Uno de los males que sufren los jóvenes, antes incluso de llegar a la adolescencia, es el acoso escolar. Desde la Asociación Española para la Prevención del Acoso Escolar (AEPAE) intentan prevenir que los más pequeños se enfrenten a estas situaciones que pueden cambiar para siempre el curso de su vida. Su trabajo llega de diferentes formas a la vida de los niños, intentando potenciar su seguridad en sí mismos y que aprendan a defenderse. Pero, ¿qué debe hacer un padre si piensa que su hijo puede estar siendo víctima de maltrato por parte de sus compañeros?

En un taller organizado por Monster High y AEPAE celebrado en Madrid, padres y niños aprendieron cómo gestionar las diferentes situaciones que pueden darse en un colegio. El primero de los pasos fue entender el concepto de acoso escolar.

Según un estudio publicado por la Universidad Complutense, desde 4º de primaria hasta 4º de secundaria hay un 6,2% de los estudiantes que se reconocen como víctimas de acoso escolar. | Imagen de Lourdes ÑiqueGrentz en Pixabay

¿Qué es el acoso escolar?

El acoso escolar es cualquier forma de maltrato psicológico, verbal o físico que se produce entre escolares de un mismo centro, de forma reiterada a lo largo del tiempo. Tanto en el aula como en otros espacios del colegio, así como a través de las redes sociales e internet. Es importante tener en cuenta que hay tipos de acoso, como el psicológico, que pueden pasar inadvertidos. Que le dejen de lado, que hagan comentarios a sus espaldas... todo eso también cuenta y afecta al bienestar de un niño.

Según explicaban las dos psicólogas de AEPAE, para poder evitar que la situación pase a mayores los padres deben mantener la vigilancia sin inmiscuirse en su privacidad. Es fundamental tener una comunicación abierta con los niños para que puedan expresar cómo se sienten y qué vivencias han tenido en el colegio.

"Hay que ser el lugar seguro para tu hijo, así no lo busca a través de otras cosas como son los videojuegos o internet. Hay que abrir las cajas de pandora", señalaba una de las expertas de AEPAE. Así se podrán identificar situaciones que les hacen sentir "pequeñitos", teniendo en cuenta que puede ocurrir en una ocasión, en una segunda, pero a partir de la tercera es cuando hay que preocuparse.

¿Cómo identificar si tu hijo es víctima de acoso escolar?

El comportamiento del niño es clave para detectar una situación de acoso escolar: si de repente no quiere ir al colegio, tiene miedo, pesadillas, le cuesta dormir o empieza a somatizar la ansiedad los domingos con dolores de tripa o de cabeza. Hay casos, incluso, en los que empieza a manifestarse un aparente retroceso en ciertos aspectos del crecimiento, con síntomas como la enuresis (incontinencia urinaria).

Un momento de la charla organizada por Mattel y la AEPAE para ayudar a los padres a identificar y gestionar un caso de acoso escolar. | Marco

Si su rendimiento escolar o interés por el colegio cambia y se reduce, también es un indicador de que puede estar viviendo una situación preocupante en clase. En este caso, es importante recordar que la prioridad no son las notas sino el bienestar del menor. De la misma manera, pueden darse explosiones repentinas de ira, ansiedad o tristeza con un origen que no está claro y que pueden ser síntomas de estrés postraumático.

Las psicólogas de la AEPAE señalan que una buena pregunta con la que aproximarse al niño puede ser, simplemente, ¿qué te duele? Lo siguiente será dejar que se exprese con libertad, validando sus sentimientos y acompañándole en la expresión de su dolor.

¿Cómo actuar si tu hijo es víctima de acoso escolar?

El primer paso es investigar qué está ocurriendo y cómo. Hay que proteger, creer y atender a la víctima, sin cuestionarla o decirle cosas como que tiene que "pasar" de quienes le acosan. El siguiente paso es hablar con el colegio para que el acosador tenga una sanción y medidas reeducativas, con un protocolo de actuación oficial.

Si el protocolo del colegio no ha funcionado, el siguiente paso sería comunicarse con la inspección educativa. Y, llegado el momento, si la situación no mejora, hay que tomar medidas legales. Asociaciones como AEPAE ayudan a los padres a gestionar este tipo de procesos, aunque es el último y nada deseable recurso.

No se debe quitar importancia a la situación o culpabilizar al niño del problema que está sufriendo. Hay que tener claro que el pequeño no ha hecho nada para merecer o para desencadenar el maltrato. Tampoco se debe actuar por cuenta propia: ni amenazar ni crear conflictos con la familia del acosador.

Si es tu hijo quien acosa, no hay que justificar su comportamiento. Ni ante él mismo ni ante el centro escolar. En cualquier caso, nada pone en tela de juicio el valor de los padres, que a menudo se ven sobrepasados por las circunstancias.

El bullying, o acoso escolar, dificulta el crecimiento y desarrollo de los niños. | Foto de RDNE Stock project

¿Cómo ayudar a tu hijo?

Más allá de los protocolos que se deben llevar a cabo con el colegio, el niño también puede vivir su propio proceso. Existen actividades y ejercicios para mejorar y fortalecer la identidad personal, la tolerancia a la frustración, el control emocional, la asertividad y la legítima defensa.

Es importante que los niños aprendan que son únicos y que ganen confianza en sí mismos para saber que nada que les haga diferentes es malo. Las psicólogas de la AEPAE animan a los padres a apuntar a los pequeños a actividades creativas, que potencien ese lado de sí mismos que puede ser motivo de risas en otros ambientes.

Para reforzar su tolerancia a la frustración, deben aumentar sus responsabilidades, aprender de los errores y recibir ánimos para seguir con el apoyo de sus padres. Si están tristes tienen que sentir esa tristeza, que no se convierta en dificultad para tolerar emociones negativas.

Y ahí es cuando, precisamente, tienen que aprender a identificar y nombrar sus emociones. Hay que animar a los niños a decir cómo se sienten y ayudarles a canalizar esos sentimientos. Además, tienen que aprender cuándo decir que no: ni ceder siempre, ni imponer siempre su voluntad. Y expresarse de manera clara y firme ante sus compañeros, con la expresión corporal correspondiente a cada situación. Que sepan que tienen derecho a que se les tome en cuenta. Finalmente, deben entender que pueden defenderse de manera proporcional. Lo ideal es que sepan que pueden pedir ayuda, tanto a compañeros como a los adultos, y que hacerlo no es una debilidad.