El sociólogo francés Gérald Bronner ha iniciado una cruzada contra algo que nos compete a todos, nuestra mermada capacidad cognitiva que nos hace víctimas de manipulaciones mediáticas e informativas en el sociedad de la información la abundancia de fuentes y datos se han convertido en el mayor enemigo de la democracia. La información, "el oxígeno de la democracia" nos falla en el momento en el que más tiempo disponemos para abordarla.
Su libro Apocalipsis cognitivo (Paidós) se ha convertido en un superventas en Francia donde ha presidido un comité gubernamental para abordar el problema de las noticias falsas y el impacto en la democracia del ecosistema de la información en el que habitan los ciudadanos.
Pregunta: Su descripción del estado del mundo cognitivo en el que nos enfrentamos los humanos no es el apocalipsis, como dice su título, pero puede traernos consecuencias muy malas.
Respuesta: Sí, así es. Mi título, evidentemente, lleva a confusión, pero no voy a anunciar el fin de los tiempos. Esto no significa que no me preocupe y que no tengamos razones de estar inquietos por la situación que vivimos. Por qué debe inquietarnos, paradójicamente, por dos buenas noticias. La primera buena noticia es que tenemos mucha más disponibilidad mental que nunca en la historia de la humanidad. Hoy en día, por ejemplo, tenemos ocho veces más disponibilidad mental que al principio del siglo XIX. ¿Qué es la disponibilidad mental? Es el tiempo que nos queda cuando quitamos el tiempo dedicado al trabajo. Por ejemplo, el tiempo del trabajo representaba el 40% del tiempo que estamos despiertos y hoy representa menos del 11%. El aumento de la productividad en el trabajo y las leyes que gracias a la presión sindical nos ha permitido liberarnos tiempo y aumentar la esperanza de vida.
Por todas estas razones tenemos un tiempo de cerebro disponible que es mucho más importante que en el pasado y eso es una muy buena noticia. Tenemos grandes obras literarias, cinematográficas o periodísticas, descubrimientos científicos que surgen también. Es decir, lo mejor que puede ofrecer la humanidad. ¿Pero la cuestión es para qué usamos el tiempo?
La otra buena noticia es que ahora hay un gran disponibilidad de la información, porque nuestra disponibilidad mental no serviría para mucho si no tuviésemos nuestro tiempo una disponibilidad de la información. Pero el problema es que nunca hemos tenido tanta información disponible como hoy en día y por esta razón estamos enfrentados a un cruce de civilizaciones auténtico. Nuestra disponibilidad mental, aun mayor que antes, está absorbida porque lo que ocurre en el mercado de la información que está muy afectado por las pantallas. La cuestión fundamental aquí es cómo se organiza la información mediante el teléfono móvil, las redes sociales, las tablets, etc. Tenemos el tesoro más preciado de la humanidad que es esta disponibilidad mental y está absorbido por un agujero negro.
Tenemos el tesoro más preciado de la humanidad que es esta disponibilidad mental y está absorbido por un agujero negro".
Gerald bronner
P: En ese agujero negro es donde metes tú lo que llamas el azúcar para el cerebro, que son el temor, el sexo, el conflicto, buscar la sorpresa, el egocentrismo.. Todas estos elementos que son dulces para este mercado saturado de información.
R: Es muy importante entender que, grosso modo, la disponibilidad de la información actual. Durante los durante los dos últimos años se ha producido el 80% de la información disponible en la Tierra. Evidentemente, esto crea una cacofonía informativa. Nosotros mismos lo vemos cuando vamos a las redes sociales, vemos que hay un bombeo constante y un ruido. Es muy difícil diferenciar el grano de la paja y de hecho vemos un desfile constante de información y ni siquiera sabemos lo que hemos leído. Este ruido representa también lo que sentimos y pensamos.
El problema es que esta información de la cacofonía tiene el poder de atraer nuestra atención, aunque no queramos. Por ejemplo, la sexualidad, no es algo que sea necesariamente malo. No tengo ningún juicio moral en este sentido, pero hay que reconocer que los vídeos más vistos -incluso en los países religiosos-, son vídeos pornográficos. Esto es fascinante porque la mayoría de nosotros cuando se nos pregunta decimos que no vemos ese tipo de cosas en absoluto. Pero entonces, ¿Cómo es posible que sean los primeros videos que se ven en el mundo entero? Lo que es fascinante es que las huellas que dejamos en este universo digital revelan algo fundamental sobre las obsesiones de la humanidad y la sexualidad, evidentemente, es parte de estas obsesiones.
Otra obsesión, quizá más preocupante es la del conflicto. La noción del conflicto puede atraer nuestra atención, aunque no lo queramos. Las caras que detectamos en primer lugar son las que demuestran cólera y enfado. Por eso la cólera o el enfado es lo más viral en las redes sociales. En la comisión que yo he presidido por demanda del presidente de la República Francesa, precisamente para la regulación del mercado de la información, hemos visto que Facebook daba una prima de visibilidad a los mensajes que tenían la carita de enfado comparados con el emoticono del like. De hecho, eran cinco veces más visibles los emoticonos o las caras de enfado que los pulgares arriba. Eso significa que no solo hay algo muy perturbador en nuestro cerebro que hace que el conflicto sea interesante, sino que además se nos incita por parte de los mercados de la información. Voy a dar un último ejemplo en este punto. La torta que le ha dado Will Smith a Chris Rock en los Oscar es un hecho totalmente anodino, pero que nos ha fascinado durante varios días, todo el mundo había oído hablar de este fenómeno y todo el mundo hablaba de ello.
Esto demuestra que el conflicto atrae nuestra atención y es muy importante para nuestras democracias, porque vemos que, incluso en los medios de comunicación convencionales, el conflicto entre expertos que no están de acuerdo sabemos que capta audiencia, porque sabemos que resuenan y de hecho esto llama la atención y vemos que todos los estudios demuestran que hay cada vez más polarización política y afectiva en todos los países.
En Estados Unidos es un problema muy obvio y ha conducido, de hecho, al evento que tuvo lugar en el Capitolio. Algo está sucediendo a nivel de civilización, así que en realidad se trata de una cuestión fundamentalmente política, no digo que sea de derechas o de izquierdas, sino que es una cuestión política. No tengo nada contra la pornografía o contra el hecho de que haya algo de conflicto. Es algo normal en la vida democrática, pero la cuestión es si somos capaces de crear las condiciones políticas e informativas para no estar completamente absorbidos por este tipo de eventos.
Todos los estudios demuestran que hay cada vez más polarización política y afectiva en todos los países.
P: Cómo podemos evitar que esta forma de percibir, de informarnos no nos lleve a la polarización absoluta. ¿Se debe intervenir?
R: Puesto que hablamos de una cuestión política, hablamos de algo que necesita una intervención por parte de las instituciones políticas. De hecho planteo el problema que está por llegar convocando la metáfora del mercado. Es decir, el mercado de la información es un mercado como cualquier otro. Simplemente lo que quiere la información es captar la disponibilidad mental, así que lo que observamos es una competencia sin frenos del mercado de la información. Es decir, los profesionales de la difusión de la información estáis haciendo competencia para atraer la atención de los ciudadanos contra cualquier persona que tenga una mera cuenta de Facebook.
Nunca ha habido tanta presión competitiva en este mercado. De la información y cuando no hay presión, pues no es algo muy bueno en el mercado porque significa que no hay una vía única como el Pradva [diario oficial de la URSS], lo que no es nada bueno. Pero lo que nunca se había visto una presión competencial igual en este mercado. Y lo que sucede es que las personas que ofrecen información para sobrevivir están obligadas a ir a las demandas más obsesivas que están en nuestro cerebro. Y como decía, las redes sociales también hacen lo mismo. Su objetivo es captar nuestra atención durante el mayor tiempo posible y van a utilizar los mismos anzuelos.
Esto no tendría mayor repercusión si el oxígeno de la democracia no fuese la información y por eso es un auténtico peligro democrático. Creo que cada vez que un mercado está desregulado y produce externalidades negativas, es conveniente hacer una reflexión política para regularlo. Pero cuidado, aquí tenemos que ser muy prudentes porque aquí hablamos de regulación, de opiniones, así que puede ser el liberticida. Así que tenemos que tener cuidado para que el remedio no sea peor que la enfermedad, un estado totalitario podría aprovecharse de leyes que regulen de forma autoritaria este mercado informativo.
P: ¿Cuál sería su propuesta?
R: Hay varios tipos de propuestas pero hay muchos elementos regulatorios que dependen de la buena voluntad de los grandes operadores que son Google, Facebook, etc. Yo los he auditado todos en la comisión que presidí y creo que estaban de buena voluntad, pero creo que ya no, porque entienden que esto no va en el sentido de sus intereses económicos. En otras palabras, hay un divorcio entre los intereses económicos -el modelo de negocio de las grandes empresas privadas internacionales que gestionan este mercado de información- y los intereses superiores de la democracia. Así que necesitamos un pensamiento político que permita reconciliar ambas partes. Evidentemente esto se ve con las políticas europeas que van a intentar, digamos, doblegar un poquito el brazo de estas compañías. Europa es muy importante, porque a nivel nacional no podemos hacer mucho. Francia sola no puede hacer mucho, quizá Estados Unidos como nación tendría ese poder, pero Francia no, España tampoco.
Hay otra forma de hacerlo para poder regular este mercado que no sería liberticida, sería más bien lo contrario, hay que desarrollar un pensamiento crítico de cada uno de nuestros conciudadanos. Uno de los datos más sólidos de la ciencia contemporánea en lo que se refiere a las informaciones falsas -que son seis veces más virales en Twitter que las reales- es que la variable que pesa más en el hecho de dejarnos sucumbir por fake news no son variables políticas, evidentemente esto tiene un peso, pero lo que predomina es lo que se llama en inglés lacy thinking. Es decir, el pensamiento perezoso se puede medir con tests o pruebas frente a nuestra capacidad de resistir a lo que llamamos sesgos cognitivos, es decir, intuiciones falsas que nos van a hacer tener razonamientos que parecen reales pero que son falsos.
Cuando tengamos ciudadanos que posean ese pensamiento, es decir, que puedan poner a distancia las tentaciones que tenemos en este mercado de la información, vamos a desarrollar también su sistema inmunitario intelectual. Así que vamos a desarrollar su autonomía intelectual, eso no es liberticida en absoluto, sino que ofrecemos que todo el mundo pueda ofrecer su declaración de libertad mental. Resistir a estos sesgos cognitivos y desarrollar el espíritu crítico es tan importante o más que aprender a leer o escribir. Pero no solo para los niños, debería convertirse en una gran causa nacional.
P: Ha habido gente que sí que lo ha visto muy bien. Por ejemplo, Putin ha visto muy bien este mundo, de esta capacidad de cómo estamos informando en las democracias occidentales para meter mensajes, si ha conseguido manipular países enteros. No sé si las democracias europeas podemos hacer algo para evitarlo.
R: La amenaza de las injerencias extranjeras no es ciencia ficción, está muy documentada. También hay muchos trabajos científicos sobre las acciones extranjeras y sobre todo en los procesos electorales en Francia y en Estados Unidos, en Francia, en 2017. No sé cómo será para 2022, pero en 2017 las elecciones presidenciales francesas fueron atacadas por los rusos. No hablo del gobierno ruso porque eso no lo sé, pero los ataques venían de bots, es decir, de robots que estaban ahí para amplificar un cierto número de información. Y lo sabemos porque estos bots, dejan huellas que no dejan los seres humanos, es decir, son malhechores que hacen es que o crean información falsa, o bien lo que hace es que avivan las brasas como cuando había, por ejemplo, rumores sobre la sexualidad de Emmanuel Macron y sabemos que la extrema derecha se ha beneficiado mucho de esos rumores y los bots rusos han amplificado toda esa información.
Hay cuatro naciones en el mundo que están muy bien identificadas por practicar guerra híbrida: Irán, Turquía, Rusia y China.
Hay cuatro naciones en el mundo que están muy bien identificadas por practicar guerra híbrida: Irán, Turquía, Rusia y China, que evidentemente han sido unificados como países que realizan injerencias. Y en el caso de Rusia su objetivo ha sido desestabilizar las democracias occidentales. Es decir, va a insuflar más viento en las brasas de información falsa, tanto de la derecha como de la izquierda extrema.
P: ¿Cree en la figura de los verificadores de la información, cree que es necesario que se mantengan?
R: Necesitamos convenciones o leyes para no encadenar la libertad ajena para preservar la nuestra propia. Eso es exactamente lo que se produce en las redes sociales cuando no son moderadas. Debe haber una moderación en las redes sociales, porque no es aceptable que el acoso en línea, el racismo o el llamamiento al asesinato pueda ser difundido. En lo que se refiere a las fake news o a la información falsa, las teorías del complot, los antivacunas, etc.. ¿Qué hacer en este caso? Personalmente, yo no estoy a favor de la censura.
Nunca he escrito, ni pensado ni querido que se amordace a estas personas y que se las impida hablar. Yo hago un llamamiento a mis conciudadanos y los que están activos en las redes sociales a que reflexionen en algo, es decir, a lo que podría llamarse la diversidad auténtica. Yo estoy a favor de que todas las diversidades se puedan expresar. Evidentemente, incluso aquellas que yo creo que se equivocan como los antivacunas, pero sí que pido que puedan ser visibles en función de lo que representan realmente y el drama que se está produciendo hoy en día es que hay comunidades que no son representativas, pero que están muy motivadas y hacen valer su punto de vista mucho más allá de su representatividad.
P: Habla en su libro de la editorialización y de un exceso de narración de que para que la gente alcance la información se usa mucho la narrativa. ¿En esta complejidad del mundo se abusa de la narración?
R: Es una de las características de los seres humanos somos animales narrativos, es decir, necesitamos, para movernos en el mundo, ver que el mundo tiene sentido y tener interacciones con el resto. Esas interacciones deben estar acompañadas de una historia y evidentemente, esto no es una buena noticia. Por ejemplo, nos impresionamos más por un caso único pero bien contado que por estadísticas. Y esto lo vemos, por ejemplo, cuando hablamos con nuestros amigos tenemos argumentos en forma de anécdota, nos decimos oye, pues yo conozco un amigo a quien le pasó esto o lo otro, pero somos muy indiferentes a las estadísticas.
Este es un problema para un espíritu racional, porque vemos que hay una contaminación narrativa, es decir, que por un lado tenemos la palabra política que se llama más bien por anécdotas que por estadísticas y por otro lado -puesto que nos impresionan más esas narraciones- nuestro punto de vista también puede verse contaminado por la ficción. Algunas ficciones, por ejemplo, de series de televisión o novelas, etcétera, preceden a la aparición de creencias. Es exactamente lo que sucedió con los platillos volantes, fueron recibidos por novelas o relatos de ciencia ficción que anunciaban la llegada de personas del espacio.
Hay comunidades que no son representativas, pero que están muy motivadas y hacen valer su punto de vista mucho más allá de su representatividad
Podríamos plantearnos el interrogante de qué pasa con las teorías del complot, siempre han existido. Pero hoy en día la mayoría de las series de televisión que hablan de espionaje o que implican políticas van a subrayar de forma sistemática grandes complots de potencias contra la gente normal. De esta forma, esta narración puede a veces hacernos cambiar de opinión. Las narraciones van a preparar, van a allanar el camino para nuestras creencias. No es que nos vayan a hacer ver literalmente las cosas así, pero una serie conspiranoica va a preparar a nuestro espíritu y nuestra mente para decir, oye, ¿por qué no?
Resulta evidente que los racionalistas deben reflexionar frente a la narración, lo que le falta a la defensa de la racionalidad, lo que le falta al siglo de las luces, por así llamarlo, es una narración colectiva y política. Es una historia. Los populistas tienen una historia, ya sean de extrema izquierda o derecha. Van a contar una historia. Una traición del pueblo por parte de los expertos, de los medios de comunicación, por la ciencia.. tienen una historia que contar que incluso puede transformarse en teorías conspiranoicas.
Sí, pero nosotros, que intentamos defender las democracias moderadas, razonables, racionales, no tenemos historia. La gestión pragmática de la vida social no es una historia.
P: ¿Está en riesgo el acervo cultural nuestro, nuestro pasado?
P: Imaginábamos que las ideas y la información cuando eran libres se liberan cada vez más, sería la información correcta la que se impondría al final. Es decir, es un tipo de progresismo intelectual. Bastaba con educar a la gente y utilizar bien la información disponible. Y aunque siempre habría creencias, poco a poco sería la buena información en la que reinaría, la que se impondría.
Lo que pasa es que en este mercado desregulado son los mejores productos los que acaban imponiéndose, pero no los mejores desde el punto de vista de la norma de la racionalidad, sino los mejores bajo el punto de vista de la satisfacción intelectual que ofrecen. Ese es el problema puesto que la satisfacción intelectual no se corresponde con las normas objetivas de la racionalidad. Por ejemplo, una propuesta falsa puede parecernos verosímil y puede activar nuestra cólera, nuestra ira que podemos tener y de confrontarla porque tenemos elementos de conflicto o elementos de miedo.
Los fundadores de Internet pensaban que la libertad se defendería por sí sola. Pero no, la libertad no puede defenderse sola, sino que es un combate. Y es un combate también en parte político, en efecto. Así que creo que nos encontramos en un cruce de civilizaciones.
No creo que nuestra sociedad vaya a desaparecer, pero sí que se va a debilitar poco a poco y va a dirigirse hacia lo que yo llamé en otro libro La democracia de los crédulos. Es decir, seguimos en una democracia, pero los representantes que están a la cabeza de la democracia son como Trump. Hizo frío durante dos semanas en invierno y entonces dijo que el calentamiento global no existe o dijo que se iba a curar del Covid con la hidroxicloroquina. Es un combate político también apasionante, no lo niego, pero creo que va a ser el gran combate político de hoy.
P: ¿El que es capaz de comprender esta situación, posee un capital extra más, le puede dotar al individuo de un capital cultural diferencial?
Sí, totalmente. No hay mejores esperanzas para deshacernos de estas cadenas que tomar conciencia de que existen estas cadenas. Y por eso incido en esta revolución pedagógica que hay que llevar a cabo, no únicamente en el funcionamiento del cerebro de uno mismo, sino también en el entorno digital en el cual nos encontramos, que es fantástico.
Evidentemente no quiero volver atrás en el tiempo a la era de antes de Internet, me parece una herramienta maravillosa, pero tenemos que tener cuidado para que no se convierta en nuestro dueño, sino que tiene que ser nuestro esclavo, nuestro siervo. Como decía Spinoza, nos creemos libres en las en las causas que nos determinan. Y aquí tenemos el conocimiento de esas causas que tienen tendencia a determinarnos y el conocimiento de ellas nos libera. Así que es muy determinante el hecho de tener conciencia de la realidad que está en nosotros.
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