Verano de 2024. Esa es la fecha que se ha marcado el Gobierno para conseguir lo que parece un imposible: que los menores de edad dejen de consumir pornografía. Y es que, aunque teóricamente estos contenidos están vetados para ellos, hasta ahora las barreras de protección que se han puesto han sido ridículas. Y todos se las saltaban, claro. El resultado es que en España, de media, los niños comienzan a verlo a los 12 años; 7 de cada 10 adolescentes lo consumen de forma regular y un 30% afirma que es su única fuente de información afectivo sexual.

Los expertos llevan años alertando de los enormes riesgos que implica esto. Pero no ha sido hasta ahora cuando se ha puesto sobre la mesa legislarlo. Y es que este martes el Gobierno presentó un proyecto para limitar el acceso de los menores a la pornografía. Según explicaron, consistiría en una aplicación móvil donde los usuarios deberían introducir un documento oficial, como el DNI o el pasaporte, que prohibiría el acceso a todos los menores de 18 años a determinadas páginas. ¿Cuáles? Aquellas que la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) etiquete como inadecuadas. Aquí entraría el porno, pero también las páginas de apuestas o las consideradas como violentas.

El proyecto contempla que para acceder a estos contenidos desde los ordenadores o las consolas se necesitaría un QR, que se conseguiría a través de la propia app. La idea es implementar este mismo sistema para acceder a las redes sociales, que quedarían prohibidas para los menores de 14 años. En todo este proceso la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre sería la encargada de ejercer como intermediaria para garantizar la seguridad y la privacidad, aunque desde el Gobierno han insistido en que la aplicación sólo utilizaría los datos personales estrictamente necesarios, y que éstos no quedarían almacenados.

Los expertos consultados por este periódico coinciden en su valoración de este proyecto. Consideran que es "positivo" que este tema se ponga en el foco -aunque mantienen la cautela para ver si finalmente se aprueba y cómo se implementaría-, pero consideran que esta medida tiene que ir acompañada de más cosas. En concreto, de una educación afectivo sexual que les enseñe, en lugar de prohibirles.

"Nos parece positivo. Pero es una cuestión que tiene muchas aristas. Hemos invitado a los niños y adolescentes a Internet, son nativos digitales, y ahora les queremos expulsar. Y eso tampoco es justo. Internet plantea peligros, pero puede ayudar en determinadas cosas, como a informar, socializar o educar. Por eso no debemos olvidar las medidas preventivas y educativas, hay enseñarles lo que implican las redes, compartir sus datos o la huela digital. Aunque luego siempre habrá resquicios, porque todo avanza muy rápido y cuando surge algo también se crea un medio para saltártelo", asegura Carmela del Moral, responsable de políticas de infancia de Save The Children.

"Llevamos años pidiendo algo parecido a esto. Era cuestión de voluntad política", recalca Jorge Gutiérrez, director de la asociación Dale Una Vuelta, que busca visibilizar los problemas que genera la pornografía. "Ya hay varios países trabajando en medidas similares, o que incluso las han puesto en marcha, como Italia, Francia, Alemania, Inglaterra o varios estados de EEUU. Es un problema de salud pública. Y todos están probando distintas fórmulas", añade.

En la misma línea apunta Gerard Cebriá, miembro del comité ejecutivo de la Asociación Española de Sexología (AES): "Consideramos que es una buena medida, y cuenta con nuestro apoyo. Pero por otro lado, y siendo críticos, sabemos que el acceso a estos contenidos no se produce en exclusiva por páginas webs, así que bloquearlo puede ser insuficiente. Es lo que ha pasado, por ejemplo, en Reino Unido, donde llevan más de una década intentándolo, incluso obligando a los proveedores de Internet a poner un filtro, pero no ha bastado".

Incógnitas y dudas del sistema

Todavía tenemos poca información sobre el proyecto que plantea el Gobierno, que está aún en una fase de desarrollo primeriza. Pero ya han surgido algunas dudas. La primera, la más clara: ¿podrán los menores saltarse este control? "Son sistemas que tienen un equilibrio difícil entre la privacidad y la intimidad y la protección. Pero entiendo que estará muy trabajado, aunque los chavales siempre están aprendiendo trucos nuevos", explica Del Moral.

Para Gutiérrez Internet siempre será "insegura" por naturaleza, porque "hay rendijas para saltarse cualquier ley". Pero, a pesar de ello, el experto no duda que merece la pena: "Cuando la gente dice que no se le puede poner puertas al campo y que es un tema imposible de legislar siempre les digo que por qué no intentarlo. Quién sabe, a lo mejor sale algo positivo. Yo no confío plenamente en que este sistema consiga que tengamos un control total, pero si evita los accesos involuntarios al porno ya va a ayudar mucho. Hay que apostar por ello y modificarlo cuando haga falta, un poco por prueba y error".

La segunda incógnita es casi tan grande como la primera. Y es que el Gobierno ha asegurado que espera que las grandes empresas tecnológicas y las propias webs porno acepten este sistema de control infantil de manera "voluntaria". Está por ver hasta qué punto el proyecto puede salir adelante sin la colaboración de estas compañías, que claramente perderían usuarios si finalmente se implementa.

"Legislar este tema sin estas empresas no tiene sentido, la solución debe ser la corregulación. Y creo que son cada vez más conscientes de su responsabilidad social. Quiero pensar que no será una cuestión monetaria y se preocuparán de los derechos y la conciencia civil", comenta Del Moral. Gutiérrez, por contra, es más pesimista: "Si pensamos que las empresas van a hacer algo de manera voluntaria nos equivocamos. Para que esto funcione hay que poner sanciones económicas ejemplarizantes ni no se adecúan a la ley".

La tercera duda es saber si realmente esta legislación ofrecería una protección completa. Algo poco probable, teniendo en cuenta que el tema es tan amplio que parece casi inabarcable. Pero Cebriá ya echa de menos algo en concreto en la propuesta que se ha presentado: "Sabemos que un gran porcentaje de menores comparten la pornografía que consumen entre ellos mismos. Además, también somos conscientes del uso que se está haciendo de herramientas de inteligencia artificial, por el cual el alumnado no sólo consume pornografía sino que también la produce. Y es un problema que no se contempla en esta ley". Como muestra, el caso de las menores de Almendralejo, que explotó el pasado septiembre.

La sexualización en redes

Más allá de la pornografía propiamente dicha, las redes sociales son otro melón por abrir. El proyecto del Gobierno contempla que este nuevo sistema de verificación de edad permita únicamente que los mayores de 14 años puedan tener una cuenta, pero en algunas de ellas, como Twitter -llámalo X- encontrar porno es relativamente sencillo. Así que muchos menores podrían seguir consumiéndolo de esta manera. Y en las redes que están prohibidos los contenidos explícitos, como Instagram, la sexualización se ha llevado al límite, incluso por parte de los más pequeños.

"Nos preocupa tremendamente Los niños y adolescentes están hispersexualizados. Es algo que está a la orden del día: en la cultura popular, en la moda, en la música... Y nos está trayendo de vuelta muchos roles de género que ya pensábamos que habíamos superado", relata Del Moral. El mejor ejemplo es Tik Tok, la aplicación que arrasa entre los jóvenes. "Es algo que se ve en la ropa que llevan o en los bailes que hacen, sobre todo las niñas", remata la experta de Save The Children, que recuerda que en 2021 se aprobó una Ley Orgánica de protección integral a la infancia que es "esencial" aplicar para que Internet sea un lugar seguro para los más pequeños.

Aun así, y teniendo en cuenta todo esto, cabe preguntarse si, además de limitar el acceso a determinados contenidos a los menores, también habría que legislar si hay que restringir de alguna que los más pequeños puedan subir contenidos. Por ejemplo, colgando ellos mismos fotos o vídeos. Algo que parece, si cabe, más complicado aún.

"Creo que controlar eso sería imposible", afirma Gutiérrez. "Son cosas que tienen que venir de la formación y de la educación de las familias. Si esto no ocurre es complicado que las autoridades lo puedan legislar. Y para eso falta confianza y comunicación más fluida con ellos desde que son pequeños. En las casas se tiene que hablar abiertamente todo tipo de cuestiones. Pero esos valores son fundamentales, tienen que aprender el respeto, la intimidad y que no todo vale en redes", zanja el director de Dale una vuelta.