Llaman la atención por sus vestimentas, con largas túnicas de distintos colores y una gran Cruz de Santiago en el pecho. Los Heraldos del Evangelio se definen como una "Asociación religiosa internacional de fieles de Derecho Pontificio" y su organización fue autorizada por el Papa Juan Pablo II dentro de la Iglesia Católica en 2001. Dos años antes habían creado esta asociación los miembros de un grupo laico ultraconservador nacido en Brasil cuatro décadas antes y conocido como Tradición, Familia y Propiedad (TFP).
Esta organización ha saltado a los medios en las últimas semanas por el macroproyecto religioso que han proyectado en una localidad madrileña, aunque están en nuestro país desde su fundación y antes de ello como la versión española de TFP, "TFP-Covadonga". La organización se divide en tres órdenes de laicos, la de hombres, la de mujeres y la de familias y colaboradores. Tienen además una sociedad clerical. En las dos primeras los grupos, considerados "de vida consagrada", conviven en casas propias que la asociación tiene o ha tenido en Madrid, Castilla La Mancha, Andalucía o Aragón.
Las dudas sobre el comportamiento de esta entidad religiosa provocaron una investigación del Vaticano que arrancó en 2017 y se prolongó hasta 2019, cuando el Papa Francisco constató "deficiencias en el estilo de gobierno, en la vida de los miembros del consejo, la pastoral vocacional, la formación de vocaciones, la administración, la gestión de obras y la recaudación de donaciones". Consecuencia de ello, el Vaticano nombró un comisario bajo cuya autoridad quedaba la orden, el arzobispo brasileño Raymundo Damasceno de Asís, a quien la orden primero no reconoció pero con quien hoy aseguran, según fuentes de los Heraldos, "manifiestan su obediencia y mantienen una excelente relación".
Sin embargo, las irregularidades persiguen a esta asociación a la que Roberto Vega perteneció 16 años, entre los 14 y los 30. Los miembros de TFP le "abordaron", como asegura que se usa en el argot de la organización, a la puerta del instituto y pronto le fueron involucrando más en actividades primero lúdicas y luego evangélicas. Él vivía en Zaragoza y al cumplir la mayoría de edad se marchó a vivir con la comunidad. Afirma que le separaron de sus seres queridos. "A la familia la ven de forma hostil, porque nos aparta del camino de santidad", relata Vega.
Antonio (nombre ficticio) conoció a los Heraldos del Evangelio muchos años después, en 2014, durante una eucaristía en su ciudad. "Allí acudían y pedían al párroco permiso para hablar. Hacían su música y a la salida pedían donativos. Nosotros tenemos una profunda Fe católica, propusieron visitarnos con su imagen de la Virgen de Fátima y accedimos". Con aquella visita, que también terminó con un donativo, empezó una relación de Antonio y su familia que duraría tres años y que involucró especialmente a sus hijos adolescentes.
"Mis hijos empezaron a acudir a sus actividades los fines de semana y nosotros les acompañábamos en muchas ocasiones. Atraen a los jóvenes de forma muy hábil con deportes como esgrima, paintball... La relación era cada vez más estrecha y en 2015 invitaron a nuestro hijo a ir a Brasil en verano. Cuando volvió, nos dijo que quería irse a estudiar con ellos. En 2016 fuimos toda la familia y nos recibieron a cuerpo de rey. La sorpresa fue al ver a mis hijos, que habían llegado unos días antes, vestidos con sus hábitos y ya un poco 'abducidos'. Se querían quedar allí a vivir", relata Antonio.
El matrimonio permitió a los mayores realizar un curso académico en Brasil y durante los meses que estuvieron allí, asegura, las comunicaciones no fueron "tan fluidas" como les hubiera gustado. Por el contrario, cuando los jóvenes volvieron a pasar con ellos la navidad "la sensación era que tenían que estar continuamente comunicándose con ellos, que estaban diferentes".
Antonio cuenta que la gota que colmó el vaso cayó en mayo, cuando salió a la luz un vídeo de un presunto exorcismo del fundador de los Heraldos del Evangelio, Joan Clá, a una niña a la que agrede delante de otras y que formó parte de la investigación vaticana. "Al día siguiente fui a su sede a preguntarles y me reconocieron que era un exorcismo. Empezamos a ver que hacían cosas contrarias a la iglesia católica y a darnos cuenta de la veneración que tenían por sus líderes. Insistíamos pidiendo explicaciones y se justificaban con argumentos relacionados con una supuesta persecución religiosa, lo comparaban con la de Jesucristo", cuenta este ex colaborador de los Heraldos.
Tanto Antonio como Vega aseguran que esta organización tiene un comportamiento "de corte sectario" en el que destaca el culto a sus líderes, Joan Clá, Plinio García de Oliveira (fundador de TFP) y la madre de éste Lucilia Ribeiro dos Santos. "Afirman que son una santísima trinidad más potente que la de verdad, dicen que el demonio teme más al agua con el que se lava la ropa interior de Clá que al agua bendita", asegura Antonio.
Finalmente los padres deciden sacar definitivamente a sus hijos del grupo y Antonio asegura que de Brasil volvieron "zombies, que añoraban la organización a los que les habían anulado el pensamiento". Desde entonces hasta ahora han tratado de mantenerlos al margen e incluso Antonio asegura envió un burofax a la orden cuando descubrió a algún miembro tratando de acercarse de nuevo a su hijo. "Mis hijos han tardado en recuperarse, yo sospecho hasta que los doblegaran con medicinas. Uno de ellos me confesó luego que cuando estaba en Brasil sentía que nos odiaba. A sus padres. Ha pasado recientemente una depresión y en parte es por lo que arrastra de los Heraldos".
Miembro durante años de su organización, Vega asegura que la organización doblega la voluntad de sus miembros y hace la tónica diaria "el obedecer sin entender". El ex adepto afirma que la orden les mantenía enganchados bajo la constante amenaza de castigos. Hablaban continuamente del fin del mundo como un castigo y de que nosotros seríamos quienes nos salvaríamos"; explica Vega, "vivíamos en un mundo paralelo, nos creíamos los salvadores de la humanidad".
Francisco Ramos, español residente en Chile, perteneció a TFP y los Heraldos entre 1992 y 2002, coincide en que se sentían constantemente subyugados. "A los pocos meses de llegar te enseñaban fotos de gente enferma o accidentada y te decían que eso es lo que les pasaba a quienes salían de la organización".
Desde los Heraldos del Evangelio han rechazado hablar con El Independiente aunque han remitido un texto en el que afirman que "no existe ninguna actuación de los Heraldos del Evangelio fuera de las leyes civiles, morales o canónicas" y que "acusaciones falsas ya fueron desestimadas en su momento por la autoridad competente". El portavoz podría referirse a algunas denuncias de abusos sexuales que fueron desestimadas en Brasil. En aquel país los Heraldos del Evangelio acumulan decenas de denuncias y este pasado 12 de abril la justicia dictaminó que la organización debe cerrar los internados en los que viven menores de edad en julio de este año, como recogió el periódico brasileño O Globo, tras denuncias de acoso, humillaciones, tortura y violaciones por parte de antiguos ex miembros. Respecto a esto, los Heraldos publicaron en su página brasileña una reacción en la que afirman haberse enterado de la resolución por la prensa y que celebran que se ponga en marcha un procedimiento judicial. "Una Iglesia cuya columna es Cristo Crucificado no teme nada, no esconde nada y está dispuesta a resistir cualquier persecución".
Ramos es uno de los firmantes de las denuncias. Cuenta les conoció en la biblioteca mientras estudiaba en el instituto y que vivió con ellos tanto en España como en Canadá. "Empezaban con una relación meramente cultural pero en poco tiempo te meten en sus creencias milenaristas. Como los secretos de Fátima, que son castigos que van a llegar al mundo y de los que se salvarán los Heraldos. También en el culto a sus fundadores, todo lo demás es mundano".
Ramos dedicó su tiempo con ellos, de forma similar a Vega, a colaborar con sus "campañas de mailing para recaudar donativos". "En el año 2000 al trasladarme a Canadá empecé a darme cuenta de que había algo raro. La salida fue muy complicada. Dije que tenía que volver a España por un asunto familiar y desaparecí del mapa. Salí gracias a mi familia y amigos, el daño psicológico que te hacen es muy fuerte porque te aíslan del exterior. Ni siquiera con otros exmiembros que salen tienes una verdadera amistad, porque allí se cuidan de que las relaciones sean siempre muy verticales, no hay relación entre iguales".
Vega también incide en el gran aislamiento que sufrió en sus años como heraldo y que se acentuó en los últimos años de su estancia con ellos. "Nos decían cosas como que a una mujer había que mirarla entre las cejas, no la podías mirar a los ojos...".
El culto desmedido al líder, el aislamiento familiar o la vigilancia y guarda de cualquier comportamiento son conductas que para los ex miembros de los Heraldos del Evangelio que han hablado con El Independiente asimilan la asociación religiosa "con una secta o al menos con un comportamiento sectario", en palabras de Vega. La organización, aunque está intervenida, opera bajo la legalidad en España, donde por ejemplo ofrece una misa mensual en la Colegiata de San Isidro en Madrid o realiza distintas actividades que quedan recogidas en la web de la Archidiócesis de Madrid.
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