegar a tener 30 o 40 miembros. Las cuotas se tienen que dar al líder, al cabecilla. “Cuando un joven entra en una banda aspira a ascender y para su promoción se le asigna una zona o un barrio, es una forma premeditada de crecer. El cabecilla tiene que fomentar la banda. Al principio seduce con fiestas, celebraciones. Se acercan a los que sufren acoso escolar, a los que tienen problemas en casa y les promete una seguridad y un sentimiento de pertenencia y protección. Pero cuando entran en la banda su compromiso es mantener una cuota. El que monta el capítulo, empieza con uno, luego con dos y acaba siendo una estructura piramidal. Como no tienen dinero lo consiguen con robos, hurtos o trapicheando con drogas”, explica.
Faltar a sus compromisos económicos tiene consecuencias como el conocido “minuto de pared”. “Consiste en poner al desobediente o que ha fallado y durante un minuto le propinan todo tipo de golpes hasta dejarlo muy mal parado”, explica Díaz.
El resultado de este funcionamiento es “una estructura piramidal que lo que quiere es crecer y expandirse. Cuando se asigna a alguien un sector, lo que busca es crecer y ser más. Cuantos más sean más poder social y económico con la venta de drogas”.
Según el informe las cuotas de pertenencia se destinan a cuatro cometidos: organizar fiestas para fidelizar al colectivo, ayudar a los miembros con problemas o en prisión, para la compraventa de droga y para adquirir las armas.
Caldo de cultivo
Las sedes del Centro de Ayuda Cristiano tienen como objetivo que los chavales no se dejen seducir por las bandas. "Los padres nos vienen desbordados por los problemas que tienen con sus hijos adolescentes y los propios jóvenes nos cuentan lo que viven y experimentan en su día a día. No podemos abrir los ojos sólo cuando hay una reyerta con muertos o heridos”, afirma Díaz. Los padres de estos adolescentes que terminan captados por las bandas, según el pastor, se pasan el día trabajando y no pueden rechazar trabajos porque tienen salarios muy bajos. Muchas familias son monoparentales y desestructuradas lo que agudiza la crianza en solitario de los hijos. "Las bandas seducen a los adolescentes ofreciéndose como una familia", asegura Díaz.
La pandemia ha sido un factor determinante para el aumento de miembros de estas bandas. Según han detectado en este estudio los chavales durante los confinamientos se han mantenido en contacto por las redes sociales. El Observatorio hace hincapié en los músicos youtubers de este colectivo que manejando sus claves culturales y simbólicas interpretan rap y otros ritmos urbanos. El observatorio a señala que los pandilleros siguen a Sersy 23 (con 17.000 visualizaciones), los Bocones (con 14.000 seguidores en su video oficial), Little Nigga Niel 184 (con 13.000 visualizaciones), Biwan La Pauta, Ft. Jota, 3bu y JoFer.
Díaz destaca al pésimo estado del mercado de trabajo de los jóvenes como otro factor más de atracción hacia las bandas por la falta de perspectivas laborales.
Bandas multiculturales
Las bandas lantinas ya no son sólo latinas. Sus miembros en su mayoría son españoles y no sólo descendientes de latinoamericanos, sino “de familias tradicionales españolas”, señala Díaz. Según la información del autor de este observatorio, la composición es multiétnica y responde más al estrato social que al origen. “Un cabecilla de un coro que conocí era nigeriano, pero hablaba como un dominicano y confundía”.
Otro aspecto que se aprecia en este informe es la incorporación de chicas a las bandas que registra un incremento significativo. De hecho, ya existen bandas exclusivamente femeninas, en particular las Latin Queens; aunque también hay muchas chicas en los DDP y Trinitarios.
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