Baja definitivamente el telón. En Motril también "se acabó". El sainete que durante la semana tuvo a la localidad granadina como epicentro del cotilleo televisivo llega a su fin. Ángeles Béjar, la madre de Luis Rubiales, renuncia a seguir en la batalla que la llevó a encerrarse en una parroquia de la ciudad y declarar una huelga de hambre con amplios ecos internacionales. "Dice que tiene que estar tranquila y recuperarse", desliza una amiga que conversó este jueves con la protagonista que alimentó la recta final del agosto informativo.

"He podido hablar con ella y está tranquila después de todo lo mal que se puso la víspera. Sabe que su salud está regular y que tiene que cuidarse", comentan a El Independiente fuentes cercanas a Béjar, la progenitora de Luis Rubiales que el lunes inició una huelga de hambre en la parroquia de la Divina Pastora en Motril para denunciar "la cacería" contra su hijo por el beso no consentido a Jennifer Hermoso tras el histórico triunfo de la selección femenina de fútbol en el Mundial de Sidney. La escena provocó una ola de indignación a golpe de la etiqueta "#SeAcabó", un tsunami popular que exige una vuelta de tuerca contra el machismo instalado en todos los estamentos, también el deportivo.

El jueves comenzó a reinar el silencio en Motril tras días de ruido mediático. La verja de hierro que da acceso al reciento parroquial permanecía cerrada. En su patio no quedaba ni rastro de la procesión de cámaras y reporteros que la poblaron durante las jornadas previas. El ejército que hizo guardia a la espera de novedades sobre la mujer recluida entre los muros del santuario se había esfumado. También el pelotón de curiosos en busca de su minuto de fama.

Antonio, el párroco del templo, puede respirar tranquilo. Ha dejado de tener una multitud atrincherada en el patio e invitados que duermen en un colchón en una de las capillas laterales. A media tarde del miércoles Béjar fue trasladada al hospital comarcal de Santa Ana. En las horas previas sus piernas habían comenzado a hincharse por acumulación de líquidos y había sufrido mareos, vómitos y angustia.

Una feligresa y Antonio, el párroco de la iglesia de la Divina Pastora de Motril, salen del templo.
Una feligresa y Antonio, el párroco de la iglesia de la Divina Pastora de Motril, salen del templo. | EFE

"No hacemos más declaraciones"

El jueves los parientes de Rubiales también rehuyeron de los periodistas. Contactado por este diario, uno de sus primos renunció a hablar. "No hacemos más declaraciones", replicó a este periodista tras reconocer horas antes que iban "aguantando el tirón". Durante los días anteriores la familia del presidente de la Real Federación Española de Fútbol, suspendido temporalmente, había hecho del clamor social exigiendo su dimisión su particular "casus belli". Se habían expuesto ante las cámaras exigiendo a Hermoso que "dijese la verdad" y habían convocado a través de las redes concentraciones en apoyo a Rubiales en las inmediaciones de la iglesia. La última se celebró el miércoles.

En las páginas de los parientes de Rubiales abundan los comentarios sobre "la hipocresía de las feministas"

El jueves, en cambio, el círculo de Rubiales también llamó a los suyos a iniciar el repliegue. En sus redes sociales quedan constancia de sus repetidas declaraciones de apoyo al presidente caído en desgracia, convertido en el rostro que ha abierto el debate del machismo en el fútbol dentro y fuera de España. En las páginas de los parientes de Rubiales abundan los comentarios sobre "la hipocresía de las feministas" y las críticas al Gobierno y el supuesto uso del escándalo como cortina de humo para olvidar la situación económica o las negociaciones para la formación de Gobierno, siguiendo el relato que el propio Rubiales elaboró hace una semana.

"Su caso lo están utilizando para fines políticos en una despiadada persecución por parte de todas las instituciones", reza una campaña de recogida de firmas en apoyo de Rubiales que difunden algunos de sus primos, que dibujan a Rubiales como "una persona maravillosa, cariñosa, humilde, familiar, cercana y trabajadora". "No me voy a molestar en nombrar a los corruptos e impresentables que buscan su cabeza como si fuese un asesino", alegan.

 Un cartel frente a la iglesia Divina Pastora de Motril en apoyo a Jenni Hermoso.
Un cartel frente a la iglesia Divina Pastora de Motril en apoyo a Jenni Hermoso. | EFE/ Alba Feixas

Tiempo de silencio

El mutismo que cunde entre el entorno más próximo al presidente en la ciudad granadina coincide con las declaraciones de su tío y ex jefe de gabinete, Juan Rubiales, que le califica de "un hombre con un claro tinte machista, muy arrogante, con actitudes propias de Torrente". Tras acaparar la atención y ofrecer unas breves declaraciones a última hora del martes desde la sacristía de la iglesia, Ángeles Béjar también ha optado por enmudecer y hacerse a un lado.

La madre dice que no puede ver a nadie y que necesita recuperarse

La madre declinó ayer hablar con este diario. Abandonó las urgencias del hospital a última hora del miércoles, acompañada por su hijo. "No sé dónde está Ángeles porque tampoco le he preguntado ni he querido saberlo. Dice que no puede ver a nadie y que necesita recuperarse", comenta una amiga.

Rubiales, que juró hace una semana "llegar hasta el final", también ha evitado a los medios mientras otros deciden su destino. Siete días después de iniciar su huida hacia adelante en la asamblea extraordinaria de la RFEF, las luces se apagan en Motril, entre la brisa tropical del Mediterráneo cercano y el mar de plástico. El fundido a negro está jalonado por el recuerdo de las controversias y las denuncias a las que logró sobrevivir su vecino más ilustre en el pasado. Y un debate sobre "la oportunidad de oro para abordar las antiguas reclamaciones sobre una cultura machista predominante en el fútbol", como subrayaba esta semana un editorial del The Guardian.

El silencio va tomando inexorablemente la escena en su ciudad, entre la desbandada de plumillas y cámaras. En la acera opuesta a la iglesia de la Divina Pastora, que ha recuperado la calma tras la tempestad, se halla el desvencijado edificio de la Confederación General del Trabajo (CGT). En una de las ventanas del cuartel general del sindicato anarquista, ha asomado un cartel. Sus letras, escritas en mayúsculas y a mano, gritan: "Frente a la violencia machista, tolerancia cero". A modo de firma, un "#Seacabó" completa el texto.