“Mi nombre es Mauricio Misquero. Pronombre, él. Tengo 33 años. Soy profesor en la Universidad de Granada, formo parte de Extinction Rebellion, Futuro Vegetal y Rebelión Científica”. Así arranca una sesión de bienvenida, vía Zoom, de Futuro Vegetal. No hay mucha gente en la reunión y el joven profesor la maneja con naturalidad. “Vivo en Granada, en Futuro Vegetal estamos muy dispersas por el territorio”, continúa. No siempre, pero la mayor parte del tiempo utiliza el femenino plural.
Este texto es una prepublicación del capítulo Sesión de bienvenida del libro Amor y Furia, activismo frente a la emergencia climática (Tres hermanas) de Rafael Ordóñez que se estará a la venta el día 29.
La organización es muy joven, apenas tiene un año, aunque ha logrado un impacto mediático considerable en España gracias a sus acciones polémicas. “Estamos en un momento crítico, nuestro activismo es más disruptor, está en el límite de lo admisible, pero queremos abrir las posibilidades de las acciones no violentas por la actual situación de emergencia climática. Sabemos que vamos a cabrear, pero queremos dar un golpe sobre la mesa. Esto es un movimiento de desobediencia civil, admitimos los castigos y las multas se pagan de manera colectiva. Estamos expuestos a penas de prisión”, advierte. Habla con conocimiento de causa, lo han detenido varias veces; en Múnich (Alemania) por una acción en el Museo BMW, y en Madrid tras rociar la fachada del Congreso de los Diputados con un líquido rojo y por teñir, también de rojo, el logo de MasterChef.
Una nueva generación de organizaciones ecologistas se extiende por Europa desde el nacimiento del movimiento escolar de Greta Thunberg en agosto de 2018 convertido en el colectivo Fridays For Future y el nacimiento de Extinction Rebellion en Reino Unido en octubre de ese mismo año. Grupos que no compiten entre sí.
“Somos un ecosistema de movimientos en el que cada uno adopta un rol”, explica el activista. Futuro Vegetal surge dentro del capítulo español de Extinction Rebellion de donde también parte Rebelión Científica. Futuro Vegetal pertenece a la órbita de la red europea A22: “un colectivo de proyectos comprometidos en una carrera frenética para salvar a la humanidad”, como se autodefinen.
Somos un ecosistema de movimientos en el que cada uno adopta un rol
Mauricio Misquero
“Estamos aquí para forzar a los gobiernos a cortar las emisiones, nada más”, se puede leer en la Declaración Oficial de la Crisis de la Red A22. Hay organizaciones de todo el mundo, la mayoría europeas, como Just Stop Oil (Reino Unido), Letzte Generation (Alemania) y Dernière Rénovation (Francia). Si bien todas comparten el objetivo de frenar el cambio climático activando el cambio social, cada una de ellas se centra en una causa concreta prioritaria en su país. La francesa Dernière Rénovation demanda la renovación de las viviendas para que sean más sostenibles, mientras que la alemana Letzte Generation pide que se establezcan límites de velocidad en las carreteras alemanas para disminuir las emisiones de dióxido de carbono de los automóviles. Futuro Vegetal reclama que se acaben las subvenciones a la industria cárnica en España por las emisiones de gases de efecto invernadero que genera el sector. Con la mira puesta en este fin promueven la alimentación basada en plantas que se diferencia del veganismo en que no se rigen por principios morales. “Nuestra filosofía es no culpar ni humillar a nadie por comer carne de vaca o cerdo por usar el coche”. Es el mundo que nos hemos dado y eso es lo que quieren cambiar.
Misquero explica que la organización es horizontal, que funcionan por grupos de trabajo y se fortalecen y cohesionan como grupo gracias a las acciones compartidas en las que la confianza mutua es fundamental. Cortar la M-30 en plena operación salida de Navidad crea vínculos. “Somos unos 300, de los que 100 están más movilizados”, explica a los tres nuevos candidatos a ingresar. Pueden desempeñar distintos roles y grados de implicación.
Al otro lado del Zoom le escuchan atentos los interesados. Esther, de Barcelona, afirma ser científica, no especifica en qué campo. Sergio, estudiante de Madrid, ha seguido la sesión mientras se movía por la calle, con su móvil. Se ha sumado tarde Geles, una jubilada de Sevilla. “Estoy muy preocupada por el Cambio Climático. Cuando hablo del tema parezco loca, a nadie le preocupa el tema y quiero poner mi granito de arena”, afirma la mujer con el móvil mostrando parte de su cara, y gran parte del techo de su casa. Están dentro. Son bienvenidos, dejan sus números de teléfonos.
“Recibiréis una invitación por Signal. Es una aplicación como WhatsApp, solo que más segura. La policía ya nos tiene fichados”. Quieren crecer, tener más gente por toda España. “Muchas gracias por asistir a este encuentro. ¡Amor y furia!”, exclama. “Así es como nos despedimos de nuestras reuniones, porque tenemos mucho amor y mucha furia. Bienvenidos a Futuro Vegetal”.
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