El hombre acusado de abusar sexualmente de 24 niñas de entre 4 y 13 años, todas hijas de conocidos suyos, ha reconocido esos hechos y que distribuía las imágenes que grababa en una red pedófila y por WhatsApp, tras lo que ha pedido perdón a la víctimas y sus familias.
La Sección 5 de la Audiencia Provincial de Madrid ha comenzado este martes el juicio a Dumitru R.N., para el que la Fiscalía pide 286 años de prisión por abusos sexuales cometidos entre 2012 y 2018, algunos con penetración, a 24 niñas que eran amigas de sus hijos o hijas de amigos suyos. Todos residían en Colmenar de Oreja (Madrid).
"Me arrepiento y quiero pedir perdón a las familias y a las víctimas. Lo lamento mucho", ha dicho Dumitru durante su declaración, en la que ha contestado con escuetos "sí" a las numerosas preguntas de la fiscal. Luego ha estado cabizajo durante toda la sesión.
Ha reconocido así que perpetró los abusos entere 2012 y 2018, que los grabó con microcámaras y los difundió en parte en una red pedófila y en varios chats de contenido pedófilo.
Ha reconocido, en sus respuestas, que perpetró abusos que eran "especialmente degradantes y vejatorios", algunos con penetración, y que guardaba las imágenes en carpetas a las que ponía el nombre en diminutivo de las pequeñas.
Precisamente fue reconocido por la Policía porque en las imágenes que él mismo grabó y difundió se veía una habitación de su casa y también el tatuaje que tiene en la mano izquierda.
A preguntas de su letrado Dumitru ha asegurado que es alcohólico desde los 14 o 15 años, pierde el control de su impulsos cuando bebe y en los casos denunciados estaba bajo los efectos del alcohol, lo que fue "determinante" para que cometiera los abusos. Y ha sostenido que su estado mejoraría si se sometiera a rehabilitación.
Por su parte, los padres de dos de las víctimas, una niñas que tenían 6 y 7 años cuando sufrieron los abusos, han relatado que el procesado vivió en su casa dos meses porque su mujer le había echado de casa y solo sospecharon de él cuando esta mujer les envió un mensaje advirtiendo de que le echaran de la casa, porque de lo contrario ella avisaría a la Policía "por algo de unas fotos y unos vídeos".
Por eso le pidieron explicaciones al procesado al día siguiente en su trabajo -en ese momento ya no vivía con ellos- y él se puso a llorar y les enseñó el móvil asegurando que no tenía fotos comprometidas. Luego en la investigación estos padres vieron los abusos a sus hijas grabados en su propio piso.
"Vino a casa porque era un hombre muy respetado en el pueblo, todo el mundo sabía que era muy bueno...no es muy bueno, es un monstruo", ha dicho la madre llorando.
El padre ha asegurado que Dumitru era su amigo, "como un hermano", y que cuidaba a otros niños de familias rumanas del pueblo, y que en su casa nunca bebió alcohol.
Los padres de otra víctima, que tenía 8 años cuando sufrió los abusos, han relatado que un día la niña les contó que Dumitru le había echado crema en los genitales, lo que les hizo sospechar de algo extraño y ya no le encargaron que la recogiera más del cole ni las cuidara en su casa.
Luego además una vecina les alertó del WhatsApp que había enviado la mujer del procesado, advirtiendo de su peligrosidad. El juicio continuará mañana con declaraciones de testigos y de policías que participaron en la investigación.
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