Se estima que cada año caen en la Tierra unos 17.000 meteoritos. Pero el desierto del Sáhara es uno de los mejores lugares del planeta para hacerse con uno. "No es que allí caigan más, porque caen por igual en todos lados. Pero cuando aterrizan en el Sáhara se conservan muy bien, y son muy fáciles de detectar sobre la arena blanca. Pueden pasar millones de años sin alterarse. En otros sitios con otro tipo de clima la vegetación hace mucho más complicado encontrarlos. Y la humedad hace que los metales que tienen se oxiden, así que pierden valor".
La persona con la que hemos quedado lo sabe todo sobre "las piedras del cielo". Y también sobre el negocio que se ha generado en torno a ellas, aunque a simple vista puedan pasar por rocas comunes. Accede a darnos todos los detalles, y también a que lo publiquemos, aunque pone condiciones. No podemos decir su nombre ni dar ningún dato que le identifique. Aún así, aceptamos. Merece la pena. No todos los días alguien te cuenta, desde dentro, cómo funciona el desconocido negocio de los meteoritos del Sáhara.
Con su ayuda y la de algunos expertos más vamos a recrear, paso a paso, cómo los traficantes se hacen con estos objetos, cómo burlan las leyes de los países para poder moverlos por todo el mundo y cómo acaban vendiéndolos por cifras que, en ocasiones, llegan a ser muy elevadas. Un trabajo que se mueve entre lagunas legales, pero que puede llegar a ser muy rentable.
Paso 1: la búsqueda
Nuestra fuente consigue los meteoritos de dos maneras. O bien los compra directamente en origen a alguien que se haya encontrado alguno en el Sáhara, o bien se los consiguen sus buscadores. Es decir, personas que tiene contratadas para rastrear el desierto en su busca.
"Depende de la temporada, pero por lo general tengo entre 12 y 18 buscadores. No es que hagan una jornada de ocho horas todos los días, porque nos vamos adaptando, pero intentamos ir alternando para que vayan saliendo en coches de dos en dos. Nosotros lo llamamos 'hacer una excursión'. Para buscar hay dos opciones, si vemos que se ha producido una caída [de meteoritos] en una zona concreta, vamos allí a peinarla. Y luego están los hallazgos, que son más cuestión de suerte", asegura.
Suelen buscar por todo el norte de África: Mali, Libia, Mauritania, Argelia, Marruecos… Aunque evitan el Sáhara Occidental al ser una "zona de guerra". Sin embargo, el cazameteoritos extremeño José Lanza, que ha viajado por todo el mundo persiguiendo estas piedras, afirma que "cada vez se están adentrando más en el interior del desierto del Sáhara para buscar en regiones más remotas y peligrosas".
"Generalmente salen dos o tres coches 4x4 a buscar. Van muy bien equipados, hay gente que ha invertido mucho dinero en los buscadores para darles infraestructuras, alimentos, agua, ropa, gasolina… En ocasiones se van quince días seguidos a zonas donde ni siquiera hay cobertura", relata Lanza, que ha participado en alguna de estas expediciones. "Suelen ser siempre gente de la zona, que conoce muy bien el desierto. Hoy en día es un trabajo muy desarrollado, para muchos es su ocupación diaria", añade.
Aun así, el experto asegura que hace décadas los meteoritos ya eran importantes para los nómadas del Sáhara. Aunque por otro motivo: al ser en muchas ocasiones rocas negras (un color que adquieren por la fricción que reciben al entrar en la atmósfera) los consideraban objetos sagrados según el Corán. No en vano, en la Gran Mezquita de La Meca de Arabia Saudí se conserva la Piedra Negra, una de las reliquias musulmanas más famosas.
Por este motivo cuando algunos científicos proponían a los nómadas cortar un trozo de meteorito para enviarlo a un laboratorio, lo veían como un sacrilegio. De acuerdo con Lanza esto cambió con la llegada de exploradores europeos al desierto, que vieron que las rocas podrían ser valiosas desde un punto de vista económico.
Paso 2: sacarlos de África
Una vez consiguen los meteoritos nuestra fuente asegura que "cada uno se busca la vida" para sacarlos de África. Pero es una tarea compleja, porque muchos países lo han prohibido con el pretexto de que se trata de objetos que forman parte del patrimonio nacional. Aunque Lanza no duda en que, simplemente, "quieren su parte del pastel".
"Hay pocos países que lo permitan como tal. Pero hay trampas legales, por así decirlo. En Marruecos si justificas que eres un comerciante puedes sacarlos con un permiso especial que es muy costoso. Pero en Argelia está prohibido, en Mauritania, según el funcionario y en Libia y Mali la ley depende de si tienes dinero o no… Aunque yo he visto de todo, desde gente a la que le han dejado pasarlos hasta algunos a los que se los han quitado y luego los han revendido en la misma aduana", comenta nuestra fuente.
Lanza también lo ha vivido: "Con los meteoritos del Sáhara es habitual que se realicen prácticas ilegales. La gente burla las leyes pasándolos de unos países a otros y luego hacen lo que quieren, porque acaban llegando a todas partes del mundo. A mí me ha pasado que estando en el aeropuerto me han hecho sacar mis meteoritos de la maleta diciéndome que a ver qué hacían con ellos. Pero le sueltas lo que tienes en la cartera y aquí no ha pasado nada. Para bien o para mal hay mucha corrupción y puede pasar de todo. Por eso cada vez más gente del norte de África se dedica a esto para sacarse las castañas del fuego".
La prisa por sacarlos de allí depende de la demanda que haya. Pero nuestra fuente desliza que en verano suele crecer bastante, y tiene una explicación. En esa época del año nadie quiere salir al desierto a buscar meteoritos por el intenso calor, así que hay menos oferta. Por eso él se guarda siempre algunas rocas desde el invierno para darles salida en verano.
En su caso tiene varios puntos de recogida en España para recibir los meteoritos procedentes del Sáhara. Aunque si puede prefiere evitar traerlos a nuestro país, donde dice que le suelen poner más problemas en las aduanas. Su opción favorita es llevarlos hasta Francia, y desde ahí moverlos en coche. A pesar de ello, cuenta que no le han llegado a quitar los meteoritos nunca, aunque sí le han pedido "más explicaciones de la cuenta".
Paso 3: los vigilantes
Ya hemos visto que los países africanos hacen la vista gorda aunque sus propias legislaciones prohíban esta actividad. Pero, ¿hay alguien vigilando en Europa, y más concretamente en España? El Independiente ha trasladado esta pregunta a la Policía Nacional, que no respondió a la consulta, y a la Guardia Civil, que la remitió al Seprona, desde donde informaron a este periódico que ellos "no llevan el tema meteoritos" y que no tenían conocimiento de ninguna operación de este tipo.
Por otra parte, desde la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas (Frontex), explican que ellos "apoyan a las autoridades nacionales en la lucha contra el contrabando de diversas mercancías ilegales a través de las fronteras exteriores de la Unión Europea". Sin embargo, confirman que no han organizado "actividades operativas contra el contrabando de meteoritos".
¿Qué sucede entonces si tratas de registrar un meteorito que ha caído en un país como Argelia, por ejemplo, donde está prohibido sacarlos? "Ha habido problemas con eso. Hubo uno de un valor incalculable, que se sigue vendiendo hoy en día, y al gobierno argelino esto le afectó, porque en teoría eso no podía salir del país. Esas cosas te pueden meter en problemas. Es algo que intentan imponer, pero hecha la ley, hecha la trampa", asegura nuestra fuente.
"El nivel de vigilancia varía mucho de un país a otro. Sin embargo, teniendo en cuenta la cantidad de material meteorítico que sale del norte de África cada año, se puede afirmar que la vigilancia no ha sido muy eficaz", resume Francis McCubbin, miembro de la División de Investigación y Exploración de Astromateriales del Centro Espacial Johnson de la NASA. En el caso concreto de España, Lanza aclara que los meteoritos son alegales, y se mueven en una especie de limbo.
Paso 4: el análisis
"Generalmente los meteoritos se suelen entregar con una certificación, que puede venir dada por una universidad, un museo… Aunque en ocasiones se limita al nombre del meteorito y a su masa y poco más. Algunos se lo curran más que otros, porque lo cierto es que muchos se venden sin nada. Por eso luego hay tantos fraudes. Tengo amigos y conocidos que se han gastado auténticas fortunas en piedras que hicieron pasar por meteoritos. Hay gente que se ha ido a la ruina", resume Lanza.
Según cuenta, en los últimos tiempos están saliendo muchos vendedores de países como Filipinas, India o Tailandia que ofrecen rocas volcánicas como si fueran meteoritos porque saben que "alguno picará". Han seguido la estela de China, que desde hace años oferta trozos de metales fundidos y mezclados con el mismo objetivo. Para evitar todo esto hay gente que se dedica a analizarlos e identificarlos. Jordi Llorca, catedrático del Departamento de Ingeniería Química de la Universidad Politécnica de Cataluña, es uno de los pocos autorizados en nuestro país para hacerlo. Cuenta que no lo
hace por dinero -de hecho, no cobra por su trabajo-, sino que simplemente le interesa estudiarlos desde un punto de vista científico.
El propio Llorca explica cómo es el proceso: "La mayoría son muy fáciles de reconocer. Te diría que con una fotografía ya descarto que sean meteoritos auténticos en el 80% de los casos. Y con los que tienen pinta de auténticos llego un acuerdo con los dueños: me envían un pequeño fragmento, lo analizo para ver si son reales o no y a cambio yo me quedo con ese trozo. Creo que en torno al 5% acaban siendo meteoritos auténticos, y lo que hacemos con ellos es que enviamos toda su información a la Sociedad Meteorítica -una organización internacional que los cataloga- y ellos lo repasan todo y, si está en orden, lo aceptan".
El catedrático calcula que en total habrá analizado cerca de 300 meteoritos que luego fueron aprobados por la Sociedad Meteorítica: "Siempre pregunto la procedencia, pero hay todo tipo de gente. Hay veces que alguno intenta hacer pasar un meteorito del Sáhara como si fuera de España, pero la ciencia está muy avanzada y muchas veces podemos saberlo por los elementos químicos que hay en las rocas, que dependen del lugar donde ha aterrizado".
Llorca detalla que cuando acaba su trabajo muchas veces le pierde la pista a los meteoritos que ha analizado. Pero relata que la Sociedad Meteorítica pide a los dueños que separen un fragmento de 20 gramos de su meteorito por si acaso algún científico quiere estudiarlo en el futuro. "Lo que hace la gente con ellos luego se me escapa. Pero siempre les digo que es buena idea donarlos a los museos. Estudiar los meteoritos es como hacer un puzle sobre la evolución del sistema solar y la formación y evolución de los planetas. Por eso es importante que la ciencia pueda acceder a todos", insiste.
Paso 5: la venta
Lo siguiente ya es venderlos. Hay plataformas de venta online y subastas para ello, aunque las redes sociales también dan mucho juego. Y nuestra fuente cuenta que muchos de sus clientes le llegan por recomendación de terceros o por contactos en las ferias de meteoritos que se celebran por todo el mundo anualmente. Hay perfiles de compradores de todo tipo: desde científicos a coleccionistas. China y EEUU son los mercados más grandes, aunque en países como Alemania también hay bastante interés.
Eso sí, comprar meteoritos a través de aplicaciones como Instagram o Facebook -una práctica que no es nada inusual- tiene sus riesgos. Comprador y proveedor tienen que negociar cómo se harán los pagos, y muchas veces los clientes son bastante vulnerables a las estafas. "Yo como vendedor no te voy a mandar nada si no me ha llegado mi dinero. Pero yo ya tengo mi reputación, puedes preguntar por mí lo que quieras. Ya tengo mi nombre. Entonces tú ya sabes a quién le estás comprando", relata nuestra fuente.
"Hoy día los meteoritos se están perfilando como un activo de inversión. Hay muchas rarezas y piezas históricas que se pueden revalorizar. Por eso hay personas que antes de tener su dinero en el banco se están dedicando a comprar muchos, y a medio y largo plazo están teniendo una rentabilidad importante. Es parte de sus inversiones. Pero hay que hacer un llamamiento para que tengan cuidado con lo que compran", recalca Lanza.
"Lo bueno de todo esto es que como los meteoritos son únicos cuando tú publicas una pieza para venderla no te la pueden robar. O al menos el que la robe sabe que no la va a poder vender nunca, porque se reconocen muy fácilmente. Quizás puedes hacerlo una vez y que te salga bien, pero ahí no tienes un negocio. En este sentido, la gente se apoya mucho una a otra", asegura nuestra fuente.
Paso 6: el dinero
La gran pregunta. ¿Cuánto se puede ganar con los meteoritos del Sáhara? "Los precios siempre van en subida, porque lo que sucede es que aunque el meteorito que haya caído sea grande siempre van quedando menos trozos, y la demanda sigue siendo la misma o más. Se revalorizan, y la inflación también influye. Aunque en algunos casos puede suceder todo lo contrario: un meteorito que es muy caro porque es súper exclusivo pierde valor porque se descubre que hay más como ese. Pero hay que pensar que no es algo que se pueda fabricar. Por eso tiene este valor", señala nuestra fuente.
Esa es la razón por la que considera que este es un buen negocio, y aunque le cuesta hablar de cifras cuando se le pregunta directamente finalmente acaba admitiendo que ha participado en operaciones de "cientos de miles de euros": "Se han hecho cosas grandes. Pero muchas veces ese dinero se reparte entre varias personas", resume.
Lo cierto es que hay todo un abanico de precios. Desde euros por kilo a muchos miles por gramo. Todo depende de la rareza y del lugar en el que caigan. Las condritas son las más comunes, en contraste con los inagrupados, los marcianos o los lunares, que son realmente extraños. Estos últimos son, claro, los más interesantes, tanto desde el punto de vista científico como económico.
McCubin explica por qué en su precio también influye el lugar en el que caiga: "Un problema común es que la gente afirma haber encontrado un meteorito en un lugar en el que no se encontró. El motivo es conseguir que el meteorito tenga un topónimo único que aumente su coleccionabilidad y, por tanto, su valor. Los meteoritos que tienen un topónimo suelen considerarse más coleccionables que los meteoritos de una zona de gran densidad de recolección. El Comité de Nomenclatura de Meteoritos, que presido en la
actualidad, se ocupa de esta cuestión".
Aún así, nuestra fuente se muestra convencida de que algunas piezas simplemente no tienen precio: "A nivel sentimental tengo algunos que no vendería nunca. Unos que encontró mi abuelo, el primer meteorito que tuve... Aunque se hayan encontrado 20.000 más de la misma calidad no me voy a deshacer de ellos, porque se me pusieron los pelos de punta cuando los tuve por primera vez".
- ¿Te puedes hacer rico vendiendo meteoritos?
- Sí. Pero también puede ser que no encuentres nunca nada. Tienes que tener mucho conocimiento y aprender un poco de todo. Te pueden timar, te pueden engañar… Por eso tiene también un factor de suerte. Pero si eres lo suficientemente listo sí puedes llegar a tener una buena colección y hacerte rico.
- ¿Tú a día de hoy vives de esto?
- Podría, si quisiera. Si te dedicas al 100% a esto, tienes un sueldo. Pero no es mi plan de vida. Es verdad que estoy invirtiendo en este trabajo, porque queremos desarrollar un sistema de negocio. Pero a mí lo que me encantaría es llegar a tener la mejor colección personal de meteoritos de Europa. Lo más bonita y lo más grande que se pueda para poder tener una sala de exposiciones y también alquilarla a museos. Eso es lo que voy a hacer.
- Más allá de los del Sáhara… ¿haces negocio con los meteoritos que caen en España?
- No, no no. Ni me interesa, ni lo veo viable, ni tiene ningún sentido para mí.
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