La soledad es la pandemia silenciosa que afecta a la sociedad española, pero también en el resto del mundo. Sobre todo desde que en 2020 descubrimos la importancia de conectar con aquellos a los que tenemos cerca. Estar solo y sentirse solo no es lo mismo, aunque muchas veces cuesta esgrimir las diferencias cuando nos hemos acostumbrado a aplaudir la independencia y el individualismo.
"Vivimos en una sociedad hiperconectada en donde las conexiones son cada vez menos profundas", dice Alberto Castillo, Senior Brand Manager de Milka en España. La conocida marca de chocolate ha colaborado con Cruz Roja y con el Observatorio Estatal de Soledad no Deseada para poner sobre la mesa un tema terriblemente presente en nuestra sociedad y que, a la vez, se pasa por alto. La soledad no deseada afecta a cinco millones de personas en nuestro país.
"No es un problema exclusivo de los mayores, afecta a todos los rangos de edad. "Del estudio se extrae que el 5% son personas menores de 29 años se sienten solas", añade. Es el rango de edad que siente más este efecto de una sociedad cada vez más individualista.
No hace falta estar aislado para sentirse solo
Lydia González, secretaria técnica y consultora del Observatorio Estatal de Soledad no Deseada, explica de dónde sale este sentimiento. "No tienen que estar viviendo un aislamiento", desvela. Para sentirse solo no hace falta estarlo, aunque hay tantas soledades como personas, es una sensación muy particular. En algunos casos, "las expectativas no se cumplen cuando analizan los vínculos que tienen a su alrededor".
Según comentan, una de cada cuatro personas de entre 16 y 29 años se siente sola y casi el 40% ha experimentado alguna vez esa sensación. Eso sí, las cantidades podrían ser todavía mayores, ya que hay mucha gente que o bien no entiende qué es lo que siente y no sabe ponerle palabras, o bien no quiere admitirlo.
Aunque es un problema que se extiende durante toda la vida, se produce una "uve" de incidencia en donde los más jóvenes y los más mayores son los que más lo sufren. "Las personas más jóvenes no solo se sienten solas sino que no saben salir de la situación en la que se encuentran" y están en un momento de efervescencia emocional que les dificulta gestionar diferentes aspectos de su vida.
No es algo patológico ni hay que estigmatizarlo
Marcos Calvo, responsable del servicio "Cruz Roja" Te acompaña, insiste en que no hay que hacer de algo "que se puede resolver" algo "patológico". Esta asistencia, según explican, es "como un radar" para identificar diferentes soluciones para cualquier situación. Quienes atienden son personas voluntarias y los que llaman dicen que es la primera vez que hablan de cómo se sienten.
"La persona afectada solo tiene que dar el paso", algo que los voluntarios que trabajan en el servicio conocen muy bien. Los jóvenes son más dados a escribir un mensaje o hacer alguna pregunta en redes sociales, y quienes responden hacen lo posible por animarles a hablar por teléfono. Los mayores son más dados a llamar para hablar.
"A menudo se relaciona con los problemas de salud mental y hay que tener cuidado porque nos arriesgamos a estigmatizarlo", señala el responsable del servicio. Es importante separar el contexto de buscar el apoyo, el cariño de tus seres queridos, la sensación de comunidad y de cercanía, con el de acudir a la ayuda psicológica para superar problemas mayores. Cualquiera que pueda puede hablar con un psicólogo, pero ir a terapia no debería sustituir el conectar con aquellos que forman parte de tu vida. "La COVID nos hizo darnos cuenta de que necesitábamos mucho al de al lado, al vecino, aunque no le conociéramos", añade.
"Definimos la soledad no deseada como la soledad que duele", explica Calvo, ya que en muchas ocasiones quien la sufre no se atreve a compartir su dolor con sus seres queridos por temor a cargarles con sus penas.
¿Cómo identificar la soledad no deseada en aquellos que nos rodean?
Uno de los mayores problemas de los que sufren soledad no deseada es que sienten un vacío que muchas veces tienen dificultades explicando, por lo que les cuesta encontrar una solución. Según cuentan desde Cruz Roja, puede ocurrir que una persona mayor no quiera ir a otras actividades para gente de la tercera edad. Que no quiera sentirse recluida a un grupo particular. También que los más jóvenes no quieran admitir que se sienten excluidos o perdidos y que no tienen con quién hablarlo.
"No me gusta hablar de síntomas, pero hay indicadores", confiesa el responsable de la Cruz Roja. "Una vecina que ves que quiere hablar mucho. Un familiar que te llama para contarte algo. Un hijo o hija que de repente tiene algunas preocupaciones que no termina de contar", explica.
"Cuando una persona con quien tú tenías una relación normal y agradable de repente deja de quedar, es más difícil de hablar con él o ella", añade Lydia González, del Observatorio Estatal de Soledad no Deseada. "Eso es un indicador: esa persona puede no querer contarte cómo está por no cargarte con sus problemas", finaliza.
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