Sábado, 20.15 horas, Revellinos de Campos (Zamora). Sólo una valla y un mastín separan a los lobos de un suculento banquete en pleno pueblo. El primer obstáculo es superado con facilidad; el segundo requiere compenetración y voracidad: la pareja de depredadores acorrala al can y le da muerte antes de que éste pueda aullar desesperadamente para alertar de la temida visita. 15 minutos son suficientes para que los lobos acaben con 30 ovejas a punto de parir y, por ende, pongan en compromiso el método de vida de Ignacio, de su familia, de su trabajadora, y de un pueblo más en peligro de extinción. El ataque no se produce en mitad del campo, sino en el casco urbano, a 300 metros del ayuntamiento, la parroquia y el colegio de esta pequeña localidad de 267 habitantes.
Ignacio Carricajo es un joven ganadero de 35 años que tras el fallecimiento de su padre tomó las riendas del que lleva siendo el negocio familiar desde poco antes de que él naciera. Su explotación ganadera era, hasta el fatídico suceso, de 514 ovejas. El feroz ataque de dos lobos no solo ha acabado con la vida de las ovejas de Ignacio, sino que compromete seriamente sus aspiraciones. "Había comprado estas ovejas para acogerme a un Plan Empresarial de primera instalación dotado con 28.000 euros", explica en conversación con El Independiente. Para recibir este incentivo Ignacio ha de contar con al menos medio millar de ejemplares ovinos, una meta que será comprobada partir del 1 de enero por los miembros de la Junta de Castilla y León y que en caso de no cumplirse impedirá el cobro. La única solución pasaría por endeudarse para llegar a la cifra, un riesgo que Ignacio no está dispuesto a asumir después de lo ocurrido.
"He contratado una chica para ayudarme con el ganado porque contaba con este dinero. Si no puedo optar a la subvención puede que tenga que despedirla", comenta resignado el ganadero. Ignacio indica que en el gremio sienten desprotección ante el lobo por parte de la administración y que pese a la ilusión del oficio, los ataques hacen que "pierdas las ganas de trabajar en esto".
Ignacio solicita que le den de plazo hasta mayo para poder criar la próxima remesa de corderos sin tener que afrontar más desembolsos. "Había pagado 160 euros por cada una de estas ovejas porque venían preñadas. Desde la Junta me piden tiempo, pero este es nuestro medio de subsistencia. Se trata de una causa de fuerza mayor muy fácil de entender. La sensación es que van a la yugular y que te obligan a vender todo para que acabes dedicándote a otra cosa. Y antes de que coma el lobo, que coma mi hijo. Si hago eso me tengo que ir del pueblo con mis dos hijos y la chica que tengo contratada con los suyos. Entre los niños de mi familia y los de la suya son casi la mitad del colegio. Así te cargas los pueblos", sentencia Ignacio.
'Vivimos pegados a las ovejas, podría haber estado mi hijo jugando'
Las dentelladas asestadas por el carnívoro abren heridas que van más allá del agujero en el bolsillo. Ignacio asegura que "la administración solo ve el daño económico"; mientras que también existe un temor sobre la integridad de las familias. "Nosotros vivimos pegados a donde estaban las ovejas. Una cosa es un ataque de lobo en el campo y otra es que entre en tu casa. A esa hora podría haber estado mi hijo mayor jugando", señala el ganadero.
La amenaza del lobo es constante en el mundo rural. Ignacio indica que no es la primera vez que sucede en su misma calle: "Hace tres años a un vecino le mataron 70 ovejas". Su sentir es que están indefensos contra estos ataques: "Ni te ayudan, ni te comprenden, ni te dejan defenderte. ¿Qué quieren, que le pongamos un restaurante al lobo?". Además, Ignacio argumenta que como consecuencia de la prohibición de la caza del lobo en España, el animal está perdiendo el respeto al hombre. "Asusta que se meta en tu casa", confiesa.
El ganadero zamorano insiste en que no quiere ningún tipo de indemnización para reponer las ovejas masacradas, sino tiempo. "No puedo asumir el coste de comprar otras 30 ovejas; sin embargo, si me dan unos meses puedo llegar a las 500 cabezas dejando de vender parte de las que vayan naciendo. De esta manera te asfixian", concluye.
'¿Tienen más fuerza animalistas urbanitas que todo el medio rural?'
La Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) emitió una nota tras el ataque en la que exige "que se proceda de manera inmediata al control de estos lobos. Su reincidencia en los ataques, la importancia de los mismos, la ubicación, y la existencia de otras explotaciones en la zona, hace imprescindible su control".
El cabreo en el sector es enorme y creciente. La Unión Regional de Cooperativas Agrarias de Castilla y León, por su parte, también se refirió al suceso y se preguntó "hasta cuándo tendremos que soportar ataques de lobos a rebaños". "¿Necesitamos que maten a ganaderos, niños o transeúntes? ¿Tienen más fuerza animalistas urbanitas que todo el medio rural?", se preguntaba en un mensaje en Twitter la asociación, mientras expresaba su "indignación total".
El lobo contra los ganaderos: una guerra política y judicial
La polémica sobre la protección del lobo ibérico lleva años levantando una importante polvareda política, que culminó el 20 de septiembre, cuando el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, que encabeza la vicepresidenta Teresa Ribera, incluyó a este animal en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial y el Catálogo Español de Especies Amenazadas, lo que prohíbe su caza en todo el territorio nacional.
La medida ha contado con el rechazo unánime de las comunidades que acogen a la inmensa mayoría de la población de lobo ibérico, como son Castilla y León, Galicia, Asturias y Cantabria. Las cuatro mantienen un frente común para tratar de revertir la decisión del ministerio y aplicar sus propias medidas de contención de una especie que cada día amenaza la actividad de miles de ganaderos.
Sólo en Castilla y León, en 2020 se alcanzaron las 3.157 cabezas de ganado muertas por los ataques, lo que arroja una media de mas de ocho cada día del año. Las cuatro comunidades, con gobiernos de PSOE, PP y PRC, incluso abandonaron a finales de octubre el grupo de trabajo conjunto con el ministerio, al entender que éste se desarrollaba completamente alejado de la realidad de los ganaderos al norte del río Duero.
El asunto no sólo genera fricciones entre las comunidades y el ministerio, sino dentro del propio Gobierno. A diferencia del ministerio de Transición Ecológica, el departamento de Agricultura que dirige Luis Planas ha expresado en multitud de ocasiones que la prohibición de la caza del lobo ibérico sin consenso generará "incertidumbre" en las granjas, y ha dicho comprender el "miedo" de los ganaderos.
La batalla se jugará ahora en los tribunales. A principios de este mes, la Audiencia Nacional admitió a trámite el recurso contencioso administrativo interpuesto por los Servicios Jurídicos de la Junta de Castilla y León contra la Orden del Ministerio, y reclamó a éste el envío de todo el expediente administrativo de elaboración de la citada Orden, lo que permitirá a los Servicios Jurídicos autonómicos, una vez se entregue, formalizar su demanda.
La actuación de la Audiencia Nacional permitió que se inicie la tramitación de la pieza de suspensión de la vigencia de la Orden de la ministra Teresa Ribera, medida cautelar solicitada por los Servicios Jurídicos de la Junta para dejar sin efecto la prohibición de cazar lobos al Norte del Duero mientras se tramita el recurso, y da traslado al Estado para sus alegaciones, antes de resolver al respecto.
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