Recibir mensajes o fotos sexuales sin pedirlo, ser presionado para enviar contenido íntimo o ser chantajeado con difundirlo, son ejemplos de violencia sexual digital. Y de acuerdo al informe Violencia sexual contra la infancia y la adolescencia en el ámbito digital, en el caso de los menores estas experiencias suceden en mayor medida en la primera adolescencia. Concretamente, entre los 13,5 y los 15 años. Y aunque la incidencia es mayor en mujeres (53%), la de los hombres no está a mucha distancia (47%).
Son datos del estudio que ha presentado este lunes la Fundación Mutua Madrileña en colaboración y asesoramiento con el Equipo Mujer-Menor (EMUME) Central de la Guardia Civil. Un informe que aporta cifras y estadísticas a la situación de la violencia sexual contra la infancia que hay en España, dentro del ámbito digital.
“Es un estudio impactante sobre un problema que nos atañe a todos”, ha afirmado el director general de la Fundación Mutua Madrileña, Lorenzo Cooklin, en la presentación del informe. Insiste en que, a pesar de que "hay alguna medida legislativa anunciada para intentar ponerle coto", no se trata de una cuestión puramente legal, sino también "un problema de todos nosotros". De acuerdo al informe, 3 de cada 4 menores confiesa haber sufrido alguna situación de violencia sexual digital.
"Es una situación de extrema gravedad", ha calificado María Dolores Gimeno, teniente coronel de la Guardia Civil y que también ha acudido a la presentación del estudio. "Pero con un solo menor que hubiera dicho que lo ha vivido, ya me parecería grave", ha subrayado.
Más del 50% de los agresores son personas del entorno de confianza del menor en el mundo físico
El estudio se llevó a cabo desde febrero de 2024 hasta mayo de este año, y se utilizó una muestra de tres mil personas, combinando la visión tanto de los niños, niñas y adolescentes, como la de sus progenitores.
Meses de una exhaustiva investigación en la que las diferencias de género entre los menores se encuentra especialmente en el tipo de violencia sufrida. Así, las situaciones más frecuentes para ellas son recibir fotos o comentarios sexuales sin haberlos pedido; mientras que la de ellos es recibir burlas o insultos por contenidos publicados.
Asimismo, de entre las situaciones más recurrentes independientemente del género se encuentra: recibir mensajes insistentes para quedar o buscar una relación (41,8%) o ser objeto de comentarios sexuales no solicitados (40,2%).
¿Y quiénes son los agresores que llevan a cabo estas acciones de violencia sexual digital contra los menores de edad? En un 52,2% de los casos, son personas conocidas por la víctima y que pertenecen a su entorno. Son principalmente hombres (52,2%) y de una edad cercana a la del menor, o algo mayores.
El impacto emocional es mayor en los progenitores que en sus hijos
Otras situaciones que, aunque menos recurrentes, son las que más afectan psicológicamente a los menores son las que tienen que ver con la violación al derecho de la intimidad. Siendo el chantaje con la difusión de imágenes íntimas y el reenvío del contenido sexual personal sin consentimiento las que mayor impacto psicológico han producido. En total, un 29,5% de los menores que han sufrido algún tipo de violencia sexual digital necesitó acudir al psicólogo.
El impacto emocional ha sido mayor en los progenitores que en los chicos y chicas que han sido sujeto de esa agresión. ¿Los motivos? "Sería cuestión de preguntar a los psicólogos", ha apuntado Cooklin. Pero afirma que a los padres "se les suma el impacto de lo que han vivido sus hijos y la sorpresa de no haber tenido ningún signo ni ningún aviso de que eso estaba sucediendo, o se han dado cuenta de la cantidad de tiempo que había pasado hasta que su hijo se lo comunicó".
No se trata de una "normalización" de la violencia sexual digital por parte de los jóvenes, tal y como ha subrayado Gimeno, sino "una situación a la que al principio no le ven la gravedad hasta que hablas con ellos y al final sí ven el problema".
Tres de cada cuatro víctimas no se lo contaron a sus padres
Y pese a la gravedad de las circunstancias, el informe concluye que tan solo uno de cada cinco menores denunció su situación. “Es una circunstancia crítica, y por desgracia no vemos que año tras año sea una situación que se vaya reconduciendo”, ha afirmado Cooklin. Casi uno de cada tres menores afectados no se lo contó a nadie, y más del 75% no se lo dijeron a sus padres.
Las razones son principalmente la vergüenza por el hecho que se había producido, la falta de confianza con los padres y el temor a riñas. En este último caso, el temor a castigos como la retirada de los dispositivos electrónicos. Pese al bajo porcentaje de menores que se deciden a contar su situación a sus padres, el 76% de quienes lo hicieron sí se sintió apoyado por sus progenitores.
¿Cómo se puede prevenir una situación de violencia sexual digital?
"El estudio pone en la palestra la necesidad de seguir aumentando la sensibilización" , ha afirmado la teniente coronel. "El hecho de que los menores vean ese tipo de situaciones vividas como algo no significativo, es señal de que debemos hacer un esfuerzo para sensibilizarlos".
Y ese proceso pasa por una serie de recomendaciones que el Equipo Mujer-Menor (EMUME) Central de la Guardia Civil ha compartido durante el acto, no solo para los menores sino también para los padres y educadores.
Así, de entre las pautas "siempre abiertas y flexibles a la situación", Gimeno ha recomendado a los padres que se sienten con sus hijos y hablen con ellos, conociendo el uso que hacen de los dispositivos. “No tratarlos como amigos, pero sí crear ese núcleo de confianza”. Y, en el caso de que se produzca el problema, acudir de inmediato a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
Respecto a los educadores, Gimeno ha recalcado su papel como ejemplo a seguir de los alumnos. "Pueden ayudar creando hábitos saludables en el uso de las tecnologías, así como ofrecer talleres y recursos a los padres" con el fin de reconocer las señales a tiempo. Y en el caso de los propios menores, estar concienciados de que la identidad virtual no es igual que la real y que, por tanto, la persona al otro lado de la pantalla puede no ser quien dice ser.
Y si esa situación se produce, la teniente coronel insiste en no borrar nada. "Es muy importante que mantenga esa evidencia hasta el momento de la denuncia", ha subrayado Gimeno. Igual que no reenviar "bajo ningún concepto" el contenido íntimo de otras personas, ya que desde ese momento se convertiría en cómplice.
“Las circunstancias son muy variadas y no podemos limitarnos a valores absolutos. El mal siempre existirá, pero hay ámbitos que podemos trabajar, prevenir e intentar paliarlo”, ha finalizado Cooklin.
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